Hugo Chavez
Para cambiar el significado del PSUV en el marco actual de la revolución bolivariana hay que definir el espacio político y las razones de su cambio de rol. Eso implica insistir en las tres variables que determinan el proceso revolucionario: (i) elecciones; (ii) cambio de estructura (relaciones de poder); y (iii) consolidación del nuevo modelo de sociedad basado en el SBSXXI y la democracia directa.
En primer lugar, hay que ubicarnos en el escenario de la lucha por alcanzar la revolución. Ésta, a partir de 1997, se libra por la vía electoral. El nuevo paradigma del siglo XXI establece que la revolución se inicia, se desarrolla y se consolida a través de los actos electorales de carácter revolucionario. Las elecciones son el instrumento para tomar el poder y transferirlo a las comunidades organizadas (Socialismo Bolivariano del Siglo XXI). Léase bien, tomarlo para cederlo, entregarlo, darlo al pueblo. Acción política diametralmente opuesta a las elecciones cuando son empleadas para mantener el poder cupular de los cogollos. En este caso, el acto electoral se asume como un acto burocrático.
El acto electoral de carácter revolucionario incide en la concepción ideológica del poder. En la reforma, (modelo político de la democracia representativa), las elecciones son un instrumento para perpetuar en el poder a las clases dominantes. Mientras que en la revolución las elecciones tienen que ser la vía para emancipar al colectivo nacional. Al transferir el poder y la toma de decisiones a la comunidad organizada se está generando un cambio en las relaciones de poder. La dirección de la sociedad deja de ser un privilegio de las cúpulas y empieza entonces un proceso de traslación revolucionaria a las comunidades organizadas para ejercer la dirección de la sociedad sobre sus respectivos colectivos.
Por otro lado, la comunidad organizada al tomar decisiones sobre los asuntos de su competencia (definir su propio destino de manera autónoma) entra en la dimensión del ejercicio de la democracia directa. Empleando el método asambleario y las vocerías (no manda solo lleva la voz), la comunidad no va a requerir de la intermediación de ningún otro ente ajeno a sus propias estructuras. La existencia de las cinco leyes del poder popular es lo más aproximado para explicar el cambio en las relaciones de poder. El Consejo Comunal y la mancomunidad de Consejos Comunales, integrado por voceros electos en asambleas comunitarias, son ahora las instancias que decidirán sobre las políticas públicas y los planes de desarrollo para su prosperidad individual y colectiva en su espacio político territorial. Por lo tanto, el propio aparato burocrático del Estado no se involucra en el proceso decisorio. La autonomía radica en el Consejo Comunal el cual es concebido, creado y electo por la asamblea de ciudadanos de la comunidad (primera instancia de poder). En todo caso, el Estado por vía del gobierno y éste por el PSUV para cooperar y capacitar a la comunidad para que pueda ejercer, de manera satisfactoria, los roles que establece la ley; pero sin involucrarse en el proceso de toma de decisiones.
Quiero enfatizar que cuando nos referimos al Estado, estamos hablando del gobierno nacional, los gobiernos locales y regionales, así como de las instancias descentralizadas y los partidos políticos, los cuales ahora no van a ser intermediarios ante el propio Estado. Los partidos en esta nueva etapa tienen que pasar a ser “instrumentos del pueblo”. En la gestión de la reforma, los partidos políticos eran el brazo ejecutor –bajo el método del clientelismo- de las comunidades. Su rol era carnetizar a todo aquel que se beneficiara de su acción y, así, pasar a convertirse en un número que sumara votos al momento de la elección. Compraban conciencia a costa de la menesterosidad. Ahora ese rol no debe existir más. El partido político ya no va a comportarse como activador del clientelismo. El partido político será instrumento del pueblo para tomar el poder, transferirlo al colectivo organizado y capacitar a la comunidad para que lo ejerza. Ese tiene que ser ahora el rol del PSUV en la etapa del Proceso Revolucionario iniciada el 7/O a la cual se ha denominado “Cambio de Estructura”. Por concretar este rol deben trabajar quienes promueven la profundización de la revolución. El PSUV tiene que atenerse a las variables que determinan el Proceso Revolucionario. Esa es su razón de ser.
La interpretación de lo que significa cambio de estructura, objetivo central de la revolución, es la explicación del por qué ahora el PSUV dentro del Proceso Revolucionario venezolano no será igual a las experiencias históricas habidas hasta ahora. La descripción hecha nos permite elaborar un marco teórico nuevo que justifique un concepto inédito de su accionar en el sistema político venezolano. De tal manera, que las alusiones a ejercicios de otros partidos socialistas que han existido anteriormente y que existen en la actualidad, críticas negativas y hasta positivas; así como, sugerencias que induzcan a imitar a otras relaciones similares, no pueden ajustarse a una verdad materializada en hechos concretos, ya que lo que se está transformando no tiene parámetros referenciales iguales.
Si el PSUV no cambia y sigue prevaleciendo la asimetría, la unidireccionalidad, la cúpula y el usufructo del poder; y en consecuencia no promueve asumir su nuevo rol como instrumento del pueblo, si no se transforma radicalmente, se quedará plantado en la reforma y pasará a ser otro partido más basado en el clientelismo, los buros cupulares sordos y antipopulares y la búsqueda de mantener la estructura capitalista. De ser así, se desmembrará y surgirán múltiples unidades de acción política revolucionarias para ubicarse en la nueva etapa de la Revolución Bolivariana para luchar por el cambio de estructura: autogobierno, vocerías populares, ideología revolucionaria y nueva sociedad.
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