“Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza” Eso es lo que pone en la entrada del infierno de “La Divina Comedia”, según Dante. Y la verdad es que es la que seguramente definiría bastante bien lo que nos está ocurriendo en demasiadas cosas en estos barrios que cada vez empiezan a parecerse más al infierno por compartimentos que nos enseñó el florentino.
Estos días nos estamos acostumbrando tanto a lo de que las eléctricas sean dueñas de nuestras almas y nos sacudan las carteras como los bandoleros de Sierra Morena que ya parece que nos estemos inmunizando. Eso es un problema serio que tenemos por aquí, nos acostumbramos a todo, aunque sea a que nos cobren un 268% por ciento más a pesar de que nos hicieran creer que liberalizando el mercado habría competencia y sería todo más barato, que risa, oiga. Al final, como siempre, cuatro gritos, dos lamentos y después, nada. Las eléctricas lo saben. Saben que aunque la ley dice que son servicios esenciales los “necesarios para el mantenimiento de las funciones sociales básicas, la salud, la seguridad, el bienestar social y económico de los ciudadanos, o el eficaz funcionamiento de las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas” no van a recibir el cañazo que pedimos que les de la Ley y que seguramente se merecen. Saben que de sanciones nada y de nacionalización mejor ni hablamos, aunque ese papelito que llamamos Constitución y que para unos casos es rígida pero para otros impresa en “Blandiblú”.
Se saben fuertes y nos vacilan con ello, igual les da vaciar un pantano en pleno verano aunque condenen a la sed y la miseria a toda una comarca para poder generar más energía barata que nos venderán a precio de oro que decirnos que cerrarán las centrales nucleares y suprimirán de golpe un 20% de la energía del país, con el invierno a las puertas y las familias muy escasas de dinero. Ni a los mejores mafiosos les saldrían mejor las amenazas.
¿Qué porqué se sienten tan fuertes? ¿Tu recuerdas cuando Rato salió por la tele diciéndonos aquello de “Es el mercado, amigo” y al final descubrimos que el mercado era él? Pues ahora puede que nos esté pasando algo parecido. Cuando hablamos de “las eléctricas” y porqué son tan fuertes como para convertir en guiñoles a presidentes del gobierno igual deberíamos saber que en este país, por el “extraño caso de las puertas giratórias” (un buen hilo para Santi Camacho y su Días Extraños) se han ido incorporando a los consejos de administración de empresas todopoderosas importantes excargos públicos, entre otras, mira tú por donde, las eléctricas; En Endesa han acampado entre otros, gente del PP como José María Aznar y Luis de Guindos pero también Elena Salgado (PSOE); En Gas Natural-Fenosa, Felipe Gonzalez (que se marcho “porque se aburría”) y En Iberdrola tres cuartos de lo mismo. Sabiendo eso, ¿Cómo crees que se van a perseguir los abusos si los que abusan son una extensión del consabido clientelismo político “typical Spanish”?
Hasta que no acabemos con el enchufismo, el favoritismo, las prebendas y las promesas de un sillón calentito y una alfombra mullidita después de pasar por la política no vamos a poder solucionar estos problemas que no son sólo los que afectan a tu cartera o la mía o que la factura de la luz te vaya a subir unos euros. Si es grave, pero más todavía lo será lo que van a padecer miles de familias en este país cuando tengan que enfrentarse a un invierno que está a la puerta de la esquina sin poder encender las estufas para evitar congelarse. Si, a la puerta del infierno de Dante pone “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza” pero puede que, si no hacemos algo (y ha de ser gordo) también lo ponga en miles de hogares condenados a la miseria energética.