Revista Religión
“…ellos les dijeron: ¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive?”Lucas 24.5
Estas palabras sobresalen y llaman mi atención cada vez que las leo. (Puede que hasta ya haya escrito alguna vez sobre ellas.) Un grupo de mujeres había ido a la tumba para preparar con especias el cadáver de Jesús. Ellas esperaban encontrar su cadáver.
Estaban preparadas para eso. En su mente, Jesús estaba muerto y solo podían esperar las cosas que se pueden esperar de un hombre muerto, nada. Al llegar, no encontraron su cuerpo y de hecho se les dijo que El ya no estaba allí y que estaba vivo. Fue en ese entonces cuando se les hizo la pregunta mencionada. Una pregunta válida.
Asocio esto con mi propia vida. A veces me acerco a Jesús como si fuese un cadáver amoroso, perdonador, compasivo, omnisciente, sanador, salvador y poderoso. Como si El fue en un momento todas esas cosas y ahora El solo es una memoria, un fantasma, solo una idea, pero no el vivo ejemplo de todo eso y mas. Un Dios muerto no puede realmente hacer nada. Un Dios viviente puede hacerlo todo.
Voy a lo siguiente. Cuando no esperamos mucho de El, le vemos como si estuviese “muerto.” Cuando esperamos mucho de El, le vemos como si estuviese “vivo.”
Cuando le vemos a El como muerto, todo lo que vemos es nuestro pecado y muerte. Cuando le vemos a El como vivo, podemos ver nuestra redención, futuro, esperanza y vida.
Hoy, no busques a Jesús entre los muertos. No lo busques en el cementerio de tu espíritu. El no es el rey de los muertos. Búscalo como el Señor de lo Vivo. Tu vivo y amoroso Salvador.
Robert & Rebecca Vander Meer
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