La obsesión por las evaluaciones objetivas de los investigadores lleva, entre otras cosas, a mirar sólo aspectos cuantitativos, como el número de publicaciones o el factor de impacto de la revista en que están publicadas; esto produce, en realidad, una evaluación muy poco objetiva. Un artículo en Nature aporta una idea que puede ayudar a su solución: no incluir en el currículo el nombre de las revistas donde se han publicado los artículos.