No se puede. No se puede crispar a la gente y prentender que se queden en sus casas, a ver cómo cae el chaparrón. No se les puede quitar lo único que nadie les podrá quitar en el futuro, que son sus estudios, ni lo único que da de comer a su familia, que es su trabajo. No se puede Gobernar un país a golpe de decreto ley, no se pueden tomar decisiones que condicionan las vidas de miles de personas a la ligera, como si esas personas no contaran, como si no fueran importantes, como si no fueran ciudadanos, sino súbditos.
Hoy Madrid ha asistido a dos luchas diferentes pero, al final, complementarias. Por un lado, la de los extrabajadores de Telemadrid, que hoy esperaban una sentencia del Supremo sobre el ERE que les despojó de sus puestos en la cadena autonómica; por otro lado, la de los estudiantes que necesitan becas, que no pueden pagar los carísimos créditos y que ven cómo sus matrículas se encarecen cada año más.
La lucha de los extrabajadores de Telemadrid se ha saldado con un sabor agridulce. A la satisfacción de que el Tribunal Supremo ratificara que el ERE por el que han sido despedidos es improcedente, se le une que éste mismo tribunal no lo ha declarado nulo. La sentencia (si no se recurre ni se alarga), obligará a la Comunidad de Madrid a pagar más de el doble de las indemnizaciones, pero no a devolver los puestos de trabajo. De hecho, el Gobierno de Madrid dijo que si este último caso se daba, cerrarían el ente público porque no había dinero para readmitirlos a todos. Así que, por un lado bien y por el otro, en fin, la mayoría de ellos lo que quieren es trabajar. Quizá el Supremo ha dictado esta sentencia para evitar el mal mayor de que la cadena cierre y el resto de trabajadores también vayan a la calle pero lo que está claro es que éste es un nuevo triunfo del poder económico y de la mala gestión política contra los de siempre.
La lucha de los estudiantes, de momento, se ha saldado con más de 50 detenidos. Las barricadas de contenedores y palés prendidos de fuego han preñado el campus de la Complutense. A algunos la manifestación se les ha ido de las manos y, como siempre, los detractores de estos movimientos nobles y valientes, han aprovechado para generalizar. Lo que no se dan cuenta aquellos, inmensa minoría, que provocan altercados así es que al final se termina perjudicando a todo un colectivo, el de los estudiantes, que sale a la calle para reivindicar su derecho a estudiar, a labrarse un porvenir y a poder acceder, en igualdad de oportunidades, al futuro.
Sin duda, y aunque a muchos les pese, ambos casos son #MarcaEspaña. Y no sé qué es ni cómo puede arreglarse pero, desde luego, no se están gestionando bien los problemas de la gente, gente que va a votar y que vota, en estos tiempos tan difíciles. Quizá, algunos deberían mirarse menos el ombligo para empezar a acercar posiciones y terminar remando en la misma dirección.
Mientras tanto, ésto es lo que tendremos.
NOTA: Os dejo aquí un artículo de Joana Bonet titulado, ‘Carta a Suárez’, no quiero que os fijéis en la figura del expresidente sino en que hubo un tiempo en el que el poder político respondía a las necesidades humanas. Y quizá, no sé cómo, vaya siendo momento de creer que puede volver a ser así.
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