Revista Viajes

Calilla. Capítulo 7: Aire

Por Vicent Bañuls Carbó @UnaventanaaNY

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Por fin ha llegado el día que tantas personas esperáis. Hoy toa el séptimo capítulo de Calilla. Os prometo que os va a dejar con la boca abierta. No os hago esperar más. ¡Allá vamos!

Capítulo 7

Aire.

Había pasado ya 15 días desde la muerte de Pablo y seguía sin poder explicármelo. En el cuartel solo estaban Sarah, Bob y los presos.

-Señor Richard, Señor Richard. El señor Houston ha recibido un cable de comandancia. Ya es libre. Es libre. La libertad ya la tiene, puede ser feliz.

Sarah vino a abrirme la puerta y la abrace con un afectuoso abrazo. Mientras nos separábamos Sarah me cogió la mano.

-Una persona como usted no debería de haber pasado todo esto.

-Gracias Sarah.

-Ahora por fin puede volver a ser feliz. Puede volver a Calilla y allí encontrar la mujer que se merece, porque estoy segura de que la encontrará.

-Ya le he encontrado.

-Me alegro mucho que la haya encontrado. ¿Quién es? Perdone. No quería pecar de curiosa. Discúlpeme.

- No te disculpes Sarah, no me hables de usted. La mujer está delante de mí.

Sarah se giró y no vio a nadie.

-¿Soy yo?

-No hay nadie más en esta celda. Así que sí.-La cogí de la mano- Sarah vente conmigo a Calilla, vivamos juntos, felices, quiero vivir la vida. Esta maldita celda me arrebatado mucho tiempo de mi vida, y no quiero volver a perder tiempo. ¿Vienes?

-Mmm- Suspiró Sarah- La verdad es que yo ya he empezado una relación con otra persona. Charles, su amigo. Es una persona maravillosa. Sé que es mayor que yo, pero le quiero. Me aporta cosas que otra persona de mi edad no me podría aportar.

-Sarah si es por dinero me parece muy mal que hagas eso.

-No es por dinero.

-El señor Charles por lo que tengo entendido estaba rondando a Mery, una mujer muy simpática, madre de un fotógrafo muy importante de la ciudad. Así que eso me hace pensar que te quieres quedar con él por el dinero. Pensaba que eras diferente, pero todas las mujeres tenéis dos intenciones.

-No le voy a permitir que me insulte.

-No tranquila no voy a continuar manteniendo una conversación con usted. Mañana pásese por mi casa y le pagaré lo que le debo, y ahí terminará nuestra relación. Que pase un buen día señorita.

¡Qué chasco me había llevado! Sarah iba a por el dinero de Charles, no se lo iba permitir, tenía que ir a hablar con el Señor Charles.

Salí del cuartel. Todo había cambiado, y mucho. Las calles eran de otra forma, la gente empezaba a vestir diferente… Pero lo importante es que ya estaba libre, aunque sin mí hijo. Parecía ser que todas las personas que se acercaban a mí terminaban muriéndose. No sabía que quería hacer, si continuar en Edimburgo o irme a Calilla. En los dos sitios había pasado cosas muy malas, cosas que me habían marcado la vida. Si ya no estaba Pablo, ¿Por quién tenía que luchar? Mi vida ya no tenía sentido. Me sentía destrozado. Pero era valiente. Tenía que hacerle frente a eso, como ya lo había hecho antes en muchas ocasiones.

En esos momentos siempre me acordaba de la banda y me daba cuenta de que mi vida sí que tenía sentido, y que tenía que seguir luchando por las injusticias. Era un mundo de corruptos y malas personas. Tenía que acabar con ello.

La gente me miraba raro, me sentía observado. Llegué como pude a mi cortijo, allí me recibieron todos mis trabajadores. Me hicieron una fiesta, que me sirvió mucho para levantarme el ánimo.

