Estamos sumidos en un gran “coffee-ring”. Es un efecto físico de flujo capilar que se observa perfectamente en una gota de café, de ahí su nombre.
El borde de la gota se evapora más rápido; el líquido, al intentar compensar esa pérdida, arrastra partículas hacia el perímetro, dejando el centro vacío.

Así estamos, política y socialmente. El único espacio donde caben puntos de reencuentro —en todo el perímetro: izquierda, derecha, arriba y abajo— está completamente vacío.
En el centro no hay nadie…

La ciencia dice —simplificando mucho— que podríamos volver a llenar el centro con los flujos de Marangoni, si añadimos un tensioactivo que disminuya la tensión superficial y rehidrate el centro común.
No es tan difícil encontrar tensioactivos. Están en los jabones, la pasta de dientes, los geles, los champús…
¿Guerras de pompas de jabón?
¿Fiestas de espuma?
Quizás haya que empezar por ahí.
Por algo que suavice.
Por algo que nos reúna en el centro.

