El campamento de verano al que acudió Miguel era de 12 días en el mes de Julio en Almería, nada menos que a más de 400Km de casa, toda una prueba para él y para mi. Como ya comenté le preparamos material para ayudarle a anticipar y a comprender qué debía hacer, cuanto tiempo iba a estar allí, qué pasaría cada día... y ayudarle a sentirse más seguro en este entorno extraño. Una vez elaborado el material, lo repàsamos varias veces en casa, para que lo fuera comprendiendo y pudiera luego manejárselo solo en caso de necesidad.
Miguel debía estar en el campamento el día 1 de Julio a las 16.00, así que ese día madrugamos y nos fuimos rumbo a Almería. Cogimos un hotel para quedarnos la primera noche, por si no se acoplaba y decidíamos volver todos a casa. El viaje fue durillo, la verdad, Miguel se portó estupendo, como siempre, pero mi cabeza iba a mil. Tenía una lucha interna entre corazón y razón muy fuerte. La razón me decía que hacíamos lo correcto, que Miguel debía ir, debía tener este tipo de experiencias, debía despegarse un poco de nosotros y verse obligado a resolver situaciones, creo que esto son oportunidades para aprender, para mejorar, para madurar... Así que la razón me decía que era lo correcto. Pero el corazón no, nada parecido, más bien todo lo contrario, me venían pensamientos como qué necesidad tenía de dejarlo tan lejos, de llevarlo a un sitio extraño, de echarlo de menos, de que no le entendiesen, de que se pudiese agobiar, de que se sintiese solo, de que necesitara algo y no supiera pedirlo etc, etc. Miles de pensamientos me bombardeaban la cabeza. Por otra parte, Roberto, el papi, lo llevaba de otra manera, Miguel va de campamento y se lo va a pasar fenomenal, punto, no hay nada más que pensar. Buff soy incapaz de pensar así, pero creo que esta es una de las grandes diferencias entre el estilo de pensamiento de ellos y el de nosotras.
Llegamos al campamento, bajamos la maleta y entramos en el edificio. Había 3 monitores esperándonos el coordinador, la enfermera y el monitor de su habitación. Al entrar Miguel cogido de mi mano me dice "Al campamento Miguel si", "al campamento mami si", casi me de un mal. Toda serena y muy digna le digo, no Miguel, al campamento Miguel solo, ya eres mayor. Por dentro imaginaros, las tripas revueltas. Nos presentamos y su monitor se le acercó lo saludo y después habló conmigo brevemente, donde le repetí las explicaciones que previamente le envié por correo al coordinador, sobre la anticipación, sobre la importancia de que estaba allí para pasarlo bien y que si en algún momento Miguel no disfrutaba, veían que no se acoplaba, cualquier cosa, que nos llamaran que íbamos pitando a por él. El coordinador nos tranquilizó mucho, que todo saldría bien, que estaríamos en contacto, etc, etc. Entonces me dice, por cierto hemos cambiado las normas, sólo podéis llamar mañana y luego cada 5 días. Me indigné, pero me dijo que las normas eran para todos, que si había cualquier problema o cualquier duda, ellos me llamarían. El monitor le dijo Miguel vamos, y él tan tranquilo cogió su maleta y se fueron para dentro. Como era previsible las lágrimas no pudieron contenerse y me fui mal, muy mal, con una sensación de ahogo y una presión en el pecho muy fuerte. Al final Roberto se enfadó conmigo, pero os juro que no podía. Dormí fatal soñando con que llegaran las 3 y llamarlo para saber cómo estaba. Decidimos comer por allí, por si debíamos recogerlo. Llegó la hora de llamar y su monitor nos dijo que estaba muy bien y que ya se lo estaba pasando pipa. Miguel se puso al teléfono, pero todavía no sabe hablar por teléfono así que no dio mucha explicación, nos dijo has dormido bien, has comido bien y a la pregunta estás contento dijo si. Nada más!!! Para él no era poco, pero yo quería más!! aún así me tranquilizó mucho. Ahora venía lo peor, 5 días sin saber nada de nada.
Con Miguel el lenguaje oral, no es su mejor forma de expresión, sus dificultades a nivel de prosodia son importantes, en ocasiones hace una prosodia exagerada, como si aún dependiera de todas las ecolalias que le enseñaron a hablar y por otra a veces no existe, es un lenguaje neutro, esto último le ocurre mucho por teléfono. Así que la información de su estado te la da más su postura, la manera en que se comporta, la expresión de la cara..., son las pistas que necesito para saber si está feliz, preocupado, enfadado... Por fin llegó el día de la llamada, llamamos y al decir que éramos los padres de Miguel, la persona que cogió el teléfono nos dijo, yo no soy su monitor pero quiero decirles lo estupendo que es su hijo, lo contento que está, lo bien que se ha acoplado a todo, todos los niños lo quieren muchísimo, de verdad que es genial. Buff que subidón me dio, no os lo podéis ni imaginar, si me hablaba así este chico sería porque Miguel estaba muy bien. Por fin llegó Miguel y se puso, respondía con sí a mis preguntas de si estaba bien, si estaba contento... pero de pronto empezó a contar alguna cosa, mami has ido a la playa, cuidado la ola, mami has ido al cine... esto era una señal muy positiva. Que él cuente cosas de manera espontánea significa que está contento y le emocionan, sólo cuenta lo que es muy relevante para él, así que esto si que me tranquilizó muchiiiisiiiimo. Que respiro de verdad, que miedo se pasa, que angustia y qué nervios. Después se puso su monitor y sólo hablaba maravillas de Miguel, me dijo que usaban la anticipación porque le iba muy bien y que participaba en todo, porque todo le gustaba. En la próxima entrada os cuento la recogida y mis conclusiones.