La ‘cacería’ de chavistas en Miami debe proseguir, pero con cordura
Nos robaron el país; desfalcaron su Tesoro; sumieron al pueblo en una execrable miseria. Desvalijaron nuestra democracia; mancillaron la institucionalidad; amordazaron la libertad de prensa. Mataron a nuestros jóvenes; apresaron a quienes difirieron de su ideología; despidieron de sus empleos a los que protestaron. Incitaron el odio social en el seno de nuestra gente; armaron a los delincuentes; facilitaron el mayor índice de homicidios. Evaporaron nuestra esperanza; propulsaron una colosal diáspora, dejaron a Venezuela sin futuro…Luego, se encontraron cercados por el gran caos que ellos mismos habían creado, o al que habían contribuido activa o tácitamente. Y huyeron, hartos de la penuria, la enfermedad, la inseguridad y la falta de paz, al extranjero, asentándose muchos en el “imperio” que tanto vilipendiaron, una situación de doble moral.
Carlos Máximo Aniasi Turchio, Dayva Soto y Eugenio Vásquez,
Es natural –somos humanos a fin de cuentas– que toparse con estos personajes cause profunda indignación, dispare la ira y el resentimiento entre venezolanos desgajados de su patria, forzados al exilio o emigrados por voluntad propia para escapar de aquella hecatombe y aspirar a cierta calidad de vida. Y más aún cuando se dan la gran vida con fortunas amasadas a costa de la tragedia del país.En Miami, Orlando y otras ciudades del mundo, se han producido recientemente manifestaciones frente al domicilio privado de compatriotas considerados cómplices de los abusos perpetrados por el régimen chavista, así como altercados en espacios públicos que constan de gritos y abucheos contra antiguos o actuales funcionarios del mismo. Varios incidentes, captados por el ojo ubicuo de las redes sociales y descritos en este diario, no han estado exentos de polémica y, en respuesta, los victimarios en Venezuela adoptan un papel de víctima, llamándose a sí mismos “los nuevos judíos”.Siempre que se mantengan dentro del marco de la legalidad, estas protestas ciudadanas en forma de pequeña concentración se justifican y debieran acentuarse en la medida que más adeptos del chavismo penetran sigilosamente nuestras comunidades, no por intolerancia del exilio, sino porque, de lo contrario, seríamos cómplices de sus actuaciones pasadas, de las cuales aún hoy son responsables.Son ellos los autores de la tragedia que detonó la diáspora de un pueblo arraigado a su entrañable terruño, al cual jamás le había urgido emigrar. Hasta que la mano infame y fiera del chavismo allanó su destino y lo tiñó de duelo. Son ellos quienes otrora entonaron dulces odas al socialismo del siglo XXI. Hasta que después de abarrotarse los bolsillos en la “robolución” bolivariana, decidieron mimar sus caprichos en los mejores spas de Miami, derrochar su caudal –adquirido gracias a negocios con el gobierno– en los más finos centros comerciales, e invertir en inmuebles ubicados en hermosísimas urbanizaciones.A estos vecinos indeseados, acusados por violaciones de derechos humanos o corrupción, es apropiado apuntarlos, no al estilo de una policía moral, mas sí como centinelas de la conciencia colectiva y voceros de un pueblo herido. Sin embargo, a fin de evitar resultados contraproducentes, es imperioso denunciarlos con cordura y no a modo de acoso, pues perjudica la imagen de la diáspora venezolana.Los familiares de los antiguos funcionarios o individuos ligados al régimen de Nicolás Maduro no deben pagar los platos rotos, especialmente si son menores de edad. Da abundantísima rabia, sí, ver a estos pudientes trotamundos mientras la gente se desvanece de hambre en su país, pero no son ellos los ladrones ni los patrones del narcoestado.Previo a protestar también es fundamental investigar la validez de estas denuncias diseminadas como reguero de pólvora en la internet, para corroborar con fuentes reconocidas la implicación del acusado, evitando difamaciones o campañas destructivas de una persona o negocio por veleidad de sus enemistades.Los alféreces del chavismo, los boliburgueses y otros nuevos inmigrantes acostumbrados a la supervivencia en medio de la anarquía y el caos social, tristemente importaron el método del descrédito y el ataque soez al prójimo. En lugar de contagiarnos de esas actitudes ofensivas y conductas prepotentes, hay que contrarrestarlas con la educación y buenos modales que sí son verdaderos principios del gentilicio venezolano.Actos de justicia sí, con justicia.
Daniel Shoer Roth @danielshoerroth
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