Call me by your name, Belleza y romanticismo se dan la mano

Por Raúl Bermejo

Desde los primeros fotogramas, en los que aparecen esculturas de corte clásico con una no menos clásica música de piano de fondo, “Call me by your name” se recrea en diferentes disciplinas artísticas, a través de unos personajes que viven por y para la cultura, personajes que son capaces de interpretar al piano piezas musicales según lo harían diferentes autores consagrados, de rescatar de las profundidades del océano y del olvido restos escultóricos, y de comunicarse entre ellos en variadas lenguas (por ello es recomendable verla en versión original). Pero la película no es una apología de la erudición más absoluta, y los protagonistas también son capaces de disfrutar de placeres más mundanos, de la naturaleza, así como de corrientes artísticas menos distinguidas (Richard Butler, Talking Heads o una orquesta de pueblo, por ejemplo).

Call me by your name, Belleza y romanticismo se dan la mano

Acostumbrados como estamos, a un cine en el que siempre existen las figuras de buenos y malos, se agradece en este caso que todos los protagonistas sean del primer grupo. Más allá de alguna envidia adolescente, no hay ningún personaje malvado que enturbie el buen clima que se respira en la película. Todos ellos son buena gente con buenos sentimientos, virtud que traspasa el alma de todos los personajes y contagia el físico que les acompaña, dotándoles de una belleza atípica. Bellos son los protagonistas, bellas las mocitas pueblerinas y, por encima de todos, bellos esos admirables padres, una Amira Casar que comparte la racial belleza de Mónica Bellucci y un pletórico Michael Stuhlbarg cuyo rostro recuerda por momentos a un avejentado Joaquin Phoenix con algún gesto del tristemente fallecido Robin Williams.
Call me by your name, Belleza y romanticismo se dan la mano

El romanticismo de manual de la película es digno de elogio. El comienzo de la historia sentimental adolece de cierta confusión, la confusión propia de un adolescente desorientado que se enfrenta simultáneamente a su despertar sexual y a su primer amor desde la más inocente pubertad, debiendo hacer frente, además, a determinados convencionalismos. La película contiene algunas de las escenas de amor más bellas jamás filmadas. Esos pies entrecruzados, esas miradas cómplices, baños en recónditos parajes ocultos a la vigilancia de la moral, o el tácito acuerdo que da título a la película.
Call me by your name, Belleza y romanticismo se dan la mano

“Call me by your name” consigue un hito en cuanto al cine en tres dimensiones se refiere, no porque utilice la técnica de filmación que simula la visión tridimensional del ojo humano y que revitalizó no hace mucho James Cameron en “Avatar”, sino porque consigue que el espectador se sumerja de lleno en la historia que cuenta y participe dentro de ella. Es una película poderosamente sensorial, uno no se limita a ver lo que está sucediendo en pantalla, sino que puede sentir los rayos del sol y la brisa en la piel, puede oler constantemente los melocotones, notar el sabor de su néctar en el paladar y por momentos estirar el brazo y alcanzar uno del árbol. Incluso puede sentirse como un invitado más de aquella acogedora masía veraniega.
Call me by your name, Belleza y romanticismo se dan la mano

“Call me by your name” tiene reminiscencias en forma y fondo de la prácticamente desconocida “Maurice” de James Ivory, pero en esta ocasión el academicismo no ahoga el sentimiento y la única frialdad se produce en un saludo mediante un brazo de metal, dando como resultado una obra imprescindible e inmortal.

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##check## Lo bueno

Si bien todos los personajes son un dechado de virtudes y aptitudes, el personaje del padre resulta ser el más reseñable. Su perspicacia a la hora de detectar lo que le está ocurriendo a su hijo, la maravillosa reacción que tiene y su alegato a favor de la felicidad por encima de cualquier otra prioridad, demuestran que toda una vida de libros y estudio le ha aportado no solamente cultura intelectual sino también cultura de corazón.

##times## Lo malo

Que acabe siendo recordada únicamente por la incómoda escena del melocotón.

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Ambientación 10

Cuidada fotografía y ambientes veraniegos fielmente representados. La recreación de los años ochenta es sencilla, pero a la vez muy esmerada y en algunas partes (como la fiesta en la plaza del pueblo) recuerda a la también muy nostálgica “Verano 1993”. El espectador se regocija con detalles tan nimios, pero a la vez tan reales y propios de ese tiempo y lugar, como una anciana aldeana pelando judías en la puerta de su casa, las partículas en suspensión que contiene la alberca, o unos protagonistas que van a todas partes en bicicleta siguiendo la estela de Jacques Tati.

Desarrollo de Personajes 9.0

Dibuja habilidosamente los dos personajes principales, con un errático Elio que se ve desbordado y sin capacidad de reaccionar, y el irresistible y seguro Oliver, que con su discurso y su carisma se vuelve el protagonista allá por donde pasa, ya sea en el baile de las fiestas del pueblo, o en la partida de cartas en el bar.

Argumento / Guión 10

Es uno de los poquísimos casos en los que la adaptación cinematográfica supera a la obra literaria que toma como punto de partida. Lo cual no es de extrañar, teniendo en cuenta que el mismísimo James Ivory participó codo con codo con Guadagnino en la escritura del guión.

Banda / Sonora 8.0

Bonita banda sonora, muy adecuada para un film tan preciosista como éste, y con algún hit de los años ochenta que aumenta el poder evocador de la película, como el ‘Lady lady lady’ de Giorgio Moroder.

Entretenimiento 7.0

No es una película demasiado dinámica y su argumento general se podría resumir en una sola línea. Pero si se le da una oportunidad y se le presta un mínimo de atención, consigue emocionar y divertir.