Revista Diario

¿Cacharros o herramientas? Los cojines de lactancia

Por 1maternidad_diferente
Diane Weissinger explicaba de manera muy sencilla y visual hace tiempo la diferencia entre "gadgets" y "tools", lo que yo he traducido como "cacharos" y "herramientas". Gadgets serían todos esos cachivaches que nos venden como imprescindibles pero que al final no usamos para nada o, en realidad, nos aportan más bien poco. Gadgets (o cacharros, o cachivaches o como los quieras llamar) serían la licuadora, la gofrera o ese robot de cocina que nunca usamos porque es tan complicado de montar.
En cambio, herramientas serían aquellos objetos que sí nos aportan algo, que sí ayudan y que se convierten en aliados indispensables para la actividad que estamos desarrollando. En el caso de la cocina, por seguir la analogía, un buen juego de cuchillos o esas ollas y sartenes que son tus favoritas serían herramienta.
La maternidad está llena de gadgets (carritos, hamacas, intercomunicadores súpertecnológicos, esterilizadores, chupetes con sensores, etc.) que a veces desplazan a las verdaderas herramientas (portabebés)... Pero es que la lactancia materna se está llenando cada día más de cacharros y son menos las herramientas auténticas que ofrecen ayuda a las madres a la hora de establecer su lactancia materna.
Si hace tiempo ya os comentaba mi opinión sobre los delantales de lactancia, mi intención con el post de hoy es iniciar una serie donde ir recopilando los objetos que creo que no sirven para nada y los que sí aportan ventajas reales para la lactancia. Os adelanto que, desde mi personal punto de vista, son más los cacharros que nos intentan colar a las madres que las herramientas verdaderas, pero no adelantemos acontecimientos.
De lo que sí estoy convencida es de que la lactancia materna no interesa económicamente a las tiendas de puericultura tradicional, farmacias, supermercados, empresas de accesorios para la lactancia artificial, fabricantes de sucedáneos de leche materna, etc. Una madre que alimenta a su hijo con biberón necesita comprar leche todas las semanas, biberones de distintas medidas, cambiar las tetinas e irlas reemplazando con el crecimiento, chupetes, esterilizadores, accesorios para limpiar biberones, para transportar, medir y almacenar la leche y el agua, etc. En cambio, una madre que amamanta a su hijo no necesita nada, ya que con su propio cuerpo tiene suficiente.
En la aparición de numerosos complementos de lactancia veo dos vertientes preocupantes:
  • Por un lado, la necesidad de mantener los ingresos derivados de la alimentación con sucedáneos de leche materna, creando necesidades que no existen que se satisfacen con productos a la venta.
  • Por otro lado, la difusión de la idea de que la lactancia es algo complicado por lo que las madres deben comprar distintos objetos que les ayuden en el empeño.
Uno de estos objetos es el cojín de lactancia. Mi veredicto: Cacharro.
Yo confieso: tengo un cojín de lactancia. Con Darío, cuando no tenía experiencia, lo usaba y me vino bien. Entonces, diréis, ¿Por qué dices que es un cacharro?
  • Es un cacharro desde el mismo momento en que nos lo intentan vender como algo imprescindible para la lactancia que debemos comprar durante el embarazo, para prevenir males mayores. 
    • En el grupo de lactancia yo siempre les digo a las madres que me preguntan por este tema que esperen. Que cuando nazca su bebé usen una almohada, cojín, toalla enrrollada o cualquier otra cosa que tenga gratis en casa y que, si realmente lo necesita y le aporta un beneficio, entonces que invierta en un cojín de lactancia.
  • Es un cacharro porque "desempodera" a las madres. La madre que consigue un buena postura, un buen agarre a costa de un cojín de lactancia es una madre anclada a un cojín, a un sofá, relegada a no salir de casa por miedo a no poder dar de comer a su hijo... O peor aún, una mujer que se puede plantear extraerse la leche cuando va a salir de casa para evitarse toda esa sarta de incomodidades.
  • Es un cacharro porque muchas veces no solo no ayuda a la lactancia sino que la dificulta. Muchas madres tumban a su hijo en el cojín, completamente horizontal y con el cuerpo mirando hacia el techo, y luego intentan darle el pecho en una postura completamente forzada que no es buena ni para ella ni para el bebé. Para muestra, tan solo unas pocas imágenes publicitarias con las que nos intentan vender estos cojines:
¿Cacharros o herramientas? Los cojines de lactancia
  • Es un cacharro porque evita la tendencia a la verticalidad que suele ser necesaria para obtener una buena postura. Esto también se lo escuché por primera vez a Diane Weissinger y ella mostraba las mismas imágenes que múltiples veces he visto compartir desde entonces a otras compañeras en la asesoría y consultoría de lactancia. Esta, por ejemplo, compartida en Facebook en la página de Consulta Lactancia (también tiene un blog muy interesante):

¿Cacharros o herramientas? Los cojines de lactancia

Lajos Markos - New Cousin


Y quizás, lo más interesante, es el comentario que hizo Patricia López Izquierdo al publicarla:
Fijaos como esta madre pone un pie en alto con una banquetita y como el bebé queda oblicuo con la cabeza más alta que las piernas.
La mayoría de los modernos cojines de lactancia no logran esta postura natural y efectiva para amamantar cómodamente.
  • Si buscáis fotos de lactancia en Internet, en Facebook, veréis muy pocas fotos de madres usando cojines de lactancia que no sean publicitarias. Sin embargo, encontraréis cientos de madres dando el pecho como la madre de la pintura anterior, con las piernas cruzadas para ayudarse a sostener el pecho o apoyadas en algún sitio.
Claro, ahora vienen los pero... Que si a mí me fue bien, que si mi prima salvó su lactancia por el cojín, que si tampoco son tan malos... Y claro que es cierto. Claro que los cojines pueden ser beneficiosos en algunas ocasiones, igual que algunas madres no darían el pecho si no pudieran taparse con un delantal de lactancia fashion, pero es el concepto en si mismo lo que me parece equivocado, y sobre todo los mensajes con los que nos bombardean constantemente alabando las bondades de estos cojines de lactancia y calificándolos como "complementos imprescindibles para la lactancia".
Lo dicho, para mí, CACHARRO. De hecho, el mío lo tengo, como otros cacharros, guardado en un trastero porque no quiero prestárselo a nadie al igual que tampoco prestaría un portabebé en el que no llevaría a mis hijos (que alguno tengo por ahí guardado).
Por cierto, se aceptan sugerencias para próximos episodios de la serie ¿Cacharros o herramientas? Aunque ya tengo unos cuantos pensados, nunca está de más tener alternativas.

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