Revista Cultura y Ocio

Campanella: Que Dios es totalmente, y todas las perfecciones de todos los seres son en Dios, y todo lo finito participa de Dios y de la nada

Por Daniel Vicente Carrillo

Campanella: Que Dios es totalmente, y todas las perfecciones de todos los seres son en Dios, y todo lo finito participa de Dios y de la nada
Lo que es totalmente, es necesariamente siempre; en efecto, su esencia consiste sólo en el ser, absolutamente; luego no puede disminuir ni por sí mismo, porque puede ser, sabe ser y quiere ser siempre, ni por otro, porque lo que es totalmente no admite al otro; si, en efecto, existiera el otro, entonces lo que es totalmente ente no sería tal, sino más bien ente en cierto modo, ya que le faltaría la entidad del otro, por cuya causa podría disminuir; así, al calor le falta la entidad del frío, por cuya causa puede acontecerle no ser.
Por el contrario, lo que es en cierto modo no necesariamente es siempre, sino más bien por un cierto tiempo y de un modo particular, ya que su esencia no es ser absolutamente, sino además no ser; si, en efecto, su quididad o naturaleza o esencia fuera el mismo ser, siempre sería. Así, dado que la naturaleza de la luz es resplandecer, resplandece siempre. 
Por tanto, lo que es en cierto modo es finito y limitado a un cierto género de ente; en efecto, es o sustancia o forma o color u operación o animal o piedra, etc.; luego carece de la entidad de los otros géneros de ser; luego no es el primero; luego depende del primero, siendo posterior a él; luego alguna vez no fue; luego alguna vez podrá no ser. Semejantemente, es necesario que esté rodeado de otros entes y esté limitado por los seres o por los no-entes; por tanto, su esencia no es ser totalmente, sino más bien de un cierto modo; de donde se sigue que lo que es totalmente contiene y abraza la entidad de todos los géneros; a su vez, no puede ser abrazado por la nada, puesto que la nada no existe ni en la mente ni fuera de la mente. En consecuencia es necesario que el ente sea sin medida; en consecuencia, infinito; en consecuencia, inmortal, como decíamos, e inmenso.
En el mismo sentido, tal ser es ingénito. En efecto, ¿de qué podría ser generado, si nada hay fuera de él, y es todo, y su naturaleza es ser, y por tanto nunca no ha sido? Ahora bien, además de lo que es totalmente existen muchos entes que son de un cierto modo, esto es, además de Dios existen el cielo, la tierra, el calor, el animal, etc., los cuales no son el mismo Dios, ni el uno es la esencia del otro; sin embargo, el mismo Dios es todas estas cosas, porque su naturaleza es toda naturaleza, y su nombre es todo nombre, como atestigua Trismegisto, es decir, cielo, tierra, calor, piedra, etc. en cuanto estas cosas tienen ser y perfecciones; pero vienen negadas por Dios en cuanto conllevan no-ser e imperfección, como afirma San Dionisio.
Asimismo, es propio del ente particular no ser ningún otro, siendo por ello constituido por un ser finito y un no-ser infinito. El hombre, en efecto, es animal racional por no ser al mismo tiempo asno, etc.; por su naturaleza el hombre no es tal cosa, como por su naturaleza es animal racional; no es accidental para el hombre no ser blancura o no ser asno o no ser cielo; sino más bien le es esencial no ser tales cosas, y no accidental; de lo contrario, podría ser y no ser asno, como ser y no ser blanco. Otro tanto debe decirse de todas las cosas particulares. 
El mismo ente primero no es propiamente Dios si no es piedra y leño y color, etc.; así, precisamente porque es Dios, es al mismo tiempo todas estas cosas, pero en grado eminente y en tanto expresan perfección y entidad; y puesto que es totalmente, no sólo es estos entes conocidos, sino también aquellos desconocidos y posibles e imaginables al infinito. Toda pequeña entidad que la mente pueda imaginar no iguala lo que puede imaginar la mente angélica; y tampoco la imaginación angélica se eleva al pensamiento divino. Si nosotros, por tanto, imaginamos infinitas entidades y un infinito número de entes, lo que es totalmente no será inferior a nuestra imaginación, porque de lo contrario no sería totalmente, ya que no sería las entidades que pensamos. Por tanto, es absolutamente infinito; luego no admite en sí ninguna nada; luego posee una entidad inmensa, inmortal, infinita. Por tanto, no es un todo, porque tendría partes, ya que todas las partes son finitas y, por consiguiente, no pueden ser componentes del infinito. No saben lo que dicen quienes hacen infinita alguna de las partes del infinito, de modo que en un número infinito se encuentren infinitos ternarios y una igualdad infinita; las partes, en efecto, no pueden ser iguales al todo, ni puede darse un infinito más grande que el infinito, ni más de un infinito, ni un infinito divisible, ya que nada falta al infinito; por consiguiente, no puede tener crecimiento ni disminución; por consiguiente, no es cuerpo ni potencia del cuerpo; está constituido por una entidad infinita y por ninguna nada, tampoco por una nada infinita. El hombre, en efecto, es animal racional por no ser por ello mismo infinitas cosas, siendo no-asno, no-piedra, no-rojo, y así al infinito; por consiguiente, sólo Dios es inmortal y no sucumbe a la nada, de donde se sigue que las criaturas son mortales, como afirma el Apóstol en la primera epístola a Timoteo, porque están rodeadas y esenciadas por la nada infinita. Si hay criaturas inmortales, subsisten por el beneficio de la inmortalidad de Dios, no por su naturaleza y por sí mismas, como advirtieron los antiguos teólogos, sino más bien por obra de Dios y por Dios.

Campanella 

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