Una de las partes del cuerpo que más padece durante el embarazo son las extremidades inferiores. Piernas y pies sustentan todo el peso del organismo que, en un corto periodo de tiempo, aumenta más del 10%. Este hecho, unido al cambio en el eje corporal y a factores internos propios del embarazo, causa entre otros, calambres en las piernas.
Los calambres son consecuencia de una contracción involuntaria del músculo, son dolorosos y durante el tiempo que duran no se puede mover la zona afectada.
Estos dolores musculares provocan en quien los sufre agarrotamiento y pesadez, lo que en el caso de la mujer embaraza empeora un estado ya de por sí pesado. Generalmente se producen por la realización de algún esfuerzo físico debido al cual, el ácido láctico se acumula en el músculo y provoca este dolor.
Calambres en las piernas durante el embarazo
En el caso de las embarazadas, no es tanto debido a grandes esfuerzos físicos, más bien a soportar de forma continúa a lo largo de todo el día el peso del bebé así como a los cambios que se sufren. Los trastornos hormonales que se producen durante el embarazo provocan que se ablanden las paredes de los vasos sanguíneos, haciendo más difícil el retorno venoso y linfático, con lo que se produce el estancamiento de líquido en las piernas.
Además, durante el embarazo el volumen de la sangre se incremente en torno a un 20%, esto puede provocar problemas en la circulación sanguínea que se agravan en las piernas debido al peso que el bebé ejerce sobre la pelvis.
Si contemplamos todos estos factores se comprueba el elevado grado de tensión muscular que soportan las piernas de la embarazada, y que acaba derivando en calambres. Estos se suele producir por la noche debido a que es cuando el cuerpo está en reposo. Las piernas se relajan y aparecen las contracciones musculares, especialmente en las pantorrillas y en los pies. Lo habitual es que surjan con más intensidad en el tercer trimestre, cuando el cuerpo está más pesado y los esfuerzos, por pequeños que sean, tienen mayores consecuencias. Pese a que no afectan al bebé, si que son molestos porque impiden a la madre conciliar el sueño con tranquilidad, lo que es de por si bastante complicado al entrar en la etapa final.
Prevención de los calambres
Para prevenirlos o al menos minimizar su efecto, es importante una alimentación sana, rica en leche y otros lácteos ya que la falta de calcio está asociada a la aparición de calambres. Una adecuada hidratación favorece a su vez que el organismo funcione mejor, disminuyendo entre otros los problemas de circulación. El ejercicio es fundamental para tener un cuerpo en forma capaz de sobrellevar el embarazo sin complicaciones. Y también puede ayudar realizar ejercicios de estiramientos o un masaje en las piernas antes de dormir, para evitar estas molestias durante la noche.
Si a pesar de todo seguimos padeciendo calambres podemos aliviarlo en el momento que se produzca estirando la pantorrilla, llevando la punta del pie hacia la pierna. Una vez haya pasado podemos masajear la zona, e incluso caminar un poco para evitar que vuelva a suceder. Y si estos calambres son muy continuos y molestos lo mejor será una visita al médico para descartar un problema más grave.