Así sin más, apoyado sobre la encimera de la cocina mientras sorbo lentamente el café antisiesta con la mirada perdida, el hemisferio derecho de mi cerebro “eructa” una de esas preguntas introspectivas que no llaman a la puerta por educación, si no que entra, se sienta cómodamente en tu memoria descaradamente y permanece como grano en el culo hasta que reciba una respuesta. Seguro que os ha pasado alguna vez, así que no me leáis así… La pregunta era del tipo; ¿Que elemento o parte de tu casa humanizarías para tomar un café? Y mi respuesta a priori fue: Depende – la respuesta universal para hacer tiempo y dar con una respuesta -. Depende porque todo depende de lo que te apetezca hablar. Para echarte una risas, yo elegiría el espejo; Me contaría todas las caras que pongo y las posturas que adopto de flipado. Con la ducha escucharía halagos de … todo tipo; En días torcidos viene de lujo. Y con el salón estaría bien quedar para recordar viejos momentos con los colegas. Pero bueno, puestos a elegir, yo esta claro que elegiría la cama. ¿Hace falta que os explique porque?
Manuela Moreno, directora de otros cortometrajes como Dolores o Quiero estar el resto de mi vida contigo, vuelve a protagonizar una nueva historia de desamor, junto con Raúl Arévalo, Rafa Ordorika, Belén Cuesta, Raquel Guerrero, Teresa Soria Ruano, Benito Sagredo y Luis Escudero. En esta ocasión utiliza el elemento de la cama como cómplice y espía, para contarnos las confidencialidades de cinco parejas en sus peores momentos. Año: 2013. Nacionalidad: España.
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