A mitad de la fiesta con los empleados, uno de los empleados se me acerco y me dijo:

-   ¿Le gusta la señorita Sarah?-Me dijo

-   Pues-me reí- No creo que sea de su incumbencia pero si tanto le interesa se lo voy a decir. Me gusta y mucho, estoy enamorado de ella.

-   Mire a esa puerta- me dijo el empleado.

Por esa puerta salió Sarah, vestida con sus mejores galas, radiante como siempre. Pero justo por la puerta de al lado salió Charles, mi vecino.

-   ¿Qué hacéis aquí? Sarah, ayer termino nuestra amistad, no estaba invitada. Y usted señor Charles, vaya con cuidado con esa pájara, se lo va a quitar todo.

-   ¿De verdad piensas todo esto mí?-Me dijo Sarah.

-   Te lo has ganado. Por favor, vete de mi casa.

-   Amigo Richard, sé lo que siente por esta mujer. Sarah solo quería comprobarlo, quería saber si eras un capricho o no. Pero se ha dado cuenta de que no, de que la ama con todas sus fuerzas- Dijo Charles.

-   Sarah-Me arrodillé ante ella- ¿Quieres casarte conmigo?

La estampa era maravillosa, todos felices en una fiesta, vestidos elegantemente, era todo demasiado perfecto.

-   ¡Pam! ¡Pam!- Se oyeron sonidos de disparos.

Ya lo había dicho yo, todo era demasiado perfecto.

-   Querido Richard, de las manos de Williams Loisy no se escapa nadie. Esta que es ¿Tu futura mujer? Iluso.

Sarah decidió moverse para venir a mi lado porque estaba asustada y ahora más por el comentario que acababa de decir Williams.

-   ¿Dónde vas estúpida? No te muevas.-Dijo Williams.

-   Ni se te ocurra poner la manos encima o no respondo de lo que voy a hacer-Dije yo.

-   ¿Qué me vas a hacer? Yo tengo una pistola en la mano y puedo acabar con ella y contigo en nada. No juegues conmigo que ya sabes cómo trato a la gente.- Gritando para decírselo a todos los asistentes de la fiesta les dijo:- ¿Saben qué señores? Este hombre es un –empezó a reírse.

Parecía que Williams llevase unas cuantas copas de más. Había que tratarlo con máxima delicadeza, pero había que ser eficaz.

-   Tú, estúpida inglesa o lo que seas. Ven aquí.-dijo Williams.

Sarah estaba muy asustada, se cogió de mi brazo y la puse detrás de mí. Al ver que Sarah se escondía, Williams se acercó a ella, la cogió de los pelos y se la llevó al centro de la sala.

-   De las manos de Williams Loisy no se escapa nadie ¿Lo entiendes? Que nadie se mueva y tu estúpida inglesa te vienes conmigo.

-   Ni se te ocurra dar un paso o no sales con vida de esta casa- Dijo Charles.

Entonces se acercó Williams a mí y me dijo:

-   No eres ni para defenderte niño malcriado- Me dijo Williams.

Sin pensármelo, le metí un puñetazo en toda la cara tirándolo al suelo.

-   Maldito Richard- Dijo Williams mientras cogía la pistola y dispara a una persona de la sala.

Sarah calló al suelo con un flujo de sangre que le salía por la barriga. Sí, Williams Loisy le había disparado a ella.

-   Llamen a un médico-Me acerque a Sarah- Tranquila cariño, todo va a salir bien, no es nada, tú eres fuerte.

-   No te acerques a mí, ve y mata a Williams, no tengas piedad de él, te está haciendo sufrir demasiado.-Dijo Sarah.

-   Pero…

-   Ve, si me muero, que sepas que te quiero y que eres la mejor persona que he conocido en la vida.

Le di un beso en la mejilla y me puse a correr detrás de Williams. Mientras me levantaba cogí la pistola con la que le había amenazado Charles a Williams antes. Williams corría muy deprisa, no sé cómo lo hacía. Estaba herido y todavía tenía fuerzas. Le disparé y la bala no le alcanzó.

-   ¿Qué pretendes, matarme? Con Williams Loisy no puede nadie. Nadie.

