Cambios

Ahora resulta que no me puedo enfadar. Como me enfade mucho, no un calentoncito suave, tiene que ser uno de los gordos, de esos que te ponen el corazón a mil y la cara colorada, de los que te anulan la capacidad de reflexionar antes de hablar y te hacen escupir sapos y culebras por la boca, en definitiva, de los que te descontrolan, lo que decía, como me enfade me da una migraña que me deja KO.

Ahora resulta que no puedo tomar café por la tarde. Antes podía tomarme uno a las 12 de la noche que caía redonda en la cama, si se me ocurre hacer la prueba ahora paso una de las noches de insomnio de las que ya les he hablado.

Ahora resulta que cuando me levanto de la cama tardo un ratito en caminar bien, mientras tanto voy como pisando papas.

Ahora resulta que como pase mucho rato de pie o tumbada o de cualquier forma, me empieza un dolor de lumbares que no se me quita en semanas.

Ahora resulta que tengo más calma, al final hasta tengo paciencia.

Ahora resulta que veo las cosas con perspectiva, lo que es chiquito lo veo chiquito y lo que es grande lo percibo así.

Ahora resulta que no me cuesta tanto decir las cosas.

Ahora resulta que tengo claras muchas cosas, otras no, pero lo que está claro ya no se emborrona.

Ahora resulta que sigo cambiando, pensaba que una vez alcanzada la madurez me había quedado en esa etapa pero sigo cambiando.