Revista Música

Camino a Praga XVII - La Crónica: "El sueño se hizo realidad"

Publicado el 24 abril 2012 por Mariovansouness @Tranceferencia_
Hace exactamente dos años un mano a mano de Sean Tyas y Simon Patterson ponía el punto final a la última edición de la mítica Trance Energy, la auténtica Meca para cualquier trancero. Al extinto evento le sucedió la Energy the Network, miscelánea de sonidos house-trouse. Justo un año después nacía en Praga Trancefusion, un evento 100% Trance que aglutinaba a apenas un puñado de renombrados artistas del género y, cual Trance Energy en sus buenos momentos, con el valor de realizar una doble edición (primavera y otoño). Puede que fuera porque Markus Schulz decidiera dar a la capital checa el nombre para la quinta edición de su célebre recopilatorio ‘Cities Compilation’, pero Praga ha pasado a ser la nueva capital para los verdaderos amantes del Trance. Porque así lo corrobora la segunda edición primaveral de Trancefusion, celebrada el pasado sábado en el Prùmyslovy Palace, un recinto industrial del siglo XIX construido con motivo del aniversario de la capital de la otrora Checoslovaquia.
En total, 18 artistas, un live en directo de la vocalista Audrey Gallagher, tres escenarios (uno de ellos en el pasillo central, junto al food court), performances en directo y un juego de visuales soberbio fueron los grandes alicientes, que sin duda ha conseguido en su tercera edición como el nuevo lugar de peregrinación de los tranceros. Y con una organización insultante para cualquier otro evento, especialmente si es español. Para ejemplo de lo bien organizado que estaba el festival, hasta había personal de limpieza recorriendo las pistas recogiendo los vasos y botellas que el público tiraba al suelo y que hace que normalmente bailar en un festival indoor acabe siendo un trabajo de aplastabotellas. ¡Ah! Y tercios de cerveza… ¡a un euro! Se ve que Praga respeta su cultura cervecera (si, es una ciudad más barata que las que estamos acostumbrados a visitar, pero un tercio por un pavo en un festival sigue siendo un lujo). Para más datos económico-gastronómicos, la botella de 50cl de la marca de refrescos de “la felicidad” un euro y medio. Pero aún así la gran noticia del festival fue la inmesa calidad de los dj´s que por allí desfilaron. Desde los nuevo talentos del género como Alexander Popov o Mark Eteson hasta históricos como Leon Bolier o Super8 & Tab cumplieron con las expectativas: Trance elevado a la enésima potencia. Subidones infinitos, breaks aplastantes y riffs como hachazos aderezados con un juego cinco lásers que dejaron con la boca abierta a todo el mundo. El sueño de todo trancero.
El festival arrancó a las 20:00 con Alex O´Rion y se extendió hasta las 6:00 de la mañana, y desde primera hora, todas las pistas registraban un buen número de fieles. Hasta tal punto de que a las en torno a las 21:15, hora a la que saltó a escena el titán noruego Ørjan Nilsen, la sala principal ya estaba casi a rebosar. Y es que el concepto botellón no está muy arraigado por esos lares. Y así se mantuvo hasta las pasadas las tres de la mañana, hora a partir de la cual empezó a disminuir paulatinamente el público. Éstas horas de apogeo de asistencia coincide con la actuación de, probablemente, los tres nombres más llamativos del festival para el público centroeuropeo: Ørjan Nilsen, Arty y Dash Berlin. Un hecho curioso del festival es que la Main Room (llamada Illusion stage) y la Middle Room (New Vision stage) eran casi del mismo tamaño, tenían un cartel igualmente poderoso y dos grandes sistemas de vídeo proyección y láser. Mientras, la New Talents Stage, estaba en el pasillo central, compartiendo espacio con los bares y las barras. Una experiencia sin duda muy divertida que permitía ver a apenas un par de palmos la técnica de los deejays a los platos.
Main room
El line up de la sala principal estaba compuesto, por este orden,  por Alex O´Rion, Ørjan Nilsen, Audrey Gallagher (un vocal live que contó con problemas de audio), Arty, Richard Durand, Dash Berlin, Aly & Fila y Leon Bolier. Y todos, salvo el poliédrico Arty, cumplieron las expectativas más tranceras. Abrió el holandés Alex O´Rion con un set cargado de fuerza óptimo para calentar las zapatillas antes de empezar con los platos fuertes. Con el cayeron los primeros temazos (como ‘Superman’ de Mat Zo) con el que la gente gozó de sus primeros instantes de esa euforia que aporta el Trance.
Tras él, el primer gran nombre del cartel y uno de los grandes baluartes del género, el noruego Ørjan Nilsen. Sala casi abarrotada para disfrutar de temazos como ‘Belter’, ‘Amsterdam’ o ‘Legions’ para cerrar con un escalofriante ‘Go fast!’ que puso patas arriba la sala. Temas todos de repertorio propio para un hombre que, actualmente, es de los pocos capaces de hacer hora y media de sesión pinchando solo temas firmados por él mismo. Aunque no faltaron temas de la factoría Armada como ‘Shotgun’ de W&W, entre otros.

