Cacicadas mediáticas. Hoy, hace 16 años. 10 de agosto de 2005
Cada día es más sorprendente la imparable capacidad de los partidos políticos para cometer cacicadas que favorecen a quienes los apoyan en sus medios de comunicación.
Acaba de verse en la concesión de una treintena de emisoras de televisión digital en la Comunidad de Madrid, prácticamente todas para la derecha, igual que una semana antes el Gobierno de Zapatero había protegido sin pudor al grupo filoizquierdista PRISA.
Los gobiernos catalanes, tanto del nacionalismo derechista de CiU como el del nacionalismo izquierdista que dirige el PSC-PSOE, repartieron frecuencias de emisoras que favorecieron a los suyos y castigaron a la COPE, propiedad de la Iglesia católica.
En Galicia, por el contrario, el gobierno derechista del PP, premió a la COPE concediéndole una televisión regional, y castigó a una alianza de periódicos y de otros medios gallegos independientes.
Cínicamente, los partidos gobernantes convocan concursos entre los que aspiran a recibir concesiones: solo los ingenuos desconocen quiénes serán designados.
Si no hubiera otros elementos correctores, como la prensa libre e independiente, esta corrupción caciquil de la democracia haría creer que el mismo hecho era absolutamente diferente para un catalán que para un gallego, por ejemplo: en un lugar el santo sería un criminal y en el otro el criminal resultaría ser un santo.
Hay quien alega que las concesiones deberían decidirlas comités de expertos nombrados por los parlamentos, Nacional y autonómicos. Pero, tal como se toman las decisiones de los legislativos, el resultado sería igual.
También podíamos acudir a la independencia de los jueces, pero ellos están divididos, igualmente: la Asociación Profesional de la Magistratura apoyaría a la derecha, Jueces para la Democracia, a la izquierda, y los Francisco de Victoria, hoy por aquí y mañana por allí.
Definitivamente, para obtener medios informativos que dependan de los poderes públicos los empresarios tienen que unirse a los que mandan, hacerse sus amigos y exigir cacicadas en beneficio propio.
Así son y serán siempre las cosas en este país, sus comunidades, ayuntamientos, comunidades de vecinos y uno mismo, que es por donde empieza la caridad mejor ejercida, según dictamina un proverbio, ay, tan español.