Publicación: Madrid: Alberto Santos, 2012
Descripción física: 493 p.; 24 cm.
ISBN: 978-84-95070-94-4
CDU: 821.134.2-31"19"
Signatura: N NAR caj
Precio: 18 euros en la Casa del Libro
EN VILO
La última vez que coincidí con Francisco Narla fue en una de las muchas presentaciones que hubo el año pasado de su novela Ronin. Allí acabé hablando con su agente literario y no recuerdo cómo surgió el tema, pero le pregunté si sería posible hacerse con el resto de novelas de Francisco. Me faltaban únicamente Los lobos del centeno, que fue la primera, y Caja negra, que se ha pasado meses esperando su turno y en ese lapso hasta les ha dado tiempo a sacar una nueva edición, a raíz de la tragedia aérea de la compañía Germanwings en los Alpes el pasado mes de marzo.
Argumento y personajes
Para que os hagáis una idea mejor de lo que trata el libro, os pongo el resumen que aparece en la propia contraportada:
Un piloto de línea aérea deja tras de sí un rastro de muerte y sangre: asesinatos, mutilaciones... Bangkok, Buenos Aires, San José, Nueva York... Las ciudades de medio mundo son el macabro escenario de las perversiones de un trastornado.Como vemos, el libro cuenta dos historias diferentes. Por un lado tenemos a Thomas Rye, un piloto que aprovecha sus viajes por diferentes puntos del mundo para cometer sus crímenes. Todos ellos parecen tener características comunes debido, principalmente, al estado en el que quedan los cadáveres, todos ellos mutilados de alguna manera; pero ¿cómo es posible que estén conectados dos asesinatos cometidos en un breve lapso en dos puntos opuestos del mundo? La policía intenta relacionarlos, pero parece inconcebible que los haya cometido la misma persona. Y por otro lado conoceremos a Sinesio Amorós, un aficionado a la parapsicología que consigue grabar, en una capilla de Dúbriga (la ciudad gallega en la que vive), unas psicofonías de lo más misteriosas. A través de él iremos descubriendo el misterio que rodea a esta pequeña capilla, además de que conoceremos detalles sobre el mundo de la parapsicología, e incluso sobre uno de los casos más conocidos en España, el de las caras de Bélmez.
Un parapsicólogo aficionado graba unas inquietantes psicofonías que son la primera pista para resolver un misterio que no debería ser desvelado; una leyenda celta olvidada, un pozo sagrado, una familia maldita...
Ambas historias, separadas por más de tres décadas, parecen no tener conexión alguna. Sin embargo colisionarán impulsadas por una fuerza maligna y arrolladora que no debería haber sido liberada.
Aparecen algunos otros personajes "secundarios" como el resto de pilotos que acompañan a Thomas en sus viajes, los policías que llevan el caso de uno de los asesinatos, las personas asesinadas (de ellas conoceremos menos detalles pero también el autor nos las describe), Rosalía, la amiga de Sinesio que lo ayuda a descubrir los misterios de la capilla de Dúbriga... Y también aparecerá un personaje que, aparentemente, no tiene nada que ver con la historia: se trata de Takeda, un japonés estudiante de literatura que cuando apareció me despistó muchísimo; pero al leer la novela descubriremos que Francisco no deja ni un solo cabo suelto, como siempre.
Mis impresiones
Tenía curiosidad por leer esta novela, básicamente para saber cómo había sido la evolución de Francisco. Él mismo, cuando le dije que iba a intentar hacerme con sus dos novelas anteriores, me dijo que tuviera en cuenta que eran las primeras y que no fuera demasiado mala con él. Y hace algunas semanas, cuando estaba previsto que se lanzara la nueva, Donde aúllan las colinas, nos llevamos una sorpresa porque a través de su agente literario nos enteramos de que la editorial había decidido relanzar Caja negra debido a las similitudes de la historia con lo que ocurrió en aquel avión en los Alpes. Así que estaba claro que en algún momento nos íbamos a encontrar en la novela con un piloto que estrella un avión, pero ¿cuándo exactamente sería eso? Según iba avanzando en la lectura no lo tenía muy claro, pero en el momento en el que empecé a sospechar cuándo ocurriría, casi se me cae el libro de las manos.
El caso es que la novela me ha sorprendido porque, aunque tanto Assur como Ronin son de las mejores lecturas que he hecho en mi vida, la verdad es que Caja negra no tiene nada que envidiar a estas dos; no sé si será porque ya iba predispuesta, al saber quién la había escrito, pero me atrevería a decir que aquí ya se intuye el estilo tan característico de Narla, al que ya nos tiene tan acostumbrados: es un estilo muy elegante, con un uso impecable del lenguaje, siempre utilizando la palabra correcta (sobre esto tuvimos precisamente una charla el día de la presentación de Ronin, en la que nos puso ejemplos de frases de significado igual pero utilizando palabras diferentes, para que nos diéramos cuenta de cómo hay muchas maneras de decir una misma cosa); pero sobre todo destacaría de él que tiene siempre un cuidado increíble en lo que se refiere a los detalles, no solo en los personajes sino en las descripciones de los lugares o de las situaciones que van ocurriendo en la novela. Nos resultará muy fácil meternos de lleno en la historia, precisamente gracias a esto; así que intuyo que, a pesar de que él insista en el hecho de que sean sus primeros escritos, con Los lobos del centeno me encontraré con este mismo cuidado a la hora de escribir, que como digo es tan característico en él.