Tras el noruego, live de Audrey Gallagher en el que el micrófono no estuvo a la altura, por lo que la cosa quedó un poco aguada, sobre todo porque su ‘This night’ quedó un poco empañado para desánimo del soberano. Aún así, un espectáculo digno de ver. Y acto seguido, uno de los hombres más de moda en el panorama de la EDM, que no del Trance, el ruso Arty. Con él, la sala estuvo realmente llena, y es que el tirón del siberiano es muy fuerte. Una sesión cargada del tan demandado progressive house con el que la gente no por ello vibró menos. Y es que si se va a ver a Arty se sabe lo que hay. El final de su sesión vino acompaña de una performance a cargo de bailarines/as y espectáculo que no estuvo mal, que rompió el ritmo de la noche a modo de breve descanso para las zapatillas. Tras el cuarto de hora de función visual saltó a escena el autor del himno de Trancefusion y sustituto de Tiësto en los míticos ‘In search of sunrise’, el holandés Richard Durand. Sus manos, sin duda, ofrecieron la mejor sesión técnicamente hablando. Hasta el punto de que volvió a la gente loca en sus ires y venires con los platos. Muestra de ello fue el scratch (técnica extremadamente poco usual en el Trance y muy complicada de encajar) que hizo con el tema ‘Punk’ de Ferry Corsten, el cual quedó de lujo y con que el público entró en estado de euforia colectiva con la boca abierta.

Tras una sesión para no olvidar llegó el turno del cabeza de cartel de Trancefusion, el también holandés Dash Berlin. Igualmente, sala hasta la bandera para disfrutar de un hombre que ofrece un espectáculo mucho más allá de la técnica a los platos y con el que el público tal vez no alcance el mismo estado de Trance que con otros puristas del género, pero con el que pasas un rato y una sesión inolvidables. Set muy parecido al que brindó en su reciente actuación en el Klubber´s Day. Con el final de su sesión acabó también el momento más mainstream del festival. Ya con la sala más aliviada de personal, saltaron a escena los faraones del Trance, los egipcios Aly & Fila. Bueno, para el que no lo sepa, solo Fila, ya que a pesar de ser un dúo a Aly nunca se le ha visto por escena. Con él/ellos llegó el momento más bruto de la noche en cuanto a puro Trance se refiere y a espectáculo visual. Un ritmo trepidante, bpms altos como exigen los cánones del género, breaks que quitan el sentidos y subidas edificantes que te llevaban al Trance y te dejaban un buen rato en él. Una mezcla perfecta de tralla con vocales angélicales (y no poperas) en el que la gente no baila tanto como con los anteriores, pero acaba con los hombros machacados de subir lo brazos cada vez más arriba y con los pies heridos de botar como un loco. Un subidón de adrenalina no apto para cardiacos.

Con el final del de su sesión (y su mítico y poderoso ‘Lost Language’) no acabó el Trance altos kilates ya que Leon Bolier continuó con la esencia de los faraones durante hora y media más. El espectáculo visual también continuó. Resulta un tanto complicado describir el espectáculo visual que  ofrecían los cinco lásers allí instalados, acompañado perfectamente cada tema y que crearon una atmósfera que recordaron por muchos momentos a la verdadera Trance Energy. La sesión del holandés venía con pelo más de bpms y un poco más de contundencia, pero sin caer ni rozar la zapatilla con la que nos tienen acostumbrados a cerrar los festivales españoles.

Middle Hall
El line up del escenario intermedio tampoco tenía desperdicio así como la calidad de los nombres tampoco era moco de pavo: Ben Gold, Super8 & Tab, Black & Jones, Andy Moor (feat. Audrey Gallagher de nuevo), Sean Tyas y Simon Patterson.
El joven inglés Ben Gold (que próximamente sacará disco con Garuda, el sello de Gareth Emery), abrió la sala con una sesión de esas que tal vez se alejan un poco de los sonidos más clásicos y estridentes. Pero no faltaron sus momentos de euforia, si bien, su sesión no fue progresiva y el cierre fue casi más atmósférico que otra cosa.
Pero rápidamente llegaron los finlandeses Super8 & Tab para poner el trance en liza. Una sala, pese a la coincidencia con Arty, que presentaba un buen ambiente. Y es que los que buscábamos bits más potentes nos pasamos a ver al rubio y al moreno, que desde luego no defraudaron a nadie. Con ellos, puntualmente, saltaron a escena unos hombres robóticos cargados de luces y bastones de colores que animaron bastante al personal. Además, para gusto del personal, había bellas mujeres checas repartiendo varitas y pulseras fosforescentes (gratis) con el que la gente se puso a jugar a ritmo de ‘Awakenings’.

Poco hay que añadir del resto de componentes de esta sala, tranceros reconocidos con casi los 140 bpm por bandera que ofrecieron un espectáculo que recordó y mucho a una hard stage de una Trance Energy y por el que desfilaban todos los seguidores que huían de las cantaitas y de los artistas más comerciales. Especialmente chocante (entre comillas) fue ver a Sean Tyas haciendo una sesión Trance tras anunciar su fichaje por un sello house neoyoquino de cuyo nombre no queremos acordarnos.
New talents stage
Lo más divertido y novedoso fue sin duda este escenario de a pie, donde, directamente, podías estrechar la mano a los deejays y verles maniobrar los aparatos. Todo entre las barras de comida y bebida y, para colmo, en la zona de fumadores (aunque al final, como suele ser habitual, se acabó fumando en todo el recinto).

Los protagonistas de este escenario fueron jóvenes baluartes del género que, salvo excepción del polaco Arctic Moon, coquetean continuamente con los tan en liza sonidos progressive house e incluso dubstep. El ruso Alexander Popov, Mark Eteson, Ruben de Ronde, Wezz Dewall y el citado Arctic Moon fueron los protagonistas de un escenario en el que el público disfrutó de la cercanía y complicidad de los músicos.
Un festival del todo completo que en su tercera edición, aunque la primera con un cartel y una organización buscando la primera fila de los festivales mundiales, pretendía emular a la mítica y extinta Trance Energy… y puede que lo haya conseguido.

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