Revista Viajes

Calilla. Capítulo 8: Nubes

Por Vicent Bañuls Carbó @UnaventanaaNY

tierra-de-vinos1

 

¡Buenos días!

Ya se termina Agosto, y ahora ya si que sí, vuelve para muchos, incluido yo, la odiada rutina. Yo voy a intentar llevarlo con la máxima alegría que es como me gusta llevarlo. Hoy para despedir el mes, toca el 8º capítulo de Calilla, lo mejor que podía elegir para el último día del mes. Aquí os dejo el capítulo.

Capítulo 8

Nubes

Sí, me disparé a mí mismo. Era el fin de mi vida, sabía que no iba a sobrevivir a este disparo, no podía ver como una persona se mataba por mí.

A los 27 años iba a llegar el fin de mi vida. A los escasos segundos en los que me disparé caí al suelo. Recordé a todos los bandoleros, a Sarah, a mi madre, a mi tío…

Sarah ya estaba más o menos estable, entonces fue cuando el médico que se encontraba en el cortijo vino a intentar salvarme la vida.

Tres meses después.

Ese médico me salvo la vida. Esos tres meses los pasé con Sarah a mi lado. Ya estaba recuperado del todo. Estábamos a salvo, sobretodo porque Williams había muerto. Hacía dos meses que estaba recuperado. Este último mes lo utilice para preparar todo lo necesario para mi partida hacia Calilla.

Después de un largo mes de negociaciones encontré lo que quería, un comprador para esta casa. Era la casa en la que se había criado mi tío y mi madre pero lo que había sucedido en los últimos meses hizo que vendiese esta casa. De las casa que me dejo mi tío, solo mantenía la de Londres y la de Calilla.

Sarah estaba radiante, ya estábamos comprometidos y ella estaba embarazada. Esa era una de las razones por las cuales el viaje de ida a Calilla se haría más difícil de lo normal. Para que no se le hiciese tan pesado, decidimos que nos quedaríamos algunos días en la casa de Londres. Al sur de Inglaterra cogeríamos el ferry que nos llevaría hasta Galicia y de Galicia, con diligencias, llegaríamos a Calilla.

1 mes y medio después.

Después de un mes y medio de viaje llegamos a la diligencia de Carrolamedos, un pueblo cercano a Calilla, en el cual llegaba la diligencia des de Madrid. De Carrolamedos a Calilla había unos 15 minutos caminando. Era un poco difícil para Sarah, ya llevaba casi tres meses embarazada y la barriga empezaba a notársele.

Con un poco de esfuerzo por parte de Sarah, llegamos a Calilla, a la plaza Mayor, donde por casualidad no muy oportuna nos encontramos con el alcalde de Calilla, seguía siendo el mismo corrupto, Don Matías Navarro.

-   Quién le ha visto y quién le ve señor Raymond. –Dijo el alcalde.

-   Buenas tardes señor alcalde. Le presento a mi prometida, Sarah Linson.

-   Encantado de conocerla bella dama. Mi nombre es Matías Navarro y des de hace 10 años soy el alcalde de Calilla. Aquí estoy para servirle.

-   Encantada de conocerle Señor Navarro- Dijo Sarah.

-   Bueno me alegro de verle Señor Navarro, nosotros nos tenemos que ir al cortijo a dejar el equipaje. Quede con Dios.

-   Adiós, bienvenidos otra vez.

Estaba cambiado el corrupto de Matías, me extrañaba que mis compañeros de partida no hubieses hecho nada por ello. Dando un paseo por la plaza, rumbo al cortijo, nos encontramos con Rafael, con Paco, con Javier el de la imprenta… Era prácticamente un año el que había estado fuera de este pueblo pero la gente continuaba siendo la misma.

Llegamos al cortijo, nos acomodamos y de lo cansados que estábamos nos dormimos.

A la mañana siguiente, el sol típico de Calilla entraba por la ventana medio levantada. Sarah todavía estaba dormida, así que decidí que era el día ideal para traerle el desayuno a la cama.

Así lo hice. La desperté trayéndole el desayuno a la cama.

-   Buenos días preciosa. Aquí tienes el desayuno.-Le dije yo.

-   Buenos días Richard. ¿Y esta sorpresa?

-   Te la mereces.

-   ¿Sabes? En lo poco que he visto de este pueblo, he visto que no exagerabas en nada de lo que me contabas, es realmente precioso.

