Vivimos en una sociedad donde prima eso de que todo son derechos, sin que lleguemos a analizar (porque no nos interesa en absoluto) que todos esos derechos (reales o supuestos) requieren de una contrapartida. Ocurre como en la contabilidad, todo tiene dos partes y siempre han de sumar lo mismo las dos, no hay DEBE sin HABER y si una de las dos columnas es mayor o menor que la otra… es porque algo hemos hecho mal. En la vida ocurre lo mismo y observo con tristeza que cada vez nos hacemos menos responsables de nuestros actos.
¿Por qué cada vez nos hacemos menos responsables de nuestros actos?
Cada vez nos hacemos menos responsables de nuestros actos y tendríamos que hacérnoslo mirar
Una tendencia habitual es echarle SIEMPRE la culpa a los demás, no importa a quién, solo importa que no recaiga en nosotros. Eso nos hace sentir bien, aunque los perjudicados hayamos sido nosotros. Claro que si además de perjudicados aceptamos que la culpa ha sido nuestra, entonces nos consideramos gilipollas… Por eso siempre será mejor echarle la culpa al vecino que (según siempre hemos pensado en secreto cuando nos cruzamos con él todas las mañanas y le sonreímos falsamente) es más gilipollas que uno mismo.
Estoy convencido de que, amores propios aparte, todo funcionaría mucho mejor en este planeta Tierra (supongo que también en los demás que alberguen vida semiinteligente) si cada uno se responsabilizara de sus actos y admitiera sus propios errores convirtiéndolos en experiencias.
Un ejemplo reciente de que cada vez nos hacemos menos responsables de nuestros actos es el protagonizado por don José Antonio Mateo Rivera, ciudadano gallego de 56 años, pasajero de la compañía de bajo coste Ryanair que, al coger un vuelo entre Madrid y Lanzarote, acabó a bordo del avión equivocado que le llevó a Bratislava.
Según sus propias palabras: «Sigo sin enterarme de nada y por qué no funcionaron los controles del personal de tierra. El personal de Ryanair tenía prisa y ni me miró la tarjeta de embarque ni el DNI. Me cambiaron tres veces de fila en la zona de embarque».
Lo que ahora quiere es que se esclarezcan los hechos y denunciar a Ryanair, a ver qué saca en limpio (al dinerito me refiero).
Yo podría esclarecerle lo sucedido sin cobrarle nada: que se equivocó de avión.
No voy a entrar en cuestiones como que ya se buscó la opción más barata para viajar, y sí, pienso que posiblemente los de Ryanair podrían haber puesto algo más de atención, pero si el avión no estaba lleno y el señor iba con una tarjeta de embarque de la aerolínea, ¿por qué ponerle pegas? Seguro que si nos miraran a todos con más detalle acabaríamos quejándonos y diciendo de ellos que son ineficaces porque se retrasan y que todo son pegas para dejarnos subir al avión (otra versión de echarle la culpa a los demás).
La noticia ha salido a la luz porque este señor lo ha denunciado y porque quiere sacar tajada del asunto. Yo tengo claro que si me equivoco de avión, no se entera ni mi madre, de la vergüenza que me entra.
Ramón Cerdá
Cada vez nos hacemos menos responsables de nuestros actos was last modified: octubre 17th, 2015 by Ramón Cerdá