Revista Viajes

Callejeando por Cracovia

Por Pablosolorzano


Debió haber sido el invierno, el día gris, el viento que rugía amenazante o el hecho de saber las cosas horribles que aquí pasaron: ese recuerdo parecía estar agazapado en las paredes desconchadas, en las puertas viejas de las casas, en las fachadas poco cuidadas de los edificios de este lugar. Debió haber sido eso o algo parecido lo que dispuso mi ánimo de tal modo que sentí una punzada de inexplicable melancolía cuando recorría las calles del barrio de KAZIMIERZ.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Barrio de KAZIMIERZ. Cracovia - Polonia. Foto http://www.turismocracovia.com/

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Barrio de KAZIMIERZ. Cracovia - Polonia Foto http://www.viaggero.it/index.html

En su época un pueblo medieval que formó sus propias leyes y carácter; fue absorbida por Cracovia y se convirtió en el barrio con más judíos en toda Polonia. Vinieron en busca de refugio pero el vendaval de la muerte acabó con la esperanza de la sobrevivencia y miles y miles de ellos acabaron en las cámaras de los horrores del nazismo. Desde la segunda guerra mundial KAZIMIERZ vivió un silencioso letargo en el cual la marca indeleble del horror parecía ser lo único existente hasta que llegó HOLLYWOOD, esa máquina de crear fantasías y tendencias turísticas, y con su varita mágica hizo posible que gracias a una película (La lista de Schindler) el barrio se despertara de la rémora en la que vivía sumido y pasar a convertirse en uno de los rincones más visitados de Cracovia. 

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Barrio de KAZIMIERZ. Cracovia - Polonia. Foto de http://tucuta-vivencias.blogspot.com.es/

Hacía allí dirigimos nuestros pasos luego de visitar la colina de WAWEL (ver entrada anterior). Caminamos a la vera del Vistula hasta el puente GRUNWALD desde donde vimos, una vez más, sobresaliendo por estar erigida sobre un promontorio rocoso, las macizas torres de la iglesia paulina de SAN ESTANISLAO. Como dijimos está asociada al santo patrón de Polonia que fue decapitado y desmembrado en 1079. En el lado izquierdo del altar mayor hay un tronco protegido por un cristal que se supone que es donde decapitaron al santo, reliquia que ha convertido a esta iglesia en un lugar de peregrinaje para muchos polacos. Aunque cuando fuimos, muy temprano por la mañana, no había nadie.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Iglesia de San Estanislao. Cracovia - Polonia

En los alrededores de la iglesia encontramos la imagen de Juan Pablo II (¡de nuevo!) y una plazoleta en donde había unas columnas sobre cada una de las cuales se aposentaba la estatua de un obispo o un santo.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Iglesia de San Estanislao. Cracovia - Polonia

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Iglesia de San Estanislao. Cracovia - Polonia


Salimos de esta zona y a través de la calle SKALECZNA nos adentramos más en el viejo barrio de Kazimierz. Todavía estamos en la parte católica por lo que no sorprende encontrase otro edificio católico notable, más que eso, deslumbrante. La IGLESIA DE SANTA CATALINA.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Iglesia de Santa Catalina. Cracovia - Polonia. Foto de http://www.augnet.org

Vista desde afuera ya llama la atención por su tamaño monumental y ese rojizo constante de sus paredes enladrilladas. Sus alargadas ventanas y pináculos apuntando al cielo nos dejan sentir la fuerza gótica de este majestuoso templo. Y si por fuera la arquitectura es sencilla y recia, los interiores son un ensalzamiento del lujo y de la magnificencia. Su altar barroco, de 1634, y la sillería del coro son piezas fantásticas.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Iglesia de Santa Catalina. Cracovia - Polonia. Foto de http://www.wikipedia.org/

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Iglesia de Santa Catalina. Cracovia - Polonia. Foto de http://www.flickr.com/

