Cáceres, la gran charlatana.
Cáceres habla por los codos. Del territorio que ocupa, de la historia y de sus gentes. De las de antes y de las de ahora. Porque es imposible que sus piedras callen un minuto.
No podemos destacar uno solo de sus monumentos. La Torre Bujaco, el Arco de la Estrella, el palacio de los Carvajal, la Concatedral… luchan por ser protagonistas. Misión imposible. Lo mejor es entrar, cruzar la muralla, y dejarse seducir por las calles de esta ciudad medieval y renacentista, un conjunto monumental que conserva el aire de antaño en cada uno de sus rincones. Sin embargo, Cáceres no es un museo al aire libre sino una ciudad viva, habitada y utilizada por locales y por turistas.
Más excusas para visitarla en cualquier momento. Cáceres es Ciudad Patrimonio de la Humanidad, tercer conjunto monumental de Europa (después de la checa Praga y de Tallin) y, este año, capital española de la gastronomía.
La Plaza Mayor
La Plaza Mayor es la puerta de entrada a la ciudad monumental de Cáceres. Se empezó a usar en el siglo XIV, cuando la ciudad se extiende fuera de las murallas. Desde la escalinata del Ayuntamiento, un edificio del siglo XIX, vemos un espacio alargado que sirvió en su día para las justas y torneos de caballeros y como mercado de ganado. Frente a nosotros, en la parte izquierda, están las casas blancas, encaladas, la mayoría de tres alturas y tejados rojos. Sus soportales están repletos de bares y restaurantes con terrazas, con las sombrillas pertinentes, que en Cáceres hace calor.
Enfrente, en la parte derecha, al fondo, se alza la torre de Bujaco y justo detrás, vemos asomar, la torre de la casa de los Toledo – Moctezuma. Esta zona derecha es el límite con la ciudad monumental de Cáceres. A continuación, aparecen la Ermita de la Paz, el Arco de la Estrella, La torre de la Yerba…
De la Plaza Mayor también parte la Calle Pintores, la calle más comercial de Cáceres.
Un poco de historia.
Cáceres, a priori, no tiene una buena ubicación. Las temperaturas son extremas, no existe una gran corriente de agua y las tierras no son aptas para el cultivo. Sin embargo, su situación estratégica la convierte en un buen enclave defensivo y este es el motivo por el que Cáceres se emplaza sobre esta colina, en un lugar perfecto para contemplar las llanuras que las rodean (y ver a todo el que se acerca).
Aunque el lugar ha estado habitado desde la prehistoria (a tres kilómetros de Cáceres está la Cueva del Maltravieso), los primeros que se establecieron de manera continua, aprovechando su situación estratégica, fueron los romanos que fundaron Norba Caesarina, una colonia hecha para que los eméritos, los soldados retirados, disfrutasen de su jubilación. Tenía una función similar a la de la ciudad de Mérida.
Además, Cáceres está en plena Vía de la Plata, un paso natural que atraviesa la Península Ibérica y que los romanos convierten en camino. Una buena ubicación lo miremos por donde lo miremos.
En en el siglo IV d.C., con el fin del Imperio Romano, la ciudad queda abandonada hasta que llegan los musulmanes a finales del siglo IX, principios del X. Aprovechando su buena ubicación, la utilizan de la misma manera, como atalaya. Y no solo eso, Cáceres, en esta época, es frontera entre los territorios musulmanes y cristianos.
Los musulmanes consiguen mantenerse en este territorio durante varios siglos, hasta que Alfonso IX de León lo incorpora a su reino cristiano el 23 de abril de 1229, el día de San Jorge, hoy patrón de Cáceres.
El Rey, entonces se enfrenta a un problema. Para que no le arrebaten Cáceres de nuevo, necesita que haya habitantes, pero el enclave no es nada atractivo. No hay tierras de cultivo y la climatología es extrema, ¿cómo puede conseguir que la gente venga a vivir aquí? La solución que encuentra es vender grandes extensiones de tierra a precios muy bajos o, incluso, regalarlas. Una especie de Far West cacereño. Acuden, desde el norte, familias a repoblar la zona que ven en Cáceres la oportunidad de hacerse ricos. La oportunidad es buena. Las tierras, inservibles para la agricultura, son perfectas para criar ovejas merinas, para los pastos y, en la Edad Media, la lana es un buen negocio.
