El primero en equivocarse es, como no, nuestro nunca lo bastante apreciado ZP, al pretender desbancar a Tomás Gómez, que no es precisamente un candidato modélico, sino un político gris, zafio y con menos sentido de la oportunidad que olfato político, por Trinidad Jiménez, que tampoco es que sea una ganga, pues ha demostrado, al frente de su ministerio, el mismo que tan mal gestionó una epidemia inexistente, ser mera y tosca fachada, como un decorado teatral. Y no es porque el primero, “per se”, sea mejor candidato que la segunda, sino porque ZP ha probado hasta la saciedad que es una suerte de Midas inverso que convierte en mierda todo lo que toca, y que cualquiera que trabaja en su gabinete se convierte en un cadáver político.
También se equivoca “la Trini”, que al mando de un ministerio sin competencias, siempre tan sumisa y obediente, quedaba estupenda en las fotos tras el consejo, al desempolvar la chupa de cuero, pues perder dos veces las mismas elecciones no redundará sino en acelerar su proceso de descomposición política.
Y también se equivoca Gómez, para qué negarlo, pues, al tener que ser llamado a capítulo, añade a su lista de virtudes el hecho de ser díscolo y levantisco, que, como todo el mundo, sabe son enormemente apreciadas en política.