Revista América Latina

Caminando por las calles de Buzios me crucé con un hermoso animal

Por Goyitoparana
En mi ciudad, camino al trabajo, solía cruzarme con perros, gatos, caballos, palomas. Una vez vi una rata. Y en otra ocasión pude ver una comadreja...
Me gustan mucho los animales. Tengo piedad hasta con los mosquitos, moscas y escarabajos. Todos merecen vivir y tienen iguales derechos de vivir como los seres humanos. Con algunos tengo más deferencia que con otros, pero es todo una cuestión cultural y supongo que voy a ampliar mi espectro de consideración -en el sentido de sentir que no me causen rechazo- con el resto de las especies.
Los reptiles no son de mis preferidos. Me gustan como naturaleza viva, pero siento cierta distancia con ellos. Sobre todo las serpientes y víboras. Lo mismo con los insectos, con quienes hasta tengo sueños en algunas ocasiones, o incluso me ha sucedido de repente sentir que me camina uno por el lomo y es todo un delirio mío.
Aquí en Buzios, como supongo que en la mayoría de Brasil, hay mucha naturaleza, no sólo vegetal, sino también animal (aunque a esta última cueste observarla un poco más). Y eso que aquí, no es nada, supongo, comparado con otros puntos del país donde la naturaleza sí se exhibe en todo su esplendor.
Uno observa que hay barrios o casas y unos matorrales inmensos con bosques y selvas impenetrables, bien al lado de las casas o detrás. No es así toda la ciudad. En la zona más urbana o céntrica el verde ya no se ve tanto; ahí ya entra en acción otra hermosa creación de esta naturaleza; el océano.
Cuando llegué hace 5 meses a Buzios nunca imaginé que me podría cruzar con una gran serpiente en una zona tan urbana como es cerca de donde vivo. Sin embargo, Brasil tiene muchas sorpresas y me tendré que ir acostumbrando a estas experiencias.


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