Revista Libros
Julio Camba.
Mis páginas mejores.
Prólogo de Manuel Jabois.
Pepitas de calabaza. Logroño, 2012
Julio Camba (1884-1962) fue articulista ágil e ingenioso, humorista fino y errante y uno de los mejores prosistas de la primera mitad del siglo XX. Para conmemorar los cincuenta años de su muerte, Pepitas de Calabaza rescata, con prólogo de Manuel Jabois, su antología personal Mis páginas mejores, que resume su trayectoria literaria.
En aquel tomo, que publicó Gredos en 1956 y que después de varias reediciones era ya inencontrable, Camba había seleccionado los textos que le parecían más representativos de su obra, los agrupó en diversos apartados temáticos y los presentó con un comentario inicial de cada capítulo y con una justificación del sentido de la antología:
No creo que sea tarea demasiado difícil para un escritor esta de seleccionar sus mejores páginas. En último término se seleccionan las peores y se descartan, se hace una segunda selección, que es descartada a su vez, y se continúa así hasta que, descartado ya todo lo descartable, no le queden a uno en la mano más páginas que las estrictamente necesarias para formar un volumen. Entonces se cogen estas páginas, se ordenan y se le presentan al público diciéndole:
—He aquí mis páginas mejores. Las otras son también bastante buenas, no se vayan ustedes a creer. Tienen forzosamente que ser buenas porque lo mejor solo puede salir de lo bueno, pero estas les dan ciento y raya a todas las demás, y yo me apresuro a ofrecérselas a ustedes ahora en este tomo para solaz y edificación de su espíritu.
La selección preparada por Camba combinaba lo cronológico y lo temático para hacer una antología sucesiva de sus libros más significativos.
El recorrido se inicia con los primeros artículos, escritos desde Galicia, los más autobiográficos de un Camba que luego se convierte en corresponsal viajero para echar una ojeada a un mundo habitado por franceses, ingleses, alemanes, italianos, portugueses, suizos o norteamericanos.
Con una misma mirada personal, irónica y distante, con una prosa que une la agilidad y la precisión del periodismo a una alta calidad estilística, está aquí plenamente representado un Camba dueño de un mundo propio en el que caben la seriedad y el humor, el campo y la ciudad, el pasado y el presente.
Con aquel cinismo cosmopolita y un punto canalla que siempre caracterizó su enfoque de la realidad, Camba hace una crítica de la brutalidad de las escuelas rurales, habla de la comida de los ingleses y el sol de Londres, de las camas francesas o los bulevares de París, del clima muniqués o la calvicie de los alemanes, de una Suiza sin suizos o de Nueva York, la ciudad teoría de los Estados Engomados, el país de las catástrofes, los negros y los judíos, los rascacielos y los trajes en serie, los crímenes en serie o las narices en serie, de la levadura napolitana y el robo a los turistas, de Lisboa y Coimbra.
O muestra una selección de sus textos gastronómicos de La casa de Lúculo, de sus artículos reaccionarios de Haciendo de República y de esos pequeños ensayos sobre distintos aspectos de la vida española que son algunos de los artículos más representativos de su madurez.
En todos ellos brilla, como señala Manuel Jabois en su prólogo a esta reedición de Mis páginas mejores, el rigor estilístico [de Camba], que en él es desnudez y la virtud de escribir frases llenas de palabras esenciales de forma que hasta las preposiciones adquieren un relieve casi histórico.
Santos Domínguez