Revista Viajes
Lo prometido es deuda, así que estamos de vuelta para contarles un poco más sobre VITORIA – GASTEIZ una ciudad en la que, como verán, se dan la mano el desarrollo con las buenas prácticas ambientales; cosa que la convierte en una especie de ínsula en un país donde, como dijimos en la entrada anterior, casi la mayoría respira un aire viciado, según las estimaciones de la OMS.
Pues bien, luego de haber dejado atrás la parte medieval de la capital alavesa bajamos por la CUESTA DE SAN VICENTE hacia lo que sería la zona más neoclásica. Digo esto porque es notorio el cambio que se da al pasar del dédalo de callejuelas enrevesadas de la zona alta a un espacio amplio, abierto, esquemático, si se quiere, de la parte baja al que alguno conoce como el ENSANCHE. Lo primero que vimos apenas dejamos atrás la cuesta fueron LOS ARQUILLOS, una simpática sucesión de largos soportales.
Desde allí otra cuesta, la de MATEO DE MORAZA, nos llevó hasta lo que debe ser la plaza más bonita de la ciudad: la de LA VIRGEN BLANCA, corazón de Vitoria desde que en la Edad Media en había allí un mercado. A mí me encantó esta plaza, es muy tranquila y amena y se encuentra rodeada de bellos edificios como la IGLESIA DE SAN MIGUEL ARCANGEL. La nota curiosa en esta iglesia la pone el monumento al Celedón que se encuentra en el atrio, al lado de una balconada. Este es un personaje que representa al muñeco de trapo al que lanzan, atado a una cuerda, desde la torre de la iglesia de San Miguel. El monigote suele tener un paraguas del que parece aferrarse para hacer un aterrizaje forzoso. Abajo, en la plaza, miles de vitorianos eufóricos esperan el descenso del Celedón mientras que descorchan cientos de espumosos champanes. Les dejo un videíto que buen vale la pena ver. Dan ganas de estar allí, siendo parte de todo ese jolgorio desbocado.
En medio de la plaza de la Virgen Blanca hay un conjunto escultórico excepcional al que llaman el Monumento a la Batalla de Vitoria, que rememora el enfrentamiento entre las fuerzas españolas y las francesas que al final ganaron los hispanos lo que obligó a los galos y a su líder, José Bonaparte, Pepe Botella para los amigos, a retirarse para humillación del Corso.
Al lado de esta plaza se encuentra otra que se llama la de ESPAÑA y que es grande y cuadrada como muchas de las que he visto en otras ciudades de este país. No me esperaba encontrar una plaza con este nombre en el País Vasco; parece que, como me dijo un amigo, los Vitorianos son los más españoles de los vascos.
Desde la plaza de la VIRGEN BLANCA sale la moderna calle del Prado por el que caminamos unos pocos metros hacia el edificio que se veía al fondo, al final de la calle: la CATEDRAL DE MARIA INMACULADA, que se considera la catedral nueva, hermanada con la vieja, que se está restaurando, aunque son muy distintas. Esta, la de María Inmaculada, tiene un estilo neogótico que se nota a leguas.
A un costado de este templo se ubica la calle MONSEÑOR CADENA que es la frontera entre dos parques: el que se encuentra detrás de la catedral es muy interesante y tiene unas esculturas muy llamativas. El que está al otro lado de la calle es el PARQUE LA FLORIDA al que se considera el parque por excelencia de la ciudad. Allí fuimos y recorrimos sus sinuosos senderos bien sombreados por cedros y castaños. Es bueno saber que hay en Vitoria-Gasteiz algo más de mil hectáreas de áreas verdes y eso significa que si tuviéramos que repartir esta riqueza verde entre cada habitante de esta ciudad cada uno recibiría 46 metros cuadrados. Envidiable. Como peculiar adorno se pueden ver en este gran jardín varias estatuas hechas en memoria de algunos artistas, como por ejemplo algún músico de jazz.
Desde este espacio verde se llega, en contados minutos, al delicioso PASEO DE LA SENDA y que recorreremos no solo para mirar los bonitos edificios que allí hay sino también para disfrutar una imprescindible y estupenda caminata. Este es uno de los varios paseos que parten desde el centro de la ciudad y se internan en la periferia. Los vitorianos pueden caminar por allí o ir en bici pues existe un excelente servicio de préstamo -hay un puesto de préstamo a menos de 300 metros del ciudadano- a la sombra de algunos de los 130 mil árboles que hay en las áreas públicas de la ciudad. Entre los edificios más hermosos que allí se pueden ver están la Villa Sofía, el Museo de la Armería, el de Bellas Artes, entre otros muchos.
Causa grata impresión saber y ver de todo esto. Máxime si se considera que en Vitoria el uso del coche era muy exagerado y el servicio de transporte público bastante deficiente. Hoy los trayectos del servicio público han crecido un 41,42 %, eso incluye el uso de los nuevos tranvías. Pero las buenas y verdes noticias no acaban allí. Es necesario saber, y recorrer, el “Anillo Verde”, un espacio que tiene un “alto valor ecológico y paisajístico” y que con sus 30 kilómetros circunda la ciudad. Como ven, había justos y suficientes motivos para que Vitoria fuera considerada la CAPITAL VERDE EUROPEA del 2012.
El Paseo de la Senda nos llevó, cómo no, hasta el amplio PARQUE DEL PRADO, una antigua dehesa medieval que se ha convertido en el lugar favorito para los amantes del atletismo; dicen que Martín Fiz, campeón del mundo de maratón-1995, se ha preparado allí para todas las grandes competiciones internacionales en las que ha participado. Avisados estáis deportistas. Si sigues caminando por este parque llegarás a uno más grande llamado Armentia que forma parte del Anillo Verde del que hemos hablado líneas arriba.
En conclusión, la visita a Vitoria, aunque corta, ha sido placentera. No siempre se tiene la suerte de caminar en una ciudad donde la calidad de vida y el compromiso con el medio ambiente no sean solo intenciones sino hechos y resultados. Esto da esperanza y motiva. Vitoria debería ser el modelo a seguir por muchas ciudades no solo en España sino en el mundo. El hecho de que haya un lugar como este nos enseña que puede haber desarrollo sin que eso merme la vida y la salud de las personas. Muchas veces pienso que sí, que hay que decrecer en aquello que nos daña y crecer en iniciativas que ayuden a hacer la vida mejor para la gente de las ciudades: crecer en políticas de sostenibilidad, respeto al medio ambiente, uso del transporte público, manejo responsable de los recursos y demás. No es una utopía, es posible y en Vitoria se nota que sí se puede hacer realidad todo ello. Hasta la próxima.
Pablo