Es un hecho más que constatable; El exponencial distanciamiento de las nuevas generaciones respecto a la cultura y el conocimiento, siendo estas (Por norma general) cada vez más denostadas por esas mismas generaciones. Es comprensible. Absolutamente comprensible. Al igual que el arte es hijo de su tiempo, una generación, es obviamente, hija de la misma. Es frecuente escuchar lamentos o quejidos lastimeros por otras generaciones anteriores, respecto a este hecho. Sin embargo, el escenario social y educacional que se les ha ofrecido, es el que es, el que todos conocemos y vemos día a día. Al igual que ciertos modos de ocio y el posicionamiento social de ciertas ofertas y acciones les resulta tremendamente seductora y adictiva, la cultura les resulta sencillamente tediosa, aburrida, e inútil. Esa es la realidad. Otras personas, pertenecientes a otras generaciones, pueden seguir lamentándose, e incluso de forma despectiva achacar el poco interés por temas que ellos consideran de una trascendencia fundamental. Esas personas nunca tuvieron 15 años en el 2.018. Pero quizás esas personas, puedan tener cierta responsabilidad e incluso margen de actuación en que los modelos educacionales de hoy en día, resulten lo más atractivos posibles para las generaciones venideras. Y por ende, tratar de revertir esa tendencia.
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