Últimamente nos estamos acostumbrando a oír hablar del llamado Cambio Climático como si de un fenómeno casi irreversible se tratara. A fin de luchar contra el calentamiento global, los Estados hacen Cumbres para intentar consensuar políticas que consigan que las emisiones a la atmósfera terrestre sean las mínimas posibles aunque, de momento, no acaben de llegar a ningún acuerdo tangible. A pesar de todo, hay una cosa que, por ahora, posiblemente no se esté valorando lo suficiente, no es otro que el gran poder que la Iniciativa Privada tiene en cualquier asunto, y éste que ahora nos ocupa no tiene por qué ser una excepción.
Recuerdo que una de las primeras veces que oí hablar de los efectos nocivos del aumento de la contaminación atmosférica y de su influencia en un posible y dramático cambio climatológico en la Tierra fue de niño viendo por televisión aquella mítica serie de los años ochenta, " COSMOS ". En esta serie televisiva, y en el libro publicado poco después, el gran astrónomo norteamericano, hoy desgraciadamente difunto, , expuso los casos de los planetas Venus y Marte como ejemplos de lo que pasa cuando los niveles de CO₂ presentes en una atmósfera se disparan.
Los casos de los dos planetas más próximos a la Tierra son paradigmáticos, por un lado tenemos a Venus, un planeta casi idéntico en tamaño en la Tierra y situado, como nuestro planeta, en la llamada " zona habitable" del Sistema Solar aunque algo más cerca del Sol que nuestro planeta; por el otro lado tenemos a Marte, también situado en la "zona habitable" aunque más lejos del Sol que la Tierra y que Venus. Venus tiene una atmósfera compuesta principalmente de CO₂ y esto hace que sufra un "efecto invernadero" brutal que se traduce en un clima realmente infernal, con temperaturas en su superficie que rondan los 400 grados centígrados y presiones a ras de suelo de unas noventa atmósferas; el mismo Carl Sagan resumió el clima venusiano con una simple frase que venía a decir más o menos lo siguiente:
"En lugar de ser el planeta plácido que los antiguos imaginaban, Venus es el lugar del Sistema Solar más parecido al Infierno."El caso de Marte es inverso al de Venus, también tiene una atmósfera compuesta en su mayoría por CO₂ pero, a causa de su mayor lejanía del Sol y de su pequeño tamaño, no ha sido capaz de retener una atmósfera tan densa como la de Venus o la Tierra; el resultado, un desierto frío y seco con temperaturas medianas anuales inferiores a los cero grados centígrados.
En estos tiempos se habla y mucho del Cambio Climático, un fenómeno indudable y del que empezamos a notar sus efectos, uno de ellos es el llamado " calentamiento global". Este calentamiento global viene provocado en gran parte por el incremento en los niveles de CO₂ en la atmósfera terrestre fruto de nuestras actividades que hace que el efecto invernadero se incremente y, por lo tanto, incremente la temperatura mediana del planeta. El calentamiento global no es ninguna broma si tenemos en cuenta que podría hacer que las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida se fundieran y que, por lo tanto, aumentara el nivel del mar unos cuantos metros y aun así esto solo sería el comienzo, puesto que a esto habría que añadir el deshielo gradual del subsuelo siberiano congelado, conocido como "Permafrost", que liberaría toneladas y toneladas de CO₂ y metano en la atmósfera, incrementando todavía más el efecto invernadero y acelerando y realimentando el proceso, mala cosa. ¿Hasta donde podría llegar la subida global de la temperatura?, no se sabe a ciencia cierta pero si analizamos bien el ejemplo de Venus podemos ver un espeluznante ejemplo de hasta dónde puede llegar el CO₂ y el efecto invernadero si las cantidades de este gas presentes en una atmósfera se disparan incontroladamente.
Los gobiernos de los Estados hacen cumbres para hablar del Cambio Climático y para consensuar políticas adecuadas contra el fenómeno, y esto está muy bien, pero creo que se tiende a obviar una de las características del Ser humano que hace que muchas veces se actúe por interés propio y de manera cortoplacista, la codicia. Es decir, que si no hay un beneficio tangible a la vista, difícilmente se mueva nada más allá de declaraciones solemnes y grandilocuentes y además un proceso de cambio climático puede durar varias generaciones, es decir, que hablamos de algo a muy largo plazo, demasiado tiempo para la mentalidad cortoplacista general.
Ahora bien, ¿y si la solución dependiera de inventar algo, de tener alguna "idea feliz" que fuera rentable económicamente, que permitiera ganar dinero con ella y que, de rebote, ayudara al planeta a ir superando esta situación? Evidentemente, a priori parecería una quimera, pero no obligatoriamente tendría que ser así; hace unos días, escuchando la radio, me llamó la atención una noticia que explicaba que el fundador de IBM, Bill Gates, estaba invirtiendo en ciertas plantas industriales que se desarrollarían en un futuro próximo las cuales, una vez puestas en marcha, podrían captar el CO₂ de la atmósfera para producir, después de una serie de reacciones químicas, biocombustibles y otros derivados del carbono. Cuando lo escuché enseguida pensé que el sr. Gates, además de un gran empresario, es también un visionario y que no le falta razón, la idea me parece realmente genial, no se me ocurre nada más útil al planeta y a nosotros mismos que convertir un residuo, un subproducto de nuestras actividades, un gas que envenena la atmósfera, en algo rentable, que dé beneficios y que, además, genere ocupación.
Ya sabemos que cuando hablamos de temas de economía el Ser humano es capaz como Sociedad de sacar dinero de bajo las piedras pero siempre en beneficio propio, siempre si es capaz de ver algún beneficio evidente. Si en lugar de "bajo las piedras" somos capaces de hacerlo del aire y , aprovechando la ocasión, depuramos un poco la atmósfera produciendo compuestos comercializables y rentables, no puedo pensar en una mejor aportación a largo plazo para colaborar a reducir el calentamiento global. El ejemplo de la idea del sr. Gates no deja de ser esto, un ejemplo, pero pienso que marca un cierto camino a seguir, no se tiene que confiar sólo en la iniciativa de los Estados o en los cambios en los hábitos sociales a la hora de luchar contra el Cambio Climático, también hay que redirigir los esfuerzos productivos hacia actividades rentables que permitan superar la dependencia actual de los combustibles fósiles, o bien, hacia nuevas e insospechadas actividades que hagan aparecer oportunidades de beneficios económicos, de buenas rentabilidades de allí donde ahora sólo sabemos ver un gran problema, es decir, convertir las dificultades en oportunidades y encontrar aquel puntito de luz dentro de la oscuridad general. Ojalá sea así.
Tortosa, 8-1-2020 Economista C.E.C. núm. 13147