Un artículo de Ana Díaz, responsable del LIIS de NSF.
Vivimos un momento histórico
clave para la Innovación Social, con importantes retos y desafíos a los que
deberemos dar solución si queremos crear un futuro sostenible para todos. Pero
¿qué es la Innovación Social? Lo que en otros
campos científicos, tecnológicos, o económicos sería incuestionable y estaría
fuera de todo lugar, parece que no
ocurre lo mismo cuando hablamos de Innovación social. Cualquiera
afirmaría que es imposible desarrollar innovaciones sin definir previamente “a
qué” queremos que respondan, ni tampoco seremos
capaces de desarrollar tecnología sin conocimientos tecnológicos o diseñar un
modelo económico sin entender de economía.
Sin embargo, hablamos de
Innovación Social sin acudir al conocimiento que nos proporciona la
investigación en las Ciencias Sociales y Humanas para que podamos primero
comprender y luego integrar en un marco de referencia sólido este concepto; tenemos
que ser conscientes de que sólo de esta forma seremos capaces de entender de
forma clara cuál es la situación en la que nos encontramos, a qué factores
responde, qué retos nos plantea esa situación y finalmente qué acciones
estratégicas deberemos abordar para poder superar esos desafíos.
En ICARO Think-Tank, de la
Fundación Novia Salcedo, llevamos cuatro años profundizando en la materia, y
abordando de este modo las posibilidades que nos da la Innovación Social para
salir de esta grave crisis en la que nos encontramos. Para ello partimos del conocimiento
de personas de autoridad provenientes de organizaciones de diversa
naturaleza, incluyendo por encima de
todo a la academia, integrando diversas disciplinas como son la psicología, la
filosofía o la economía; pero también nos
apoyamos en el conocimiento que proviene de la acción de las empresas, las
administraciones, las organizaciones sociales, y del punto de vista de los
jóvenes, con los que Novia Salcedo trabaja directamente.
Y es que los retos a los que
debemos dar respuesta suponen generar cambios importantes en un triple nivel, el
nivel individual, el organizativo y el de la Sociedad, con una gran complejidad
para su abordaje. Se requiere de un gran cambio que pase por diseñar un nuevo
modelo económico y social pero sin olvidar, que el propósito de este cambio,
aunque pueda parecer paradójico, no sea otro
que el de generar desarrollo económico y tecnológico, pero de forma sostenible
para todos. Es fundamental que en este
proceso de cambio seamos conscientes de cuáles son los valores clave por los
que apostamos, de cómo las personas pueden crear estos valores y de cómo las
organizaciones pueden producir un impacto favorable en el desarrollo económico,
social y medioambiental del entorno en el que operan. Los retos son de tal
índole, que con frecuencia cunde el desánimo y nos falta coraje para abordar lo
que realmente debería importarnos, que es nuestro futuro.
Ana Díaz en el IV Seminario Ícaro
Convencidos de este aspecto nos
hemos propuesto conocer cuáles son las dinámicas organizativas que deben
existir en las organizaciones que operarán en este nuevo orden económico y
social. Hemos contrastado todos estos elementos en un estudio en el que han
participado 450 personas procedentes de 22 organizaciones y hemos encontrado
que deberán ser organizaciones que
fomenten aspectos como la autonomía del individuo, la cooperación y la
participación de las personas, el trabajo en equipo y la creación de
conocimiento. Estas organizaciones deberán saber adaptar su cultura
organizativa y su estrategia al entorno en el que operen. Será crucial que
sepan adaptarse a los cambios a través de una cultura basada en enfoques
flexibles, orientadas hacia al exterior, es decir, hacia el ser competitivas,
pero a la vez miren hacia el interior, es decir, hacia el desarrollo de las
personas. Deberán ser organizaciones que sepan cooperar y competir, que sepan
gestionar y liderar a la vez. No se trata de que un elemento anule al otro sino
de que sepan convivir, y sepamos integrarlos en una única visión estratégica. Todo
ello, configurará lo que nosotros hemos denominado Empresas Modernas para el
Desarrollo Humano y Social.
La innovación social es, por lo
tanto, un proceso de cambio de las relaciones interpersonales e intergrupales, que
debe perseguir el objetivo de pasar de ser unas relaciones de dominación a ser unas
relaciones de igualdad y cooperación. Sólo así conseguiremos generar el entorno
adecuado para que se produzca un intercambio de valor real entre personas y
organizaciones. Las personas debemos considerar siempre qué costes tienen
nuestras acciones a nivel individual, organizativo y social, desde todos los
ámbitos en los que operamos, y así asegurar que el desarrollo que la innovación
produzca en la sociedad sea un desarrollo humano y social; un desarrollo que
esté dirigido a la competitividad de las empresas pero también al bienestar de
las personas en el largo plazo, y por
ende al de las sociedades a las que estas organizaciones pertenecen.
Los planes estratégicos de las
sociedades del futuro deberán pasar por incorporar los diferentes impactos que tenga
una innovación. Habrá que estimar el impacto de las innovaciones desde un punto
de vista político, tecnológico, económico, medio ambiental pero sin olvidarnos
del impacto social, del impacto en los individuos y en las relaciones que éstos
establecen individualmente y con otros grupos.
Estamos seguros de que no habrá
un desarrollo tecnológico y económico sostenibles sin que se produzca antes una
innovación social. Integremos ya todos estos enfoques para poder dar respuesta
a los grandes retos que tenemos hoy día delante.