Con el
desmantelamiento de la URSS por parte de la burocracia soviética, el
capitalismo globalizado lanzó una ofensiva en todos los campos para desmantelar
las conquistas económicas, políticas y sociales impulsadas con la revolución
Bolchevique y concertadas en el llamado Estado de Bienestar Keynesiano de la
post guerra. La desregulación de los controles a los capitales y la flexibilización
laboral son expresiones de ello. En este marco se desarrolla la burbuja
inmobiliaria (1989/2006), la cual colapsa en 2006, provocando la crisis de las
hipotecas subprime (2007). Ello generó una profunda y amplia crisis financiera
(2008/2014) en casi todas las economías. Una primera ola recorrió y se instaló
en la otrora poderosa Europa, para luego generar sucesivos oleajes que
comienzan a impactar a América Latina y el Caribe. La crisis financiera del
capitalismo globalizado renueva su vocación liquidacionista de las conquistas
alcanzadas por los trabajadores y los sectores medios, con luchas y
movilizaciones por décadas, en toda la geografía del planeta. Una clara
expresión de esta dinámica lo constituyen los sucesivos, continuos y cada vez
más sistemáticos ataques a la educación pública. Estas operaciones se esconden
detrás de llamados a mejorar la calidad de la educación.
Los
ciudadanos de nuestros países no sólo quieren una educación pública, gratuita y
para todos, sino que ésta sea de calidad. Para quienes vivimos del trabajo,
ello tiene un claro significado. La calidad de la educación es para que el
sistema escolar garantice procesos de enseñanza-aprendizaje con pertinencia
social, capacidad resolutiva de problemas, el pleno desarrollo de la personalidad
y –en el caso de Venezuela- para alcanzar los objetivos y finalidades descritos
en el marco jurídico consensuado con el proceso constituyente. La calidad de la
educación es para garantizar que nuestro sistema educativo enseñe, investigue y
aplique los conocimientos de punta para formar generaciones que lideren la
independencia económica, tecnológica, científica y del conocimiento en general
con conciencia de los valores de la justicia social y la armonía con el
ambiente. Esa es la educación de calidad que aspiramos los trabajadores. Calidad
de la educación para profundizar la revolución en materia educativa y para
erradicar cualquier intento de contrarreformas del gran capital con la
participación protagónica de toda la población.
Para los
ricos la educación es un gasto que desvía importantes recursos y esfuerzos para
la producción de mercancías. La población es vista como simples consumidores,
los cuales pueden ser educados para ello, por los mass media, resultando desde
esa perspectiva innecesario el sistema escolar que concreta la premisa de la
educación como derecho humano fundamental. En consecuencia se generan un
conjunto de operaciones de contrarreformas que se expresan en los discursos
referidos a
(a) la
obsolescencia continuada de la escuela,
(b) la
precarización creciente de la formación docente;
(c) el
ataque a los derechos laborales del magisterio, especialmente los referidos a
estabilidad laboral, fondos de jubilaciones y pensiones, así como a las
condiciones de trabajo,
(d)
creciente exigencia a los docentes universitarios para que se conviertan en
captadores de fondos para las universidades,
(e)
tendencia a la generalización y cobro de pagos por estudios a los alumnos;
(f)
diversificación de la planta física escolar y su dotación con la premisa de
ahorrar costes,
(g)
congelación de salarios de los docentes por periodos superiores a los previstos
en las contrataciones colectivas.
Todas
están operaciones suelen introducirse con el “caballo de Troya” de la calidad
educativa. A partir de la exigencia ciudadana de mejora continua de los
sistemas educativos, que les permitan a los estudiantes y egresados un pleno
desarrollo personal, laboral y profesional se diseña una estrategia de
contrarreformas a escala planetaria. Para la necesaria unificación de criterios
de aplicación de estas contrarreformas se demanda de los sistemas de evaluación
de calidad, uniformidad en sus procesos, contenidos, criterios y parámetros.
Allí surgen PISA (2009 – ) cuyo nombre en español es Programa Internacional
para la Evaluación de Estudiantes estandariza los indicadores orientándolos
hacia las competencias de los estudiantes (15 años) conforme a los
requerimientos del mercado, la innovación tecnológica y las capacidades
adaptativas. La formación en historia o artística, vitales en la construcción
de cosmovisión del niño y el joven no son valoradas, lo cual ha llevado a
administraciones educativas como la española, la chilena (Piñera) o la de la
ciudad de Buenos Aires (Macri) a plantearse la eliminación o disminución a su
mínima expresión de las materias y contenidos geo históricos y artísticos, por
ejemplo.
