Porque la cadena perpetua con revisiones ya existe en el reino, con condenas de 73 años, 243 años o 425 años. Así que de revisiones nada de nada. Que se pudran en el agujero.
Pero por otro lado desbordaríamos nuestro sistema penitenciario y nuestros bolsillos. Porque como los que tienen dinero acostumbran a librarse de las condenas, se nos llenarían las prisiones de pobres, moros, gitanos y toda esa chusma. Eso de darles techo y comida, tele, cursos de manualidades, pagarles la carrera que quieran… no, no me gusta.
Además, un tipo de 30 años puede entrar a prisión con una condena de 40. Eso quiere decir que saldría de la cárcel a los 70, totalmente "reinsertado" en nuestra sociedad. Pero ¿qué gana la sociedad? Puede tener artritis que le impida comer por sus propios medios. Puede sufrir de incontinencia urinaria y necesitar pañales para adulto. Puede sufrir de cataratas o necesitar diálisis cada dos o tres días. En fin, ése criminal, con la edad, se convertiría en una de nuestras pesadillas económicas. No, mejor la pena de muerte.
Aunque pensándolo bien, con una muerte rápida no pagarían el dolor que han causado. Sería conveniente volver a legalizar la tortura. Lo que me gusta de la cadena perpetua es que esos desechos humanos pierden toda esperanza de volver a la libertad. Así que de facto se convierte en una pena de muerte psicológica y social. Es atractivo ¿no?
Que la cadena perpetua evita la reincidencia de los asesinos y violadores que salen tras cumplir su pena es cierto, porque no salen. Y también evitaría errores judiciales como en el reciente caso de la niña de Huelva. Claro que se podrían cometer otros, pero tan pequeños que no vale la pena incidir en ellos, como el del negro violador o el del hispano asesino.
Pero es un pequeño precio a pagar, ya que todos sabemos que todos los informes de investigadores criminológicos, psicólogos, sociólogos y juristas que señalan que el endurecimiento de la sanción penal no es un factor que influya en la disminución de la tasa de delincuencia, son falsos. Que es mentira que la mayor permanencia en prisión y las normas de régimen penitenciario más severas no tienen efecto disuasorio. Que los estudios psicológicos y sociológicos que afirman que casi ningún recluso de larga duración reincide son informes pagados por la mafia buenista y progresí. Esos que ponen el grito en el cielo cuando se etiqueta de enfermos a los maricones y sin embargo les cuelgan la misma etiqueta a los sociópatas no reinsertables.
¿Cómo se les ocurre pensar que los fines políticos de la encarcelación de una persona son la "rehabilitación", la "reeducación" y la "reinserción" social, por mucho que lo diga su sacrosanta Constitución? Y aunque así fuera, ¿desde cuándo los derechos son para todos? Sólo son para los buenos, para nosotros, para los que cumplimos las reglas. Y además, ¡dejar vegetar seres humanos en condiciones deplorables es un derecho de toda sociedad civilizada!
Y aunque cada cierto tiempo vemos casos de personas que ya están reinsertadas a las que les llega la orden de ingreso en prisión por un delito menor cometido hace años, o las estadísticas señalan que existen miles de otros casos que nunca han salido ni serán publicitados en los medios para los que nuestro sistema sí funciona, o que no sea cierto que el índice de criminalidad se haya disparado, lo que hay que considerar es el caso mediático, el demagógico, el que despierta nuestros bajos instintos y nos hace clamar venganza. ¡Y además sale por televisión!
¿Son necesarios los derechos individuales, las garantías y la justicia social? ¡Para nada! Las leyes penales deben decidirse a golpe de dolor personal. Cuando somos víctimas de un delito no queremos intentar solucionar los problemas abordando las causas que los originan. Queremos venganza, queremos CADENA PERPETUA con mayúsculas, queremos que se pudran en la cárcel y que su estancia en ella sea un auténtico calvario.
Aunque bien mirado, si la única función de la cárcel es castigar, ¿por qué no admitir ese otro castigo?. Si damos por hecho que la cárcel no sirve para reinsertar sino que su función es castigar, no sé qué motivo habría para no admitir la pena de muerte. Total, si esa escoria no va a cambiar, mejor nos deshacemos de ella. La sociedad está dispuesta a pagar errores como el del negro fratricida.
Que Robert Hare, experto en psicología criminal, dijera: "No puedo devolver la conciencia al que no la tiene, ni puedo conseguir que un individuo que no conoce la compasión sea compasivo, ni puedo conseguir que un cerebro que no conoce la empatía pueda situarse en el lugar de los demás", nos da derecho a todos nosotros a pasarnos la compasión, la conciencia y la empatía por el culo.

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