-   Así es. Sarah sé que todo está sucediendo muy deprisa, pero tenemos que casarnos antes de que a ti se te note mucho la barriga. En este pueblo no será muy bien visto. Nadie lo sabe.-Le dije yo con un poco de apuro.

-   Tienes razón las cosas están sucediendo demasiado deprisa. Yo hace apenas un año solo era tu sirvienta, bueno la de tu tío, y ahora estoy embarazada de ti y nos tenemos que casar, pero me da igual que sea rápido. En este tiempo, aunque ha sido corto, me he dado cuenta de que eres el hombre de mi vida y quiero compartir todos los momentos de mi vida contigo- Me contesto Sarah.

-   No hay más que hablar, hoy mismo empezaremos con los preparativos de la boda.

-   Está bien.-Dijo Sarah.

Después de una charla muy entretenida mientras desayunamos, bajé al pueblo, bueno, mejor dicho a la cueva. No sabía que escusa ponerle a Sarah para que no se diese cuenta de que me iba a la cueva porque ella no sabía que pertenecía a una banda de bandoleros. Tampoco creía que era el momento oportuno porque estaba embarazada y nos íbamos a casar. Eran los dos sueños de mi vida con la mujer de mis sueños.

Llegué a la cueva. Allí estaban todos los compañeros de partida.

-   ¡¡Chicos!!- Les dije yo con mucha alegría.

-   Mira quien es, pero si es el finolis-Dijo Manuel.

-   Veo que no has cambiado-Le conteste yo.

-   Richard ¿cómo estás?-Me preguntó Paco.

-   Nos has tenido abandonados- Apunto Rafael.

-   Os he echado mucho de menos, espero que hayáis seguido luchando por todas las injusticias.

-   Así lo hemos hecho jefe- Me dijo Manuel.

-   Bueno aparte de venir a veros, he venido a daros dos noticias muy buenas, al menos para mí- les informe yo- En un mes más o menos, me voy a casar con Sarah la chica que más quiero en este mundo, y además muy pronto seré papá.

-   ¿Eso es verdad?-Me preguntó Rafael.

-   Sí. Pero hay un problema, ella no sabe que soy bandolero y creo que no es el momento perfecto para decírselo. Tengo miedo porque se altere y le pase algo al niño. No me lo perdonaría nunca.

-   Ya, pero pienso, si os casáis y ella descubre que eres bandolero y no está de acuerdo, pedirá la nulidad matrimonial y cuando diga el por qué, puede que desvele nuestro secreto.- Dijo Manuel.

-   Mira Richard, yo te aprecio mucho y sabes que te deseo lo mejor, por eso lo mejor ahora sería que le contase que eres bandolero, si pasa algo yo estaré ahí. Soy médico podré hacer lo que pueda. Pero estoy seguro de que no le pasará nada al niño.-Apuntó Paco.

-   No es tan fácil.-Les dije yo

-   Si todos nuestros problemas fuesen esos estaríamos tranquilos.

-   ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué ha pasado?-Le pregunté yo atemorizado.

-   ¿Te acuerdas del tiroteo que tuve con la Guardia Civil cuando Ambrosio estaba a punto de matarte?- Dijo Rafael mientras yo le asentí con la cabeza- De ahí lo llevaron a la cárcel y dos meses después, Ambrosio le ha contado a Matías todas las identidades de los bandoleros, y sabe dónde está nuestro escondite. La única identidad que no sabe es la tuya, parece ser que se le paró el corazón segundos antes de decir tu nombre.

Durante mi ausencia, las cosas no habían mejorado, el corrupto de Matías ahora nos tenía cogidos. Sabe quiénes somos. No sabía qué hacer, era la primera vez que descubrían la identidad de los bandoleros y la cosa era todavía más peligrosa porque era el mismísimo capitán de la Guardia Civil de este pueblo.

-    Vale chicos, aquí no estamos seguros. Temo que os pueda pasar algo. Sobre todo vosotros dos, Manuel y Rafael. Ya lo tengo, vais a trasladaros al sótano de mi casa. Allí no entra el personal de la casa así que estaréis a salvo- Le propuse yo.

-   Pero, y si se entera Matías que estamos escondidos en tu casa, sabrá que tú también perteneces a la banda.-Dijo muy preocupado Manuel.

-   Si lo sabe, no me preocupa, antes están vuestras vidas, nos las apañaremos. A las seis nos vemos en el alto del Sacerdote. Esconderos detrás de los olivos, estar atentos a cualquier persona sospechosa. Ahora entiendo porque había tanta policía.

