Argentina, no vayas a Israel!”. Los gritos cortaban el silencio matutino en una de las puertas de la Ciudad Deportiva Joan Gamper del club Barcelona, sobre la avenida 11 de septiembre. Del otro lado de la pared, mientras tanto, los jugadores de la selección argentina se entrenaban, con el sonido de esos reclamos de fondo. Todo en plena cuenta regresiva rumbo al Mundial de Rusia 2018 . Cada tanto, una voz decía la palabra más repetida: Messi, destinatario central del pedido que se centraba en lo que ocurrirá en apenas dos días: el viaje del plantel a aquel país.
Lo concreto es que un grupo de alrededor de 20 argentinos y españoles custodiados por los mossos d’esquadra -tal como se denomina a la policía local- se reunió para reclamar que la Argentina no juegue el próximo sábado frente a Israel, en Jerusalén. Un amistoso problemático -el último de la selección- desde todo punto de vista. Las cornetas alteraban esa zona donde suele reinar la tranquilidad. Varios de los que protestaban eran de descendencia musulmana.
El grupo representan la causa palestina. Una de las organizaciones se llama Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS); la otra, Judíos y Palestinos por la Paz. Omar García, un cordobés de 49 años que vive en esta ciudad llevaba la voz del resto: “Le pedimos a Messi, por todo lo que representa mundialmente, que no vaya a Israel. El partido se jugará en Al Malha, una zona de Jerusalén construida sobre aldeas que fueron arrasadas. La Argentina no debe desconocer lo que allí ha ocurrido”, expresó, mientras alrededor sus compañeros desplegaban pancartas y hacían sonar cornetas. Sin dudas, lo más impactante fueron las dos camisetas simulando haber sido manchadas con sangre que agitaban los manifestantes.
A esta altura, el partido se convirtió más en un problema para la selección que en una oportunidad para probar jugadores -como Rojo, Biglia y Agüero, tres de los que Jorge Sampaoli quiere darles minutos por la falta de rodaje que arrastran-. El viaje largo -cuatro horas de vuelo más una en bus- y el complejo contexto político que rodeará la visita les dieron argumentos a los jugadores para intentar que no se realice. Pero hasta ahora el plan siguió adelante, respetando el contrato que firmó la AFA con la empresa local que organiza la movida. Se trata de una visita que además del partido del sábado a la noche incluye una recorrida por el Muro de los Lamentos, por ejemplo. Motivo suficiente para que la delegación llegue a Jerusalén dos días antes de l partido y no uno, como se estila en estos casos.
La protesta del pequeño grupo que se reunió este martes fuera del predio del Barcelona tendrá un nuevo capítulo, según deslizaron sus organizadores. Este miércoles piensan efectuar otra acción en la puerta donde se concentra la selección, en el hotel Sofía. Habrá que ver si, más allá del efecto mediático, la iniciativa que también se agita desde Palestina cumple su cometido. Pase lo que pase, algo no cambiará: la selección llegará al Mundial después de días complicados.
Fuente: La Nación
Recopilación por Martin Eraso
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