Dentro del rock sinfónico hay diversas tendencias o escuelas, una de ellas es la denominada “Escena Canterbury” o “Sonido Canterbury”; se desarrolló en esa ciudad inglesa durante los últimos años de la década de los sesenta y los años setenta, y siempre me ha parecido una manera muy elegante de entender el progresivo, tal vez por la utilización habitual de elementos procedentes del Jazz y por el protagonismo que adquieren los teclados. Bandas típicas del sonido Canterbury son, por ejemplo, Caravan, Soft Machine o la que hoy nos ocupa, Camel. “Lady Fantasy”, publicada en el álbum “Mirage” (1974) es, tal vez, su pieza más conocida y valorada, y con la que a menudo suelen terminar sus conciertos. El viernes pasado recordábamos a un guitarrista rápido, vigoroso y enérgico, Alvin Lee; el líder de Camel, Andy Latimer, es el reverso de la moneda, un magnífico músico que utiliza la guitarra de manera melódica y armoniosa -yo diría que en la línea de David Gilmour (Pink Floyd)-, al más puro estilo Canterbury.
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