
Recuerdo los surtidores antiguos, donde repostaban frecuentemente los autobuses urbanos; más arriba, en la esquina con la calle García, una tienda de ultramarinos, La Más Barata, abrió sus puertas hasta bien entrados los años setenta. A la altura desde donde se disparó la instantánea, vivió Alejandro Pumarino los primeros dieciséis años de vida, aunque es probable que cuando se tomó la fotografía no hubiese llegado aún a este mundo. Empieza a resultar gratificante mirar hacia atrás, haciendo bueno el dicho de que viejo es quien vive más de sus recuerdos que de sus ilusiones; supongo que son cosas propias de la edad, siguiendo inexorablemente a ese tiempo que nunca perdona.
