Revista Cultura y Ocio
La ontología de Campanella se fundamenta en la distinción entre los seres parciales (el universo), el ser total (Dios) y el no-ser (la nada). Véase:
1. Todo ser parcial participa de Dios y de la nada, porque es un número finito de cosas y no es un número infinito de cosas.
2. Dios no participa de la nada, pues es totalmente. Tampoco participa de ningún ser distinto a sí mismo, ya que ello conllevaría participar del no-ser que impregna a los seres parciales y, en consecuencia, entraría en contradicción con su ser total.
Nótese que en este punto Campanella se separa del panteísmo, toda vez que, al participar el universo de Dios pero no Dios del universo, quiebra la relación de equivalencia y se elimina la confusión entre ambos.
3. La nada no participa ni de Dios ni de los seres parciales, pues no existe ni en Dios ni fuera de Dios, ni en la mente ni fuera de la mente. Es el límite de lo que existe de un modo parcial y debe postularse porque, si los seres parciales no participaran de la nada, participarían sólo de Dios; de donde se seguría necesariamente que TODO ES DIOS, lo que es falso, siendo cierto en cambio que DIOS ES TODO.
De las anteriores definiciones Campanella extrae ciertas tesis:
El hombre es no-piedra, no-asno, etc. Luego el no-ser forma composición en el hombre y en cualquier ser finito. Ahora bien, al no participar de la nada, Dios no es no-piedra. Por ello, Dios es piedra, no en tanto piedra (que es no siendo infinitas cosas), sino en grado eminente en tanto ser total (que es siendo infinitas cosas). Luego el no-ser no forma composición en Dios.
Así, del mismo modo que conocemos a Dios, el ser total, como esencia del ser de los seres parciales, también conocemos el no-ser, la nada absoluta, como esencia del no-ser de los seres parciales. Es decir, el conocimiento de lo que es participado y no participante (Dios y la nada) es un conocimiento indirecto que no pertenece a la realidad sensible pero se desprende de ella, como la metafísica de la física.