Revista Cine
Director: Luca Gudagnino --- Intérpretes Principales: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther Garrel, Victoire Du Bois. --- Argumento: Una historia de amor de verano entre Elio Perlman, un joven adolescente de 17 años, y Oliver, un estudiante de 24 invitado a la casa familiar de la Riviera italiana. --- Mi comentario: Precedida del éxito en certámenes internacionales como Toronto y/o Melbourne, donde ganó el prestigioso Premio del Público, nos llega como primera película del Festival de Cine Internacional de Donostia-San Sebastián 2017, dentro de la sección "Perlas" (la más esperada, no nos engañemos por el gran público). Y... francamente, no es demasiado fácil dar una opinión exacta sobre ella. Sucede que su visión invita finalmente a una cierta contradicción. Y la contradicción se da por cuanto el film es interesante, narrado con elegancia formal, con sensibilidad tonal y con suma delicadeza... pero su excesivo metraje echa por tierra. en mi opinión, parte de sus evidente virtudes.
Guadagnino se toma su tiempo en hacernos ver la atracción y cariño entre los dos protagonistas, así como (lo mejor de la película) su relación con familiares, amigos y ligues. Pero el ritmo impreso es ciertamente lento, no demasiado, aunque en todo momento la historia avanza otorgándonos datos y elementos sutiles muchas veces pero importantes. Esto hace que a veces el interés decaiga, deseando en un momento dado que finalice la película.
Y en esto que, cuando parece que todo está dicho y visto, se da la estupenda, maravillosa escena del diálogo entre el joven protagonista y su padre (un excelente Michael Stuhlbarg). Un diálogo de inmensa belleza, sensibilidad y cariño, donde se ve el amor de un padre hacia su hijo, mostrándole su respeto y abriéndole su corazón. Un momento de gran cine, a las que siguen dos hermosas y ciertamente tristes escenas, como la vida misma, pero cinematográficamente espléndidas y que muestran el dolor pero también la esperanza que ganará según el paso de los años. Así que, cuando parecía que habíamos visto todo y en cuanto a mí de forma algo desganada, asistimos a una lección de cine en sus últimos minutos. Esto es el milagro del cine, sí señor Guadagnino.