La máxima si no estás en internet no existes cada vez se hace más válida cada día. En cualquier ámbito, ya sea profesional o lúdico, la red en general y los medios sociales en particular, se hacen imprescindibles y casi no podemos realizar una gestión sin ellos. Sin darnos cuenta, nuestra dependencia respecto de estas herramientas es cada vez mayor. Sin embargo, lejos de encontrarnos en un espacio de interacción común, hay diferentes redes que aglutinan a diversos perfiles de usuarios. Así, aunque Facebook se hay impuesto como la red más utilizada, existen alternativas en la que se resguardan usuarios que por uno u otro motivo no quieren que la red de Mark Zuckerberg se convierta en su exilio digital.
Los adolescentes, por ejemplo, prefieren redes como Instagram o Snapchat para sus relaciones cotidianas. Algunos recalan en menor mediada en Facebook mientras que otros aún no se animan a registrarse como usuario. Y mientras más jóvenes, más rechazo, aunque a medida que avanzan en edad, Facebook se convierte al menos en un espacio de consulta donde la presencia se les antoja cuando menos necesaria.
Céline Cabourg y Boris Manenti han llevado a cabo una investigación durante un año (de momento sólo disponible en francés) en la que evidencian los usos que dan al teléfono móvil los más jóvenes, una generación cada vez menos conectada a la televisión en beneficio de un telefono que no usan para telefonear, sino para conectarse a una realidad social que supera a su progenitores. El móvil se convierte en diario, barómetro de reputación, pañuelo de lágrimas, proveedor de contenidos y herramienta para ligar... En definitiva, una herramienta transgresiva y muy poderosa, para bien o para mal. [entrevista a los autores -en francés- ]alfonsovazquez.comciberantropólogo