La cosa estaba mal, pero más mal cuando de repente, entro el capitán de la Guardia Civil en la cueva. La cosa no podía ir peor.

-   Mira, pero si el bandolero que me faltaba eres tú, el sobrino de Alexander Hafly.  Eres igual de falso que tu tío. Ahora ya puedo mandaros al garrote, sucios bandoleros.-Dijo Roberto.

-   No te tolero que nos llames así, corrupto. Todas las muertes de este pueblo han sido culpa tuya, eres un corrupto-Le dije yo.

-   Mira bonito, represento a la Guardia Civil de este pueblo, y a la Guardia Civil se le respeta. ¿Lo tienes claro? Ahora que ya se quienes sois todos, vais a ser mis matones. Es un trato, hacéis lo que yo diga y no desvelo vuestra identidad. Si no lo hacéis, en apenas dos días estaréis todos en el garrote. Muertos.

-   Eres un corrupto de mierda-Le dijo Manuel.

-   Que seas el bandolero más temido de la sierra, a mí no me asusta-Se sacó una arma del bolsillo- porque apretando esta gatillo, puedo acabar con tu mierda de vida en nada.

Los bandoleros éramos gente que no solíamos matar a nadie, pero en la situación en la que estábamos, era la única salida. Yo tenía escondida en mi pierna una arma comprada en Londres. Era pequeñita, así que no parecía que la llevase

-   Sabe, si nosotros vamos al garrote usted vendrá con nosotros, porque se mata a los bandoleros pero también a los corruptos- Le dije yo con toda la rabia que tenía dentro.

-   Lo sé, pero antes me creerán a mí que no a unos bandoleruchos de pacotilla. Soy la ley en este pueblo. ¿Aceptáis?-Dijo el capitán.

-   Sabe que Señor Matías al igual que tú sabes que nosotros somos bandoleros, nosotros sabemos que tú eres un corrupto, o si no porque tiene tanto dinero, porque de ser capitán de la Guardia Civil no se gana tanto-Apunto Rafael.

-   Parece ser que no aceptáis sucios bandoleros. Lo habéis elegido. Mirar, voy a ser bueno, mañana a las doce os quiero en el cuartel a todos, porque sabéis que si os entregáis os reducen la pena de cárcel y puede ser que la muerte, si no lo hacéis, yo os delato.

-   ¿Será capaz?-Saque el arma- No me importaría apretar este gatillo, entonces tú pasarías a ser mi primera víctima.

-   Míralo, por fin el bandolero este muestra sus agallas-Me escupió-Eres un desgraciado. A la Guardia Civil no se le amenaza y menos a su capitán.

-   Vamos a hacer una cosa. No desvelas el nombre de los otros a cambio de que yo no desvele lo de tu corrupción. El único que puedes desvelar es el mío-Le dije yo.

-   Ahora quieres ser el santo, quieres sacrificarte por tus amigos. Me provocas risa sucio bandolero- Dijo Roberto.

-   Usted decide, tengo su vida en mis manos.

-   Dispara, si, dispara, a ver si eres capaz, además tampoco me queda mucho de vida.-Me dijo el capitán con un tono desafiante.

-   Adiós capitán.

El capitán cayó al suelo desmayado, yo no le hice nada, ni siquiera le toque.

-   ¿Rodrigo? ¿Rodrigo?- Paco lo miro con todo el material que tenía a mano para asegurarse de lo que había pasado- Me temo que se le ha parado el corazón.

-   ¿Lo habéis visto? Yo no he disparado a nadie.

-   Entonces, ahora estamos a salvo de momento-dijo Rafael.

-   No estés tan tranquilo, puede ser que el señor Rodrigo lo haya contado uno de sus compañeros-Apuntó Manuel.

-   Ya ves, aquí no estáis a salvo. Yo me tengo que ir, no puedo estar más tiempo aquí porque no nos podemos permitir que otro Guardia Civil conozca la identidad del bandolero que falta. El plan sigue en marcha, nos vemos a las seis en lo alto del sacerdote. Tener cuidado chicos. Estamos jugando con fuego.

Aterrado, así es como estaba. En apenas cinco minutos habíamos sido descubierto y también salvados. Al mismo tiempo ha muerto una persona delante de nosotros. No podía perder tiempo, el monte estaba repleto de policías. En estos momentos es el los cuales te planteas si has hecho bien con tu elección o no.

 

¿Cómo os habéis quedado?

Feliz sábado

Vicent

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