Nuestro problema en muchas ocasiones es que esa "visibilización" se queda en realzar esa imagen de simpáticas, "ángeles"; algo que, sinceramente, puede resultar contraproducente.
El caso que ilustra esta entrada es muy ilustrativo por las sucesivas divulgaciones de que viene realizando a lo largo de su proceso.
Pero ¿qué más podemos pedir?
Algo que se dibuja por detrás de lo escrito, se insinua, se puede intuir...
Cuando el paciente cita las preguntas que le hacen las compañeras:
¿Cómo han ido las náuseas?¿Y el hormigueo en los dedos?. ¿Te has tomado la hierbabuena para las llaguitas en la boca?Deja pasar la ocasión de enlazar esas preguntas con los conocimientos y las habilidades que tienen esas enfermeras sobre las posibles consecuencias que ese proceso puede representar para los pacientes... esas preguntas y las otras que, por empáticas, no dejan de tener un doble sentido de acercamiento y de valoración...
Dice también el paciente que:
sonreír, y dar ánimos, y contar un chiste, y compartir, porque no, parte de su vida con gente que llega al hospital de díaDetrás de estas palabras hay profundos conocimientos sobre "la ruta" psicológica del paciente sometido a ese tratamiento y de las consecuencias de no cribar posibles signos de alerta y actuar sobre ellos, pero el texto no lo deja ver...
Así pues esos "simpáticos ángeles" son eficaces agentes que escudriñan los problemas potenciales que pueden surgir en los planos físico y psicológico y actuan sobre ellos evitando sufrimiento y, porqué no decirlo, costes innecesarios.
Tal vez sea que no sabemos trasmitir los "por qué" y los "para qué" de lo que hacemos; tal vez el trasmitirlo le reste potencia al vínculo que necesitamos crear con el paciente; tal vez el paciente no sepa que tratándonos principalmente como "ángeles" está poniendo otra capa más al cristal opaco que nos aleja del reconocimiento social de las competencias y capacidades de la profesión.