Cada mujer es un mundo y cada uno de mis cuatro embarazos fueron una experiencia inigualable, imposibles de comparar entre sí.
Antes de arrancar por el camino de la maternidad mis expectativas eran altas. Pensaba en el embarazo como un momento mágico, donde la vida de esa nueva personita que se está formando en tu interior me iba a hacer sentir especial, hermosa y siempre feliz. Lo vi en las películas y me lo creí. Pero nada fue así. Hubo llantos, miedos, sentimientos nuevos que no conocía, y experiencias distintas que me demostraron que de la teoría a la práctica hay un mundo, y que más que juzgar a otros, lo mejor es focalizar la energía en una misma.
Soy un peligro para las embarazadas o madres primerizas, porque mis cuatro experiencias fueron distintas entre sí, así que puedo comentar siempre y decir: “A mí también me pasó”.
El primero:
Si mal no recuerdo llamé a mi médico un millón de veces. Desde un “me duele la cabeza, ¿qué hago?” hasta un “¿puedo tomar sol en la panza?”. Fue magia pura. Me subscribí a todos los newsletters que había, a todos. Leía de estimulación, le ponía música a la panza, bajo la ducha le cantaba canciones infantiles. Totalmente compenetrada en el nuevo integrante de la familia. Al final tuve hipertensión, así que fue un parto natural pero inducido. En el sanatorio había mucha familia para conocer al “primogénito”: primer hijo, primer nieto, primer sobrino. La lactancia fue difícil. Hoy, mirando para atrás, creo que fue la presión que me ponía yo y que sentía que me ponía el universo.
El de rulos:
El mayor empezó a pararse y pensamos: listo, es hora del segundo. Y ahí llegó un embarazo donde todo cambió respecto al primero. Ya no había tiempo para dormir si estaba cansada, y no podía “no hacer esfuerzos”. Estaba el primero y había que atenderlo: upa, mamadera, dormidas entrecortadas. El trabajo de parto comenzó a las 3 de la mañana, así como en las películas y llegamos al hospital rapidísimo. Llegó al mundo con un parto totalmente natural a puro llanto. La lactancia fue increíble: natural, segura y plena.
Llegó el tercero:
Tardamos más de lo planeado, más que nada porque estábamos a cuatro manos con los dos primeros. El embarazo del tercero fue de todos el que me trajo más angustias. Ya había pasado por otros y sabía con más información qué pasaba en cada paso …
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