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Caca no, kaká si

Publicado el 26 abril 2010 por Damsam
Caca no, kaká si

“kaká bien vale una liga”. Así rezaba la portada del día de ayer de uno de los diarios deportivos más influyentes de la capital. Sin duda alguna, razón no les faltaba. El brasileño, reapareció en un terreno de juego después de que una inoportuna pubalgia lo mantuviera alejado, durante 44 días, de su amigo favorito, la pelota. Saltó al terreno de juego en el minuto 77 en sustitución de Fernando Gago y sólo le bastaron 7 minutos para callar las críticas oportunistas. En su primer intento al borde del área chica: zapatazo sin ángulo que encontró bien parado al guardameta del Zaragoza. En el segundo: se revolvió y desde el mismo punto de tiro, esta vez la cruzó, la metió y celebró como siempre, agradeciendo al cielo. Kaká salvó a su equipo, a falta de tan sólo 6 minutos para el drama blanco. No contestó con boca de dragón a las críticas con fuego que le llovían; que si no se entrega al máximo, que si ya no es el de antaño que deslumbraba al mundo desde Milán, que si se está reservando para el mundial. Contestó con su entrega y profesionalismo de siempre, con su clase magistral, su zancada trepidante que le brindan esas piernas de avestruz, su eterno agradecimiento al de arriba por brindarle una segunda oportunidad en la vida, y su saber estar en declaraciones al post partido, aún con las brechas provocadas por el flagelamiento de las lenguas envenenadas: “He hablado en el campo, yo no me borro”.

La calidad, profesionalismo y entrega de Kaká no se pueden poner en duda. Sin embargo, la prensa deportiva del corazón, se empeña en hacernos creer que el fútbol no es un deporte, sino un reality show que se emite por las tardes en algún canal abierto. El morbo, siempre vende bien. Son cuervos con picos afilados, que en ocasiones de provecho, se ponen el traje de ángel de la guarda; su disfraz favorito de carnaval. Ahora Kaká, genio del fútbol, mesías del Madrid, vale una liga. Ayer este mismo hombre, escribió una novela acerca de un dolor insoportable y rebelde en las inmediaciones del ombligo y la tituló “pubalgia”. Mañana volverá a caer desde el cielo inalcanzable al que los mismos cuervos disfrazados lo llevaron en sus alas. No caerá por merito propio, lo empujarán hacia el precipicio, porque desde arriba ya no vende.

Resulta paradójico que ahora sea Kaká un salvador de ligas y fichaje mediocre a la vez, cuando en su día lo fue un tal Zinedine Zidane. Una leyenda del fútbol, que sólo vive una planta más abajo que Maradona, Pelé, Cruyff y Di Stéfano, en el edificio de la gloria futbolística. Atormentado por los pitos de su propia afición, se llegó a decir que “zizu”, en su primer año blanco, llegó a los despachos de Florentino y le dijo que quería marcharse, éste, hábil empresario y erudito del dinero, le dijo que no había problema y que podía marcharse cuando quisiera, siempre y cuando se cancele íntegramente su cláusula de rescisión. Sabedor de que eso era imposible, Zidane abandonó el despacho del presidente y se propuso demostrar la enorme calidad que atesoraban sus pies. Lo logró. Cambió los pitos de la grada por coros infinitos con su nombre y mutó el rostro fúnebre por una sonrisa radiante. Para bien del buen fútbol y de los seguidores del Madrid, esperemos que Kaká no tenga que llegar a tales extremos. Ojalá que la prensa deportiva del corazón, la PDC, lo dejé en paz por un tiempo y pueda demostrar, sin presiones y lo que esto supone, por qué en un pasado cercano, fue el mejor del mundo.

Si ese, casi utópico deseo, se vuelve realidad, podremos ver al astro brasileño de sonrisa eterna, disfrutar su calidad, acentuar su profesionalismo y despegar en su entrega, como en su día lo hizo la estrella francesa. Si lo dejan despegar, el gran Zidane tendrá que ir moviendo algunos muebles en su casa, porque sin duda alguna, tendrá que acoger a un nuevo compañero de piso, en el edificio de la gloria futbolística.


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