Salimos de nuevo a la calle SKALECZNA y no nos detenemos hasta dar con KRAKOWSKA por donde doblamos a la izquierda y luego volvemos a doblar por la primera esquina que encontramos a la derecha. Ya estamos en la calle JOZEFA. Una arteria larga cuyas casas no alteran en mucho la armoniosa arquitectura de la ciudad. Aunque debo decir que al menos yo sentí un cambio en el ambiente, es decir como que la atmósfera dejaba de ser menos amistosa sin llegar a ser peligrosa: había algo ominoso, oculto… o quizás son pájaros míos que llevo en la cabeza y que se liberan cuando veo lugares con cierto aire decadente.
En una esquina 4 hombres ríen descaradamente y sus carcajadas son lo único que altera la aparente tranquilidad del lugar. Están vestidos con ropas viejas y oscurecidas. Uno lleva una gorra de lana azul y tiene una barba crecida. Lleva en la mano una botella pequeña de plástico con un líquido transparente dentro. Ríe y sale una columna de vaho de su boca que se dispersa y se pierde en la nublada mañana. No es necesario acercarse mucho para sentir el fuerte olor a alcohol que despiden esos cuerpos. Alcohol y la suciedad de sus ropas: el olor del desamparo. Había que salir de la ciudad vieja para verlos. Kazimierz, parece otro mundo. 
La calle JOZEFA nos lleva hasta la esquina con la SZEROKA, donde se ubica la VIEJA SINAGOGA (la más antigua de todo el país), y por allí subimos. Esta ancha calle más parece una plaza motivo por el cual la han considerado siempre como el centro del barrio judío. Hoy está llena de tiendas y restaurantes primorosos puestos allí para el solaz de los turistas. 

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Calle Szeroka. Cracovia -Polonia.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Calle Szeroka. Cracovia -Polonia. Foto de http://blog.michalkordas.com/

Si sigues subiendo por esta calle verás a tu izquierda la entrada principal a la sinagoga REMUH, la más pequeña del barrio y la única en la que se celebran todavía ritos religiosos. Hay allí un pequeño patio donde se pueden ver colgando en las paredes unas placas que recuerdan a las víctimas judías del holocausto nazi. Es, también, la puerta de entrada al cementerio de REMUH, del siglo XVI. El camposanto estaba cerrado pero nos fuimos a la parte de atrás (calle JAKUBA) a ver si había otro modo de entrar. Lo único que encontramos era una pequeña entrada enrejada a través de la cual se podía ver un poco el interior del cementerio. Vimos sus austeras lápidas de piedras, bien ordenadas y colocadas una detrás otra como si fuera una formación castrense. No sé por qué pero se me vino a la mente alguna foto que vi de unos judíos formado ordenadas colas en el patio de algún campo de concentración. Seres vivos listos para ser parte de la cadena destructiva de la muerte; las lapidas estaban dispuestas en la misma ordenada posición: simetría de la tristeza. Ni aún después de muertos esta gente estaría en paz: las tumbas del REMUH fueron destruidas para pavimentar las calles.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Sinagoga de Remuh. Cracovia -Polonia. Foto de  http://masviajesmasriqueza.blogspot.com.es/

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Cementerio de Remuh. Cracovia -Polonia. Foto de http://masviajesmasriqueza.blogspot.com.es/

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Cementerio de Remuh. Cracovia -Polonia. Foto de http://www.allposters.com.mx/

Continuamos por la estrecha calle JAKUBA. En la acera de enfrente caminan con paso tambaleante 3 espectros que profieren sonidos doblemente inentendibles: por ser dichos en polaco y con el ímpetu que da la sobredosis de alcohol. Uno de los espectros nos ve y cruza la calle. En la hondonada de sus ojos se ha aposentado una marea rojiza; tiene una larga y cana barba. Nos suelta el tufo penetrante que emerge del caldero alcoholizado de sus tripas y nos dice, levantando su sucia mano: MONY, MONY… Lo evitamos, nos sigue con la mirada, esboza una sonrisa incompleta, luego hace un mohín de molestia y se va a alcanzar a sus amigos. ¿Serán descendientes de algunos de los 65 mil judíos que vivía en Cracovia (muchos de ellos en este barrio)?, ¿Cómo soportarán estos desdichados el espantoso frío del crudo invierno polaco?
Llegamos a la calle MIODOWA por el cual avanzamos sin pausa pues nos llevará hasta nuestra próxima y última parada. Apenas pasamos debajo de un pequeño puente sobre el que están las vías del tren nos encontramos con la entrada al NUEVO CEMENTERIO JUDIO. Allí fuimos, ya saben mi predilección por los camposantos.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Nuevo cementerio Judío. Cracovia -Polonia

