Revista Cultura y Ocio

Callejero literario

Publicado el 18 junio 2013 por Elena Rius @riusele

CALLEJERO LITERARIO

Aviso: la placa no corresponde a una calle de Barcelona,
sino de Valencia

 Los lectores somos una extraña especie que por regla general suele preferir encerrarse en casa con un libro que andar callejeando. Pero a veces nos aventuramos a dar un paseo por su ciudad. Incluso, los hay que lo consideran un interludio terapéutico que les permite digerir mejor su reciente lectura o despajarse la mente antes de comenzar la siguiente. Lo que los lectores no solemos encontrar en nuestro deambular son calles literarias. No me digan que no resulta infinitamente más agradable recorrer, pongamos por caso, la calle García Lorca que la calle General Zutanito o Prócer Tal y Cual. Sin embargo, las autoridades competentes en esto de darles nombre a las vías públicas no parecen ser de la misma opinión. Espoleada por una cita de Andrea Camilleri en que el comisario Montalbano se queja precisamente de la escasez de calles que recuerden a músicos, pintores o escritores, he decidido emprender un breve barrido odonímico de mi ciudad, en busca de esas calles literarias, ¡ay!, tan esquivas. Veamos: Cervantes, al menos, tiene una calle en el casco antiguo de Barcelona. Es corta, pero goza de cierta amplitud (en comparación con la mayoría de calles de la zona) y un aire vagamente señorial, aunque decadente. Creo, sin embargo, que el ilustre manco de Lepanto es el único de nuestros autores clásicos que ha encontrado un acomodo céntrico en la ciudad. Si buscamos a otros autores de su época y estatura, como Góngora o Lope de Vega, nos hemos de ir a la Guineueta y al distrito de Sant Martí respectivamente (para los que no sean de Barcelona, unos barrios más bien sencillos) . Quevedo cae algo más cerca, en la popular Gràcia, pero me temo que esa callejuela sin encanto ninguno no le gustaría mucho a nuestro literato. A la vista de que un autor mucho menos relevante y, sobre todo, francés, Jean Genet, se ha visto agraciado con una placita (de acuerdo, muy pequeña y en pleno Raval, pero menos es nada) he llegado a la conclusión de que lo que premia nuestro consistorio es el hecho de haber escrito sobre Barcelona, o haber mencionado la ciudad en una novela. Si ese es el criterio, me pregunto dónde andará entonces la calle Claude Simon, el Premio Nobel francés que participó en la Guerra Civil española y que retrató el ambiente bélico de la ciudad en su novela Le Palace. Posiblemente a los gestores de la cosa pública ni siquiera les suena. Mejor suerte ha corrido George Orwell, quien sin duda en agradecimiento por su Homenaje a Cataluña se ha hecho merecedor de una plaza en plena Ciutat Vella. 

CALLEJERO LITERARIO

Plaza George Orwell.
No muy afortunada, la escultura (Foto mathew-johnston)

 Lo que más duele, sin embargo, es la consideración que les merecen a nuestros ediles tres grandes de las letras castellanas como son Antonio Machado, Miguel Hernández y Federico García Lorca. ¿Tal vez les habrán dedicado un amplia avenida, un parque, una plaza... ? Nada de eso.  Se ha de ir uno a un barrio muy alejado del centro -de esos surgidos al calor de las oleadas de inmigrantes de los sesenta-, construido deprisa y mal, para encontrarse con unas calles canijas, ya casi donde la ciudad cede paso a la montaña, en Roquetes. Allí arrinconados, apartados como quien dice del mundanal ruido, están tres de nuestros más insignes escritores del siglo XX. No muy lejos de la plaza Karl Marx, por cierto.  Dan ganas de hacer una excursión hasta allá como desagravio, para demostrarles que los ciudadanos de a pie no compartimos el escaso aprecio que demuestra por ellos la municipalidad. 

CALLEJERO LITERARIO

En la señorial Torre Castanyer se alojó Machado durante
los últimos meses de la guerra.
No hay ni una placa que lo recuerde.

 Muy curioso esto de las calles literarias. Investigando en torno al tema, he dado con el blog del escritor Jordi Corominas, a quien en su programa de Rne4 "Laberint" le dio por perseguir las calles con nombres de personajes literarios. Y encontró bastantes, oigan. Eso sí, la mayoría fuera de Barcelona. Se preguntaba entonces por qué en nuestra ciudad, que tantos personajes ha inspirado, no hay al menos una calle del Guinardó dedicada al Pijoaparte. Tiene más razón que un santo.

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