-   No lo tengas tan claro Señorito Williams- Le dije yo.

Entonces fue cuando Williams disparó pero pude esquivar la bala. En el momento en el que se giraba, tropezó con una piedra y se cayó al suelo. Eso me vino de perlas porque lo pude alcanzar.

Ahora los dos estábamos en las mismas condiciones, cara a cara, con armas. La única diferencia es que es él estaba herido y se acababa de caer y yo estaba de pie y apuntándole con la pisto a la cara.

-   A llegado tu hora maldito Williams, no voy a hacerte sufrir todo lo que tú me has hecho, seré rápido.

-   Mátame, es lo mejor que puedes hacer.

-   ¡Alto a la policía de Edimburgo! No den ni un solo paso más.

No lo había pensado, si le hacía algo a Williams terminaría en la cárcel y eso no podía ser, porque ahora tenía claro de que quería volver a Calilla.

-   Perdone policía, no quería causar molestias, solo estaba calmando a este hombre que al parecer… acaba de disparar a una persona- Le dije yo.

-   ¡Espósenlos!-Dijo el capitán a sus hombres- Ahora tranquilícense los dos, e iremos todos a comprobar si lo que ha dicho usted señor es verdad.

Así lo hicimos, tal y como dijo el capitán nos fuimos todos a mi cortijo. La cosa no había cambiado mucho desde que había salido. Charles estaba sujetando a Sarah mientras el médico de la ciudad le atendía. En ese momento Williams se desmayó, llevaba demasiado tiempo perdiendo sangre. Algunos policías, excepto el capitán se acercaron a Williams para reanimarlo.

-   ¿Así que usted solo lo estaba calmando no?-Me dijo el capitán- Mire lo que ha hecho, usted procure que no se muera si no, no vuelve a salir de la cárcel nunca. NUNCA.

-   Pero capitán, todo esto tiene una explicación, si me deja que se lo explique- intente defenderme yo.

-   Ahora no hay escusas que valgan, la vida de una persona está en juego.

-   Pero capitán cómo le he dicho, si se lo explico estoy seguro de que lo entenderá.

-   Capitán, este hombre tiene el pulso muy bajo-Dijo uno de sus hombres- Además está perdiendo mucha sangre.

-   De acuerdo, llévenselo-Contesto el capitán.

-   Capitán, este señor ha fallecido- Dijo un guardia.

-   Bien, llévenselo. Y usted, se va a la cárcel, queda detenido por homicidio-Dijo el capitán.

Entre tanto escándalo, Charles se levantó.

-   Alto ahí, que nadie mueve ni un solo dedo. Estoy armado. Señor capitán le voy a contar todo lo que ha hecho el hombre que acaba de fallecer. Ese hombre intento matar a la persona que ustedes quieren meter en la cárcel. Ese hombre, ha disparado a la señorita que ahora mismo está luchando en una batalla entre la vida y la muerte. Este señor, es el señorito Williams Loisy, la persona que secuestro y mato al hijo de la persona que ustedes quieren detener. Este hombre y su familia han dominado durante años la ciudad de Edimburgo. Este hombre es un corrupto asesino.

Estaba asombrado por la muestra de valentía que acababa de tener Charles.

-   Yo ya lo he dicho todo, aquí termina mi vida, y espero que después de esto usted señor capitán vaya a la cárcel y ese hombre lo tiren al río porque no se merece ni ser enterrado-Dijo Charles. Cogió la pistola y se apuntó a la cabeza- Adiós queridos amigos. Y usted policía, se tiene que matar una persona para que se den cuenta de la corrupción que hay en esta ciudad- Se disparó.

-   ¡Charles! ¡Charles!- Grite yo- Suéltenme policías, suéltenme.

Me acerqué a Charles, estaba lleno de rabia y de impotencia. Estaba muy triste y con mucha rabia encima, sin pensarlo cogí el arma y me disparé.

 

¿Cómo os habéis quedado? Nos vemos en la próxima entrega.

Feliz sábado

Vicent

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