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Nuevo cementerio Judío. Cracovia -Polonia

Felizmente el sitio estaba abierto así que pudimos visitarlo. De entrada se nota la diferencia con el de REMUH, si ésta es mucho más ordenada y la posición de sus tumbas parecen haber seguido un patrón lógico el que visitábamos ahora era todo lo contrario: un desorden feroz de tumbas que parecían competir para tumbar al vecino y no caer. Cubiertas todas, o casi todas, de una pátina mohosa y verde que contrastaba cruelmente con la superficie ennegrecida las tumbas. Todo lo cual le daba al cementerio un pesado toque de tristeza y desolación. Es el único cementerio judío en uso en Cracovia y para entrar en él se exige a los hombres cubrirse la cabeza motivo por el cual salgo yo en la foto con la capucha puesta.

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Nuevo cementerio Judío. Cracovia -Polonia

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Nuevo cementerio Judío. Cracovia -Polonia

Callejeando en Cracovia 4: Melancolías de Kazimierz.

Nuevo cementerio Judío. Cracovia -Polonia

Era hora de regresar al hotel a recoger nuestras cosas pues esa tarde regresábamos a Londres. Caminamos hasta la estación de tren y tomamos el que se suponía nos iba a llevar al aeropuerto pero retrasó su salida en media hora. Encima, yo perdí mis últimas monedas polacas y nos faltaban 2 zl. Nos cambiaron de tren y cuando pagamos los tickets al controlador felizmente se hizo de la vista gorda por los 2 zl. que me faltaban. Llegamos al aeropuerto y la oficina de Ryaniar, donde debía yo poner el sello para mi pasaporte, ya saben el tonto trámite del que hable en la primera entrada, estaba cerrada. Hablé con una chica que trabajaba en el aeropuerto y nos aceleró todo y nos puso los primeros en el control de pasaportes. Como si no hubiésemos tenido bastante el militar que se encargaba del control cogió mi pasaporte como si hubiese llegado a sus manos una bomba radioactiva: lo miró, leyó con envidiable paciencia todo lo que decía, lo pasó por un escáner, lo volvió a pasar, seguía leyendo… y nuestro avión que se iba. Me pregunto si este hombre de armas, muy versado seguramente él en muchas cosas como la mayoría de sus colegas, podía haber ubicado el Perú en su mapa mental. Entonces, el hombre hizo amago de entregarme el documento y me lo volvió a quitar de las manos para volver a mirarlo. Eficacia militar, que le llaman. 
Hay golpes tan fuertes en la vida, yo no sé, golpes como el hecho de tener un pasaporte de un país exótico y remoto… ah, qué maravilla el tercer mundo… nunca en nuestras vidas de viajeros habíamos estado a punto de perder dos vuelos del mismo viaje (saliendo de Londres también tuvimos apuros por culpa del bus de TERRAVISION que nos llevó al aeropuerto). Felizmente la gente empezó a mortificarse y a comentar en voz alta; el tipo me entregó el pasaporte y cuales campeones olímpicos corrimos a la puerta de embarque. Fuimos los últimos en subir al avión. 
Para ser justos creo que Cracovia necesita al menos 5 días para ser visitada pues tiene mucho por ofrecer. No es una ciudad para ir con prisas, además cuanto más la exploras, más cautivado quedas. Hasta la próxima bella Polonia.
Pablo


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