Si no comentara nada sobre lo que ocurrió el pasado sábado en el Estadio de Wembley, no sería ni objetivo, ni realista, lo que sería es un acérrimo Madridista. Y es que lo que pudimos, ya no ver, sino disfrutar el pasado 28 de mayo en Londres, será recordado por muchos. Y digo bien en que será recordado por la pureza en el juego desarrollado, por el respeto mostrado ante el rival y por la humildad de unos y otros en la celebración.
El F.C. Barcelona es merecedor de ser el nuevo campeón de Europa porque ha hecho méritos para serlo pero también porque se ha comportado, en gran parte de la competición, como lo que es, un gran equipo. Y aunque el fútbol de toque característico de los azulgrana llega a veces a ser aburrido porque les da un 80% de posesión (y sino piensen en un partido de tenis en el que sólo juega un jugador), el pasado sábado no fue el mismo.
Cierto es que lideraron también en esta ocasión la posesión del balón, pero se amoldaron al equipo rival, un Manchester bastante ofensivo. Con lo que, un equipo que cambia su forma de jugar, sigue haciéndolo bien y ya no solo gana, sino que además lo hace con goles y espectáculo, es un gran equipo. A nadie se le escapa que la filosofía impuesta por su entrenador Pep Guardiola, sumada a la calidad de sus jugadores, hacen de este conjunto un rival casi imbatible.
Pero si en lo deportivo rayan la perfección, en la humildad son insuperables. El gran detalle de su capitán Puyol, quien cedió el brazalete a su compañero Eric Abidal para que fuera él, tras haber salido de una dura enfermedad, quien levantara la Copa de Europa, no tiene nombre. Un Puyol por cierto, que además llevó la camisa de uno de los jugadores del Betis, Miki Roque, que está luchando contra el cáncer. Y no sólo eso, sino además el equipo al completo, y ante el mundo entero, mostró su apoyo a “los acampados de Barcelona” del movimiento Dry que sufrieron el pasado viernes una ‘desmesurada’ actuación policial.
Por eso, y por como destacó el mismísimo entrenador del Manchester United, Sir Alex Ferguson al declarar que nunca nadie les había dado una paliza así, hay que felicitar a un gran equipo. Y si a los que de verdad les gusta el fútbol, independientemente de que tengan otros colores, sabrán apreciar que con gestos tan humanos, se puede estar en la cima del mundo, y tener los pies en la tierra.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…