Seguramente Marcelino Camacho nunca comió una buena fuente de langostinos, pero sus herederos sindicalistas van como ricos en cruceros por el Báltico y se dan grandes mariscadas propias de capitalistas explotadores, lo que señala el triunfo ideológico del fundador de Comisiones Obreras, fallecido el pasado viernes a los 92 años.
Ahora se recuperan fotografías de su vida. En una aparece su mujer, Josefina, entrando en la cárcel madrileña de Carabanchel con una fiambrera, seguramente con el habitual repollo con garbanzos.
Entre todos los recuerdos desaparece alguien fundamental en la vida de Camacho: el Padre Llanos, confesor de Franco y fanático falangista, que abandonó sus privilegios, se hizo comunista y ayudó a crear CC.OO.; incluso influyó para que no se le aplicara a Camacho toda la dureza de la legislación, aunque aun así sufrió nueve años de cárcel en distintas etapas.
Lo que da una primera lección: todo extremista político gira 180 grados con enorme facilidad. De falangista a comunista, y viceversa. Ocurrió en la guerra civil, con comunistas y anarquistas convertidos en entusiastas falangistas que fusilaban a sus antiguos compañeros.
La segunda lección llega con fotografías como la de la grandiosa mariscada del jefe de IU en Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos, implicado además en el gravísimo caso Mercasevilla.
O con la de Toxo, heredero de Camacho y Josefina, de delicioso crucero. O la de los ugetistas dándose banquetes en el exclusivo “elBulli”, de Adriá.
Sumemos a los jefes socialistas con creciente riqueza, propiedades y gastos suntuarios, con hijos en elitistas colegios privados, no públicos. Forjadores de una nueva aristocracia de sangre.
Camacho seguramente nunca comió muchos langostinos. Vale. Pero estuvo mal que abuchearan a Zapatero y Toxo ante su féretro, cuando ellos reflejan, precisamente, la evolución natural de su ideología, aquí y en la amada Cuba.
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DE NUEVO, SALAS
De vez en cuando el genial Armando Salas tiene la humorada de enviarle a sus amigos y admiradores uno de sus dibujos, que no se si ha publicado ya o no en los periódicos que gozan de su arte diariamente. A la llegada del que está aquí abajo, a mí me sugirió el enfoque correcto que debía aplicarle al fallecimiento de Marcelino Camacho y a los múltiples casos de corruptelas marisqueras de sus herederos sindicales y de sus similares.
La crónica de hoy es, en realidad, un pie de foto escrito para su dibujo: