Revista Cine
Rafael y Tomás han perdido a sus padres bajo el yugo de la dictadura. Cada uno de ellos crece por caminos paralelos que finalmente en algún punto han de encontrarse. Rafael, el mayor, es profesor universitario, enseña historia de la filosofía medieval y es totalmente racional y frío. Tomas (Agustín Markert), en cambio, parece seguir los pasos de su padre... el budismo. Trabaja como puede como cadete en una empresa teniendo que soportar los malhumores de una secretaria irritante hasta el día que lo echan, ve a su novia besándose con otro y su abuela fallece casi en un solo acorde todo. Entonces su vida sencilla y nada materialista se irá convirtiendo en un absoluto ascetismo que preocupará a su hermano y a su novia (Carolina Fal). Tomas, ¿es un santo o un cobarde?. Aunque esta pregunta pasa encubiertamente por el guión, lo más importante de todo el film es justamente preguntarnos por nosotros mismos. ¿Qué es vivir?, ¿cómo vivimos?, ¿vivimos como queremos?, ¿qué es la felicidad?, ¿cómo se consigue?, ¿existe Dios?, ¿qué es la fe?, ¿qué es lo que vale, la razón o la fe?.
Paula Montero como la secretaria. ¿Quién no sufrió a alguien así en el trabajo?
Diego Rafecas, quien interpreta al hermano mayor y dirige la película, se nutre de un equipazo para brindar una historia sólida, nada maniquea -muy por el contrario, los extremos son justamente planteados en el film para dar a entender que lo blanco o lo negro no existen más que para complementarse. Imagínense una estupenda fotografía de Marcelo Laccarino, una banda de sonido en manos nada más y nada menos que de Pedro Aznar y un reparto que incluye, además de los nombrados, a Tina Serrano, Nelly Prince, Julieta Cardinale,Boy Olmi y Juan Manuel Tenuta.
Toshiro Yamauchi como el maestro. Un budista que habla como sumista.
Con algún que otro toque de humor, con contrastes evidentes entre personaje y personaje, con insuperables líneas de diálogo, el film emociona e insta a reflexionar por su propio peso. Pero no es casual, el mismo Rafecas es un monje budista, que tras conocer a Kosen Thibaut, un francés discípulo de Taisen Deshimaru, maestro japonés, abrazó la disciplina hasta llegar a tal. La historia, entonces, podría decirse que tiene mucho de su autor seguramente; pero, ¿quién no se ha preguntado alguna vez a qué vino a este mundo, quiénes somos?. Lo que para muchos podría sonar a sermón insoportable o filosofía barata, a otros llenará seguramente mucho llegando a tocar fibras muy sensibles con los planteamientos, sobretodo, de la segunda mitad del film. Ya lo dice el director en una magnífica entrevista para la BBC:"La vida se te escurre entre los dedos cuando uno está o en el pasado o en el futuro, te perdés de vivir". Y ahí está la esencia de todo lo que se nos cuenta.El hombre en la búsqueda de sí mismo debería de entender que la espiritualidad no tiene porqué pelearse con la materialidad del mundo en el que vivimos y viceversa, que el presente y la incertidumbre que nos plantea es la aventura del vivir día a día pero sin la necesidad de caer en los extremos.
La dualidad de mente- cuerpo, corazón- razón, oriente- occidente, religión- institución no se plantea de manera infantiloide ni pretenciosa, sino como una búsqueda constante, un recorrer el camino hasta el despertar. Entender que todos nosotros forjamos la vida que llevamos, que la casualidad como tal no existe y que, en definitiva, los excesos, los extremos, son tan perjudiciales y engañosos como la tibieza del conformismo.
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