Estas familias de nuevos ricos serán los encargados de levantar la ciudad que vemos hoy día. De crear la Cáceres actual. Sus palacios, las paredes de la muralla, las torres y las iglesias nos van a contar cómo fue su vida y su día a día. La historia y las pequeñas historias.
¿Quieres tener suerte? A besarle los pies a San Pedro de Alcántara. En la Plaza de Santa María.
La ciudad monumental de Cáceres
A la parte antigua de Cáceres normalmente se entra por el Arco de la Estrella. Lo cruzamos y nos encontramos con la antigua muralla de origen romano, utilizada en tiempos de los árabes y posteriormente por los cristianos. De más de un kilómetro de longitud, este muro atesora dentro una auténtica ciudad medieval y renacentista, con calles dispares, plazas, palacios e iglesias. Por dentro de la muralla discurre el adarve, un camino construido entre los muros y las paredes de los palacios con un ancho suficiente para que pasen los carros.
¿Por qué se hace la muralla de Cáceres? ¿cuál era su función? La muralla era la encargada de proteger a los habitantes ya que el gobierno era inexistente. Con la caída de los romanos desaparece el estado tal y como lo entendemos. No existe ninguna figura que vele por la seguridad de sus gentes. Esta función es suplida por estos grandes muros que cierran sus cuatro puertas durante la noche protegiendo a la ciudad e impidiendo entrar a enfermos que traigan pandemias a la ciudad
El Arco de la Estrella en Cáceres es más que inspirador
El Arco de la Estrella es la puerta más conocida de esta muralla sin embargo, lo que vemos, es una construcción posterior: la puerta que sustituyó, en el siglo XVIII, a la entrada medieval. La historia nos habla de lo poderosas que eran las grandes familias cacereñas. Uno de los ricos que habitaban aquí dentro, Don Bernardino De Carvajal Y Álvarez De Toledo, harto de las dificultades que tenían los carros, llenos de mercancías, para entrar en la ciudad, encargó la nueva construcción a Manuel de Lara Churriguera. Por eso mismo, en el arco vemos el escudo de la familia Carvajal junto con la imagen de Nuestra Señora de la Estrella y el escudo de Cáceres.
Desde este arco de la Estrella podemos observar alguna de las torres albarranas de la muralla, de origen árabe. Son de finales del siglo XII y aunque hubo veinte, hoy solo quedan en pie quince, algunas tan famosas como la torre de la Yerba o la del Bujaco, otras convertidas en viviendas. El último bastión que se construye es la Torre Nueva o torre de los Púlpitos levantada para recibir a Isabel la Católica.
En la plaza de la Concatedral hay varios palacios
Desde la muralla, caminamos unos pasos y llegamos a la plaza de Santa María, el centro social de la ciudad hasta que esta salta extramuros en el siglo XIV.
La plaza se llama así por la iglesia concatedral de Santa María, el primer templo cristiano. Se dieron prisa porque se ordenó construir el mismo año en el que arrebataron Cáceres de manos musulmanas. Del templo antiguo no queda nada y hoy la estructura que vemos es gótica con un campanario renacentista.
En esta misma plaza encontramos varios palacios de las familias nobles cacereñas como el Palacio de los Golfín Roco, el de los Golfines de Abajo (menudos piezas estaban hechos), el Palacio Mayoralgo, la casa de Ovando o el Palacio Episcopal. Todas con sus medallones, sus escudos y de color rojizo, el tono de la piedra sobre la que se asienta Cáceres y es que la geología influye mucho en las ciudades.
Dejamos la plaza de Santa María y llegamos por la calle Tiendas al palacio y la torre de los Carvajal. Su escudo, enorme y enmarcado, y la casa nos hablan de la importancia de la familia Carvajal y de cómo eran sus dueños. Lo primero que llama la atención en este palacio es su torre circular, la única torre redonda que hay en Cáceres.
