Revista Viajes

Camboya, el resurgir de un antiguo reino.

Por Oscar Oscar López Castedo @oscarcastedo

Camboya, es una de esas joyas del sudeste asiático que vetado al turismo durante una época oscura vuelve a resurgir con fuerza. Comparte frontera con Laos, Tailandia y Vietnam y lo atraviesa el río Mekong (que nace en el Tíbet) a lo largo de 300km antes de cruzar a Vietnam y desembocar, con su famoso delta, en el Mar del Sur de China.

Palacio Real

Palacio Real

Resulta difícil levantarse después de una época oscura, de terror, oscura y sangrienta. Camboya lo está consiguiendo poco a poco, con una época de paz estable en las últimas dos décadas, está trabajando en potenciar su economía y estabilidad política. Sin embargo aún queda mucho trabajo por hacer en igualdad de las mujeres, la explotación de los menores, temas de educación y lucha contra el turismo sexual. También se hace necesario trabajar en las infraestructuras para el desarrollo y la limpieza de minas terrestres por gran parte del territorio.

Entré en Camboya a través del delta del río Mekong, por el paso del Chau Doc, y desde allí en autobús hasta la capital. Conseguir el visado me llevó cierto tiempo, para cumplir con todos los trámites burocráticos. A lo largo de las orillas del río estaban plagadas de pescadores y granjeros que daban de beber a sus vacas. Estaba en la parte inicial del viaje y ya se notaba la amabilidad, alegría y hospitalidad de los camboyanos.

Phnom Penh tiene un marcado carácter con su arquitectura colonial francesa, a pesar de que parezca que los edificios están desplomados y deshechos suponen un curioso contraste con el resto de animación de la ciudad.

La capital intenta recuperar su encanto de antaño en Indochina, así que aún teniendo palpables marcas del pasado tumultuoso, con miseria y abandono, existe un marcado contraste con construcciones modernas y funcionales. Pasaréis de modernas avenidas y edificios de oficinas a calles sin asfaltar con agujeros y escombros acumulados durante años.

Es imprescindible visitar el Palacio Real y la Pagoda de Plata. La entrada de 3$ y hay que pagar por la cámara 2$, abierto hasta las 17h. Lo mejor es ir a primera o a última hora que es cuando la luz es mejor para fotografiar las maravillosas y doradas construcciones. Esta construcción del XIX es una muestra del esplendor del estilo jemer. Entrando por el pabellón Chan Chaya, el majestuoso Salón del Trono que tiene una torre de casi 60m donde se reflejan las influencias del templo de Bayon. Cerca de la entrada están las Oficinas Reales y el Pabellón de Napoleón III regalo del gobernante al rey Norodom.

Pagoda de Plata

Pagoda de Plata

La Pagoda de Plata está situada al lado del recinto del Palacio Real. Construida por el rey Norodom en el s. XIX y remodelada por Sihanuk en el XX. Su nombre viene de las 5.000 baldosas de plata que cubren su suelo. Esta consagrada al buda de Siddartha Gautama, una estatua de gran valor hecha en cristal puro. Hay otra estatua de buda, de tamaño natural fabricada en oro y recubierta de diamantes. El resto del recinto está repleto de estupas y estatuas. Pasaréis horas y se necesita al menos un día completo para recorrer ambas maravillas y sus recintos, así que mi recomendación es reservarse al menos un día y disfrutar.

Paseando por la ciudad, asfixiado por la humedad y el sudor, llegué al bulevar Norodom, donde se encuentra la pagoda Wat Phnom. Es la más antigua y representativa de la ciudad y se levanta sobre una pequeña colina. La entrada es simbólica, 1$ que es básicamente para mantenimiento. Para acceder se asciende por una escalera que tiene al principio dos balaustradas en forma de serpiente. El santuario del wat ha sido remodelado en diversos momentos de la historia y contiene un buda rodeado de ofrendas. Hay que ir preparado por la cantidad de gente, niños incluidos que prácticamente viven allí pidiendo ayuda y limosna. La leyenda de la creación de la ciudad, cuenta que en este lugar se depositaron unas estatuas de buda por una mujer llamada Penh.

Pagoda de Wat Phnom

Pagoda de Wat Phnom

Siguiendo por este bulevar, en el cruce con el Sihanouk, se encuentra el monumento a la independencia. Se construyó en 1.958 y se le conoce también como la gran piña, por su parecido con el fruto. Cuando pasaba por allí ya era de noche, así que puede verlo iluminado con un juego de luces de colores (por qué será que les gusta tanto en Asia este tipo de iluminación).

El museo nacional(3$) alberga la mejor colección de arte jemer de todo el sudeste asiático. Situado en un edificio construido con terracota, se exhiben las piezas en cuatro grandes salas situadas entorno a un patio central. Hay piezas previas al imperio Jemer y del período de Angkor. Especial atención a la figura de Vishnú (dios hindú de la preservación y la bondad) con ocho brazos.

Si hay algo que abunda en Asia son los mercados, y en esta ciudad hay seis mercados principales. Todos son especiales y vistosos para perderse durante unas horas y mezclarse con la gente. El mercado Central es el más popular, dentro tiene multitud de puestos. Su forma de X con una cúpula central, en cada brazo los puestos son de una temática diferente (ropa, carne, bisutería, libros, ropa, etc.). Aquí encontraréis toda clase de bichos para los aperitivos, así que no seáis aprensivos con estos temas.

Mercado Central Phnom  Penh

Mercado Central Phnom Penh

El alojamiento en la Happy Guesthouse regentada por Mr. Sin Chhonn y situada en las orillas del lago Boeung Kak. Las habitaciones aunque pequeñas están bien equipadas, con AA y algunas con baño interior. Lo mejor es la zona común de relax, con juegos, libros y tv que ofrece una ocasión inmejorable para conocer a otros viajeros y compartir experiencias. Está situado en pleno barrio mochilero, así que encontraréis prácticamente todo lo que necesitéis. Ojo con los mosquitos durante la noche. Se ofrecen para reservar billetes y viajes, y además os trasladarán a las salidas de autobuses o trenes, eso si, como paquete en las pequeñas motos.

Para moverse por la ciudad lo mejor es usar los cyclo, ciclotaxi o motos. Pactando el precio antes de subirse, pero pensad, que el regateo al final no supone prácticamente nada en vuestro presupuesto y si les ayuda a ellos. Que no os asuste si veis hasta cuatro o cinco personas en las motos, es algo que para ellos es habitual y no tienen problemas en manejar este tipo de carga, así que, ajustaros el casco, confiad y disfrutad del trayecto.

Así transcurrieron mis primeros días en este espléndido país y antiguo reino hegemónico. Con unas primeras impresiones que habían cumplido las expectativas, la amabilidad de la gente y la belleza de su cultura me auguraban grandes momentos en este viaje…


Camboya, el resurgir de un antiguo reino.

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