Revista Cultura y Ocio

Calmas y deseo

Por Antoniobarba
El Hierro

El Hierro

En el fondo del llamado Mar de las Calmas se está formando un volcán. Los conocedores de ese misterioso mundo calculan que la criatura ya se alza cien metros sobre el cierre de un valle submarino hasta entonces apacible, en el que posiblemente solo se internaban las especies pelágicas, si es que osaban ir tan abajo porque se olían que algo iba a ocurrir. El volcán no para de convulsionarse y retorcerse, y sus requiebros están meneando la cercana isla de El Hierro, que (¿pronto en términos geológicos?) tendrá un hermanito en forma de islote. Está dibujando una larga lengua de lava, en el fondo del mar, valle abajo, a modo de la placenta con la que todos venimos al mundo. Se agita y escupe; seguro que cuando termine de redactar estas insignificantes líneas habrá engrosado su tamaño unos milímetros más. Es una formidable corriente de energía submarina acompañada de olor a azufre en la superficie, el aroma del demonio. En el fondo de la piel, de cualquiera de nuestras pieles por muy en calma que estén, también laten deseos que se alzan sobre valles.


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