Torre y palacio de los Carvajal
¿Por qué estas grandes torres en las casas? La Edad Media era una época difícil. Sin un gobierno claro, las discusiones entre familias con poder eran frecuentes, por lo que los palacios eran auténticas atalayas. Estaban construidos para resistir y defenderse en caso de ser sitiados. Sin ventanas, sin balcones que permitieran el paso de los enemigos, y con torres con matacanes. Cuando llegan los Reyes Católicos mandan desmochar las torres para someter a la nobleza al poder real y así pacificar Castilla. Con la pacificación la estética de estos palacios también cambia, dejan de ser búnkers y adoptan un estilo renacentista. Esta evolución la podemos observar en el interior del palacio Carvajal que alberga hoy la oficina de turismo de la diputación de Cáceres. Podemos visitar su patio, una pequeña capilla en la torre usada también, en periodos difíciles, como silo y el huerto, convertido en el renacimiento en jardín. El palacio es todo un ejemplo de cómo el paso de tiempo se refleja en las construcciones.
Uno de los matacanes de Cáceres. Primero fueron defensivos, años más tarde decorativos.
Salimos del palacio de los Carvajal y vamos caminando tranquilamente hacia la plaza de San Jorge. Aquí está la última iglesia que se va a construir en la ciudad. Mantiene un estilo de colonización con dos grandes campanarios. En la misma plaza está la casa de los Becerra, una construcción del siglo XV que hoy es la sede de la fundación Mercedes Calles – Carlos Ballestero.
Este pavo real es el ser vivo más fotografiado de Cáceres
Desde la Plaza de San Jorge, subimos en dirección a la iglesia de San Mateo, la segunda iglesia que se construye en la ciudad. Si la parte baja de la ciudad antigua se articula en torno a la iglesia de Santa María, esta parte alta lo hace en torno a San Mateo. Cerca hay varios palacios y casas señoriales. Un par de toques gastronómicos. En esta zona está el hotel restaurante Atrio con sus estrellas Michelin y el Convento de San Pablo donde se pueden comprar los dulces de las clarisas. Muy cerca de la plaza de San Mateo nos encontramos con la Plaza de las Veletas y la Casa De Las Veletas, actualmente la sede del Museo Provincial. Esta zona alta está construida sobre el antiguo alcázar árabe y, dentro del museo de la Casa de las Veletas, vamos a descubrir los únicos resquicios que nos quedan del alcázar: un aljibe. Fijaos bien porque desde esta casa se ve el Santuario de la Virgen de la Montaña, la patrona de la ciudad. Es por eso que muchas mujeres se llaman Montaña en Cáceres.
El aljibe de Cáceres
Y de una cultura a otra. Cerca de la plaza de las veletas se ubica la judería. Cáceres pertenece a la red de juderías de caminos de Sefarad. Hoy lo llaman el Barrio de San Antonio porque aquí está la ermita con el mismo nombre. Un paseo por esta zona, que contrasta sobremanera con la parte monumental, nos permitirá descubrir una de las juderías mejor conservadas del país.
La visita a Cáceres no puede acabar aquí. Dentro de la parte antigua, cada uno de los edificios nos cuentan una historia, nos hablan del pasado y merecen ser observados con detenimiento pero fuera de los muros, las iglesias, los museos y los palacios siguen campando a sus anchas, aunque algo más esparcidos.
¿Habrán pagado alquiler? cada campanario y cada torre tiene su nido de cigüeñas en Cáceres
Cáceres, capital española de la Gastronomía.
Cáceres es Capital de la Gastronomía durante 2015 por varios motivos. Por un lado sus afamados chefs, entre ellos el del restaurante Atrio con dos estrellas Michelin y por otro, los productos de la provincia. Tiene alrededor de una decena de denominaciones de origen: vinos, carnes, jamones, quesos, aceites… unos productos que sirven para preparar platos tradicionales deliciosos que se pueden probar en los restaurantes que se reparten por la ciudad. Migas, carrillera, todo tipo de platos preparados con carne de cerdo ibérico, embutidos y quesos son solo algunas de las comidas que veremos en las cartas. ¡Qué aproveche!
Y en el Canto del Grillo…
La versión sonora de Cáceres está en los podcasts del programa de RNE, El Canto del Grillo.
<imgMuchas gracias a Longina, guía de Cáceres, por enseñarnos tan bien su ciudad. Su web es la guía de Cáceres
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