Hubo un detalle que me gustó bastante, aunque en realidad no habría hecho falta recurrir a él porque es imposible perderse durante la lectura; en todo momento tendremos claro dónde nos encontramos y en qué época (indicaros que la historia de Thomas tiene lugar en 2010 y la de Sinesio en 1977, y durante la lectura iremos continuamente dando saltos principalmente entre estas dos fechas). Y es que el autor indica, al principio de cada capítulo, el año en el que nos encontramos; además las cifras aparecen en la página dispuestas en vertical, que me pareció muy original o al menos yo no lo había visto nunca así.
Otra cosa también de agradecer es el hecho de que, a pesar de que Francisco es piloto, en los capítulos en los que describe la rutina de a bordo no se entretiene en detalles que al resto de los mortales nos suenan a chino. Todo lo contrario, lo explica de manera bastante accesible y, es más, yo diría incluso que, conociendo más de cerca algunos de los detalles que rodean a la tripulación y a sus rutinas a la hora de volar, puede que hasta te dé algo menos de respeto esto de volar. Claro que lo del piloto psicópata es otra historia, pero también se supone que no siempre nos vamos a encontrar a uno a bordo de un avión...
Al principio de la lectura fui un poco a la expectativa de ver lo que me iba a encontrar, y por más que avanzaba no podía llegar a imaginarme cómo sería posible que dos historias tan distintas, la de Thomas y la de Sinesio, llegaran a cruzarse en algún momento. Entre eso y que las dos historias ya digo que se van más o menos alternando en cada capítulo, siempre que terminaba uno me quedaba con ganas de seguir leyendo para ver qué pasaba en el siguiente. Y al final me tuve que poner seria, porque ya le comenté a Francisco que hubo un día en el que casi me pillan mis jefes leyendo en la oficina, así que con toda mi fuerza de voluntad tuve que dejarlo para los ratos en los que no estuviera trabajando; y la verdad es que me costó bastante tener que hacerlo. Los pasajes en los que se habla de las psicofonías que graba Sinesio en la capilla no son aptos (creo yo) para leerlos por la noche, o estando medio a oscuras de noche en casa, o si estamos solos, porque con alguno de ellos se me llegó a poner la carne de gallina. Y los pasajes que nos hablan de Thomas también tienen lo suyo. La verdad es que el autor consigue meternos en la historia casi desde el principio, sin lugar a dudas.
Y, como siempre, algo que a estas alturas creo que debe de ser lo habitual en las novelas de Francisco Narla, al final se incluye un cuaderno de notas, en el que veremos que aparecen algunas aclaraciones sobre por qué el autor ha hecho o ha contado las cosas de una manera y no de otra, o incluso a veces pidiendo perdón a los expertos por haberlas hecho así. De esto nos habló largo y tendido en la presentación de Ronin, y es que él es extremadamente cuidadoso con todos los detalles, hasta el más pequeño que podamos imaginar; pero a veces se ve en la obligación de tomarse ciertas licencias, claro. Y por eso en ocasiones pide perdón, porque piensa que los lectores solemos ser exigentes, y que al haberlos de todos los pelajes, lo más posible es que haya quienes sean expertos en tal o cual campo; con lo que no le apetecía que lo pilláramos ni en el más mínimo error, y es por eso por lo que le lleva tantísimo trabajo la fase de documentarse a la hora de escribir sus novelas.
Conclusión
A estas alturas ya os imaginaréis que sin duda recomiendo esta novela. En el caso de Assur y Ronin hubo gente que me dijo que no se atrevía a animarse con ellas porque los tochos de casi mil páginas les daban un poco de respeto. Pero en este caso no hay excusa, que Caja negra es bastante más corta. Supongo que también habrá quien se anime a leerla por el morbo de lo del accidente de Germanwins, que ya sabemos que hay gente para todo; en mi caso ya tenía la novela desde mucho antes de que ocurriera el accidente, pero lo que está claro es que, a pesar de las semejanzas, en realidad ese pasaje no es desde luego lo más importante en la trama.
Cuando se acercaba el final y empecé a intuir lo que podía ir a pasar, menos mal que fue un viernes y ya había salido de trabajar, porque ya sí que tuve que seguir leyendo del tirón hasta la última página para ver si se confirmaban mis sospechas, como así fue. En cualquier caso, creo que si os animáis a leerla disfrutaréis muchísimo de una historia en la que hay un poco de misterio, algo de repelús (la parte de las psicofonías y aquella en la que cuenta algunos detalles sobre las caras de Bélmez me impactó), cosillas sobre aeronáutica, aunque sea en plan de andar por casa, y leyendas misteriosas de esas que hay tantas por Galicia y que a Francisco tanto le gustan.