La característica de la semana pasada ha sido grandes líderes políticos soltando bocinazos, por no decir rebuznos, tanto en España como a nivel internacional.
El primero fue nuestro querido Presidente del Gobierno, que en un foro organizado por el PP bajo el lema “Libertad y Seguridad”, cuyo objeto era demostrar que para garantizar la seguridad se debe sacrificar la libertad si hace falta, explicó lo mala que es para un país la inseguridad jurídica, y lo desastrosa que puede ser para las inversiones. Aunque no lo mencionó por su nombre sino refiriéndose a que “algunos no se enteran” el comentario iba claramente dirigido a Artur Mas que acababa de anunciar elecciones anticipadas en Catalunya para el 27 de septiembre. Con los discursos de Rajoy me estoy quedando sin adjetivos, porque esperpéntico ya es demasiado suave para tanta burrada, porque resulta que él mismo es el principal responsable de que España esté en la cola de la seguridad jurídica en Europa, con un montón de demandas judiciales nacionales e internacionales porque el gobierno Rajoy, como hace siempre, se cachondeó del sistema jurídico con el tema de las energías renovables, y ahora resulta que se dedica a dar lecciones de lo que debe hacerse para evitar las consecuencias de la inseguridad jurídica, que ¡oh casualidad! consiste en hacer lo que él dice. ¿Cómo se puede votar por un tipo así, que desde el otoño del 2011 nos está tomando el pelo, no ha parado de engañarnos y no abre jamás la boca que no deje bien claro que nos toma por idiotas perdidos?.
En el mismo foro Esperanza Aguirre soltó lo siguiente: “…las abismales diferencias del comportamiento de todas las fuerzas políticas francesas después de los ataques terroristas de la semana pasada, y el comportamiento de las fuerzas política españolas después de los atentados del 11M. Diferencia de comportamiento que se hace aún más flagrante cuando acabamos de ver cómo Podemos y el PSOE se disputan ahora el siniestro honor de haber sido los convocantes de las antidemocráticas manifestaciones que tuvieron lugar el 13M delante de las sedes del Partido Popular”. Alguien tenía que haber aconsejado a esta señora que dejase tranquilo el 11 M, porque probablemente es cierto que las fuerzas políticas españolas reaccionaron de manera muy distinta a las francesas, pero también es cierto que tenían muchísimas razones para actuar como lo hicieron y manifestarse democráticamente frente a la sede del PP, porque François Hollande ha actuado como un hombre de Estado haciendo lo necesario para que el país pueda sobrellevar la tragedia con eficacia y dignidad, mientras José María Aznar actuó como un chulo barriobajero presionando y amenazando a quien no aceptase que se trataba de un atentado de ETA. De hecho la señora tiene razón, si es cierto que hay gran diferencia entre ambos casos, pero la gran diferencia, en sentido extremadamente negativo, no está en las manifestaciones o en la oposición, sino en el comportamiento de su partido, su gobierno, y sobre todo de su jefe.
Por cierto, lo de que el PP no tiene nada que ver con la trama Gurtel es el peor de los muchísimos chistes malos que el PP lleva años soltando. No descarto que de tan acostumbrados como están a mentir y a escalar en el nivel de las mentiras, acaben acusando a Artur Mas del caso Gurtel, organizado a través de la trama corrupta de la familia Pujol, y que no tuvo éxito y acabó descubriéndose gracias a la honestidad y transparencia del PP.
Fuera de España el premio al gran rebuzno se lo lleva Barak Obama que afirmó que en Europa los musulmanes no se sienten europeos y que deberíamos hacer más para integrarlos. Lo dijo además en una visita de Cameron, el Primer Ministro británico, en cuyo país están ahora intentando modificar las muchas y absurdas tonterías y barbaridades que hicieron en el pasado para contentar e integrar al Islam. Siempre lo he dicho, si fuese norteamericano muy probablemente sería demócrata, y sin dudarlo ni un segundo habría votado por Hillary Clinton.
De hecho Barak Obama podría haber dicho esta barbaridad por leer demasiados periódicos europeos. Una parte que me atrevería a calificar de mayoritaria de nuestros periodistas parecen haber perdido la razón y estar mucho más preocupados por defender al Islam que defender a la ciudadanía europea. La tremenda campaña contra la islamofobia, incluyendo erróneamente en ella la más mínima crítica o simple disconformidad con el Islam, está llegando a extremos que para mí son incomprensibles, a menos que nos hayamos vuelto todos locos.
No se entiende, por ejemplo, que en el Editorial de El Periódico del domingo 18, que adjunto, se critique duramente la simple exigencia de evidencias de que los musulmanes moderados condenan y no están en absoluto implicados en el terrorismo y separados de los fundamentalistas. Exigencia, además, que está mucho más que justificada precisamente por la tibieza de la respuesta musulmana que no ha aclarado en absoluto la cuestión, y por lo oscuro y nebuloso de la separación entre Islam moderado y radical. Todavía se entiende menos que el editorial acuse de hecho a la Opinión Pública y a los ciudadanos en general del fracaso de la integración del Islam, cuando lo que ha fracasado es el multiculturalismo, y lo ha hecho precisamente por la decisión, casi obsesión, de no integrarse de muchos de los propios musulmanes. Como no podía ser de otra forma el editorial menciona a Dolors Bramón, la nueva profeta buenista del Islam, y para más recochineo acaba pidiendo reflexión a la población, es decir, los terroristas ponen bombas y asesinan infieles en nombre del Islam, y los que hemos de reflexionar somos nosotros y no los musulmanes.
Una cosa es hacer todo lo necesario para que no crezca el odio al Islam, a pesar de las barbaridades de sus radicales, y otra muy distinta acabar reclamando que seamos nosotros quienes pidamos perdón y rectifiquemos. Lo he repetido miles de veces: una de las grandes especialidades musulmanas es ser el agresor y acabar pasando por victima, especialidad en que son más eficaces cuantos más idiotas hay en el bando opuesto.
Afortunadamente en Francia, Reino Unido y Alemania empieza a aparecer y a ganar fuerza cada día una corriente de opinión que se desmarca de los xenófobos y que mantiene que nuestros valores y los del Islam no tienen nada que ver y a menudo son contrapuestos, y que se debería partir de esta base para alcanzar un nivel de convivencia aceptable, abandonando el fracasado multiculturalismo. Precisamente porque esta opinión está cargada de sentido común y está obteniendo una buena recepción por parte de la Opinión Pública, ha sido atacada de manera histérica por los defensores a ultranza del Islam, que curiosamente en su mayor parte son de izquierdas y ateos.