En la
educación universitaria la Estrategia de Lisboa (1998/1999) conocida como
Proceso de Bolonia procura desarrollar las contrarreformas en la educación
superior en la Unión Europea. Sin embargo países como Estados Unidos no sólo
trabajan en esa dirección (PISA/Bolonia) sino que la profundizan. Por ejemplo,
en Chicago se cierran un centenar de escuelas ubicadas en sectores populares
con el argumento que no son útiles las “escuelas para repitientes”, se crean
escuelas “chárter” allí y en Nueva Orleans, a la par que se despide a
profesores como Carole Vance y Kim Hopper, de la universidad Mailman de Salud
Pública de la Universidad de Columbia, porque no habían atraído suficientes
fondos de subvención”. Todo ello, aunado al desarrollo de infraestructuras
universitarias que son emulaciones de centros comerciales con comedores
estéticamente macdonalizados.
Esta ofensiva de los más poderosos y ricos generó un importante movimiento de
masas anticapitalista que luchan para no permitir la implantación del concepto
de calidad educativa neoliberal. Desde Tel Aviv, Atenas, Londres, Nueva York,
Berlín, Lisboa, Quebec, el mundo árabe/musulmán, Santiago de Chile, Capital
Federal de Buenos Aires hasta Ciudad de Panamá, el anticapitalismo educativo se
expresa con fuerza.
Movimientos
estudiantiles como YoSoy132 (México), los pingüinos y los universitarios
(Chile), Indignados (Nueva York, Madrid, Italia), Juntos (Brasil), entre otros,
salieron a las calles a protestar los recortes presupuestarios a la educación y
contra las alzas de las tarifas de los servicios públicos. Pero no fueron los
únicos, en el 2010 los estudiantes franceses tomaron las calles contra la reforma
al régimen de pensiones, los recortes presupuestarios en educación y las
discrimaciones a los inmigrantes. En España, una parte importante del movimiento
de indignados del 15M saltó a la política anticapitalista a través de PODEMOS
(2014). Es evidente el protagonismo de los jóvenes en la llamada primavera
quebequense (2012), en este caso contra el alza de un 82% de las matrículas
universitarias, en Grecia (2009 – ), Portugal (2011), Italia (2011), donde se
protesta contra los recortes presupuestarios en educación. En el 2012 los
estudiantes mexicanos bajo el lema Yosoy132 tomaron las calles para demandar
democratización del sistema político y una mejor educación. De la resistencia
se pasa progresivamente a la acción política consciente. Las manifestaciones de
Sao Paulo (2013) contra el aumento de las tarifas del transporte, empalma con
las luchas de los maestros y profesores a escala planetaria, quienes demandan
no sólo mejoras laborales del sector sino contra la privatización de la
educación y la mercantilización de la vida cotidiana de los pueblos.
Las contrarreformas educativas no han logrado pasar sin amplias protestas del
magisterio en España (2012-2014), en México (2013) dirigidos por la
Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Enseñanza (CNTE), en Puerto
Rico (2013) contra la Ley 160 o más recientemente en Ciudad Capital de Buenos
Aires contra los “contenedores” de Macri y por aumentos salariales. Son solo
algunos ejemplos de la punta del iceberg que comienza emerger.
El desafío
ahora es retomar la ofensiva, como lo hizo el magisterio y los estudiantes en
Córdoba y el Mayo francés, para construir una agenda de transformaciones del
sistema educativo a la altura de las necesidades y requerimientos de los más
humildes, en el marco de un proyecto emancipatorio del siglo XXI. Ello implica
romper con clichés, entender que la crisis actual es parte de un largo proceso
de intentos de desmantelamiento de la educación pública, que demanda
creatividad, compromiso y resolución de las llamadas vanguardias. Pareciera
urgente y necesaria la convocatoria a una “conferencia”, “encuentro” o
“Congreso” Mundial de los jóvenes, estudiantes y el magisterio progresista para
estudiar, analizar y debatir las características particulares de esta ofensiva
neoliberal contra la educación pública y coordinar esfuerzos de resistencia y
ofensiva a escala planetaria por una educación de calidad comprometida con el
cambio social. Trabajemos en ello.
Por: Luis Bonilla-Molina
Fuente: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2017/02/12/calidad-de-la-educacion-en-la-perspectiva-anticapitalista/