Una serie de ignorantes continúa, hoy en día, despotricando contra Céline por sus panfletos antisemitas y, lo que es peor: una serie de periódicos franceses se hacen eco de su ignorancia. ¿Qué quienes son esos ignorantes? Un alcalde francés, socialista (sic) que dijo públicamente que Céline era un excelente escritor pero un gran hijoputa. Y un cazador de nazis (sic) que tachó a Céline de verdugo. A ese alcalde francés yo le diría que él sí que es, aparte de ignorante, un perfecto y redomado hijodeputa que no sabe hacer ni la "o" con un canuto. Y al cazador de nazis le recordaría que para ser verdugo hay que haber ajusticiado antes a alguien, cosa que Céline no hizo en toda su vida. El único delito de Céline es haber escrito una obra difícilmente superable por nadie. Eso es, en definitiva, lo que no se le perdona. Pero sobre su supuesta influencia en los nazis y en lo que con posterioridad estos les hicieron a seis millones de judíos convendría recordar unas declaraciones del propio Céline a propósito de otros ignorantes y malos bichos de su época que le criticaban por los mismos motivos que hoy esgrimen, entre otros ignorantes y malos bichos, ese alcalde francés y ese cazador de nazis: declaraciones que me he molestado en traducir y que están recogidas en este libro que compré a las orillas del Sena, concretamente en la página 146 y cuya lectura, junto con la trilogía compuesta De un castillo a otro, Norte y Rigodón, recomiendo al quien esté interesado en conocer la verdad y no la mala baba de, ya digo, una serie de ignorantes e iletrados y cobardes que echan pestes de alguien que no se puede defender porque, por desgracia, está muerto:
Ignoran igualmente que en tanto "criminal fascista" "todas mis novelas" han sido "prohibidas" en Alemania desde el advenimiento de Hitler y durante todo el reinado hitleriano. ¿Saben que mi último editor "alemán" es Julius Kittel, Judío refugiado en Marich-Ostrau, Moravia (1936)?
No, querido y admirado Céline, no lo saben, no tienen ni puta idea, porque no se han tomado la molestia de leer ni uno solo de tus insuperables libros. Ni uno.