Cuando se habla de La Rioja es inevitable pensar en buena tierra y buen vino. Pero olvidamos que esa parte de España también ostenta muchas maravillas culturales, sobre todo arquitectónicas, que al igual que su excelente vino podrían darle renombre mundial. En entradas anteriores hemos escrito sobre nuestras visitas a lugares como San Vicente de la Sonsierra o sobre el ritual de “los picaos” que allí mismo se celebra; pues bien a pocos kilómetros de allí se encuentra Briones; otro pequeño pero encantado rincón de los muchos que hay en España y que bien amerita una visita…
Son los primeros días de la primavera y el sol se despereza de su letargo invernal alumbrando y calentando con fuerza al mundo. Es la hora de la siesta y en las estrechas calles del antiguo pueblo de Briones (las primeras referencias históricas sobre Briones se remontan al tiempo de los romanos) apenas si hay gente. Es como si se paseara por un enorme museo que ha sido abierto solo para uno: puedes andar mirando sin apuro los blasones en las entradas de las casas, los bellos enrejados y balcones, las murallas, las iglesias, las aldabas de las puertas, todo ello como si este lugar existiera solo para que tú lo vieras.
Es una buena idea empezar la visita por la Plaza España, que es quizás el único lugar que nos da una idea de que realmente no estamos en un pueblo fantasmaya que allí los pequeños corretean mientras que sus padres los vigilan desde las sombras de las terrazas de los bares; una pareja de jóvenes se sienta en la banca buscando el calor no solo de los besos sino también del fuerte sol y más allá algún extranjero se devana los sesos tratando de entender la simbología de la fachada de la fascinante iglesia. Es justamente en esta plaza donde se encuentran algunos de los edificios más notables del pueblo.
Por ejemplo, el Ayuntamiento de la Villa (antes palacio de los Marqueses de San Nicolás), de 1755, considerada una de las construcciones civiles más interesantes de La Rioja. Llaman la atención sus escudos y medallones y la armonía de sus formas. Al frente está la casa más antigua del pueblo la cual tiene dos plantas con una entrada de medio punto de la cual en cualquiera momento pareciera que va a salir con toda naturalidad un personaje de esos que abundan en las historias de caballeros y castillos.
También se pueden ver la Casa de los Arcos, que aunque restaurada sigue siendo una construcción muy hermosa. Y al lado la joya del pueblo y que ningún visitante debería dejar de conocer, aunque sea el más antirreligioso de los seres humanos: La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construcción del siglo XVI.
Lo primero que llama la atención es la torre de este templo. Está hermosamente adornada y sobresale con ventaja por sobre todos los otros edificios y le sirve al visitante como referencia para guiar sus pasos hacia la plaza. Vista desde lejos, la silueta de Briones no se podría entender sin esta magnífica torre.
La portada principal del templo debe ser una de las obras más sublimes de La Rioja. En la iconografía que la adorna resaltan las imágenes de santos y pasajes bíblicos muchas de ellas tratando de ensalzar la imagen de la Virgen de la cual la iglesia lleva el nombre.
Apenas traspasada la entrada del templo lo primero que se ve en la parte alta es el inmenso órgano de 1767; adornado en estilo rococó como si fuera una capilla más. Luego caminamos por cada una de las naves góticas de este fastuoso lugar mirando impresionados los altos pilares cilíndricos que sostienen las bóvedas. Como ya nos había pasado antes con la iglesia de San Vicente de la Sonsierra, la de Briones también nos impresionó por su grandiosidad (parece más una catedral) y por la belleza de sus imágenes y retablos. Una cosa interesante, para mí que soy peruano, es la Capilla de los Perea, fundado por el agustiniano fray Pedro de Perea, hijo de este pueblo y que fue obispo de Arequipa, ciudad del sur del Perú.
El retablo mayor está considerado como el más monumental de toda La Rioja lo cual ya es decir bastante teniendo en cuenta que muchos templos en esta zona tienen dimensiones prominentes. Allí se pueden ver esculturas de gran calidad y bellísimas escenas que aluden a la Vida de la Virgen María y a la Vida y Pasión de Cristo.
Un poco más allá se encuentra la sacristía (el acceso está prohibido pero se puede ver el interior a través de unas rejas) la cual está decorada con pinturas al fresco de 1791, una gran cajonería del siglo XVI, espejos de estilo barroco, varios relicarios y lienzos de notable factura.
Una curiosidad es el hecho de que se le permita al visitante encender las luces del templo por el tiempo que quiera siempre y cuando deposite algunas monedas en una cajita puesta en una de las columnas; a más dinero pongas más tiempo estarán encendidas las luces. Lo mismo pasa si quieres oír la música del órgano, tienes que poner 0.50 céntimos de Euro para oír su magnífica música por 5 minutos. Nosotros pusimos unas monedas para tener la luz y la música para nosotros y la experiencia fue ideal. Ojala en muchas más iglesias se pudiera hacer algo parecido.
Continuamos la visita. Desde la plaza hay que ir directamente a "El Puntal", lugar ubicado en las Cercas del Torreón. Es el lugar indicado para tener vistas privilegiadas de todo el territorio que circunda Briones, el cual desde allí parece una isla encerrada por el verdor de las vides y por el Ebro que serpentea abajo mientras lame las orillas de estas tierras fértiles y productoras del famoso vino riojano. Otra vista imperdible es la del castillo de Davalillo, en los límites con San Asensio, que al estar situado sobre una colina parece un bastión inexpugnable. Esta vez no pudimos llegar hasta allí pero ya será motivo para volver y andar por los caminos que se abren paso entre los viñedos hasta ese castillo. Desde este “puntal” sale un pequeño paseo, llamado Paseo de las Cercas, el cual rodea la parte central del pueblo y por donde recomendamos continuar la visita ya que desde allí las vistas son impresionantes.
Bajando siempre por el paseo se llega a las ruinas de lo que fue el castillo y donde aún quedan los restos de una inmensa torre lo cual nos da la idea de las altas murallas que debió tener Briones para protegerla de las arremetidas navarras, como tierra fronteriza que fue entre reinos belicosos. A la cima de la torre se sube por una escalera de caracol muy alto que han dispuesto para permitirle al viajero darse una idea de lo que debieron haber visto los guardianes del pueblo de otros tiempos. A los pies de esta torre se ha hecho un bonito jardín a modo de recordar los jardines medievales que debió haber habido en este pueblo en el tiempo de caballeros y guerras a espada y caballo.
Seguimos el descenso mientras vemos las antiguas entradas medievales al pueblo, muchas de las cuales tienen antiguos escudos en sus partes altas. Casi al final del paseo llegamos a la "Ermita del Cristo" (XVIII), que debe ser una de las pocas en el mundo con una planta de forma octagonal. Soy muy dado a visitar iglesias (pese a mi ateísmo) y solo recuerdo haber visto una con planta parecida en el centro de Lima, la llamada Iglesia de los Huérfanos, aunque seguro deben haber muchas más. Solo encontramos abierta la parte de la entrada a la iglesia por lo que pudimos ver su bonito interior a través de los cristales de la puerta. Por lo visto debe ser más que interesante entrar pero no sabemos las horas a las que abren y no había ningún aviso de horarios de visita. Quisimos preguntar en un local en la que habían puesto el aviso de Información Turística pero estuvo cerrado las dos veces que fuimos. Por lo visto en la web del ayuntamiento informan que funciona solo en verano.
Dejamos el pueblo para continuar la visita esta vez en sus alrededores. Un museo de embriagadora esencia esperaba por nosotros. Allí nos vemos…
Pablo