La derrota de la izquierda ha sido rotunda y humillante, pero no sabemos si se debe al inicio de un cambio de ciclo o si solo ha sido una patada del electorado en la boca de un Pedro Sánchez intensamente odiado. A partir de hoy, Sánchez, en lugar de un pavo real arrogante, será un "pato cojo" moribundo en la Moncloa y será tratado por los españoles como una rata perdedora. ---
La derrota de las izquierdas y especialmente del PSOE en estas elecciones ha sido enorme y humillante, tan intensa y grave que Pedro Sánchez, que es el gran derrotado, estaría obligado a dimitir si fuera un demócrata. El PSOE ha perdido casi todo su poder autonómico y municipal y el mapa de España se ha teñido de azul y verde, mientras miles de candidatos de la izquierda fueron derrotados por culpa del rechazo al sanchismo.
Pedro Sánchez ha asumido todo el protagonismo en la campaña y, lógicamente, toda la culpa de la derrota debe ser suya. Los ciudadanos le han dado una fuerte patada y ahora debe dimitir, el gobierno y de la secretaría general de su partido, al que ha llevado al desastre.
Han sido los ciudadanos y no las grandes instituciones españolas las que han librado a España del monstruo. No ha sido el monarca, ni el Parlamento, ni los jueces, ni las Fuerzas Armadas, ni la universidad, ni la prensa. Desgraciadamente, nadie, salvo el pueblo al votar, ha movido un dedo para cerrar el paso a un tipo que estaba conduciendo a España hasta el abismo.
Para vergüenza del rey, de los magistrados, de diputados y senadores y de tantos periodistas, catedráticos, militares y profesionales acobardados, sólo el pueblo, con sus votos, ha sabido asumir el deber supremo de librar a España del peligro mortal que representaba Sánchez.
Ha sido culpable de tantas barbaridades, abusos e iniquidades que debería ser despojado de los privilegios que España reconoce a los ex presidentes, porque en modo alguno los merece por haber empujado a España hasta el borde de un lago de excrementos: ha elegido socios asesinos, golpistas y promotores del odio, ha elevado a los comunistas hasta el poder, saqueado al país con impuestos abusivos, despilfarro, pérdida internacional de peso y prestigio, sometimiento vergonzante a Marruecos, enemistad con Argelis, cambios legislativos inicuos, apoyo a okupas y enemigos de España, impulso a la corrupción... y un larguísimo etcétera de miserias, suciedades, engaños y traiciones.
La respuesta de si hay un cambio de ciclo en España o solo se trata de una patada a un pésimo presidente, es la siguiente: ha sido una patada en la boca a un miserable, cuyo fracaso ha sido tan grande que ha provocado un cambio de ciclo, probablemente imparable.
Francisco Rubiales